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lunes, agosto 10, 2009

El Ultimo Desafio del Ser Humano

La urgencia inconsciente de muerte se basa en el hastío, la desesperanza y el agotamiento. La muerte es, como, una tabla de salvación a la que nos aferramos, inconscientemente, para "escapar" de un mundo sin sentido que pisotea y destruye continuamente el amor (la vida). La muerte se ha convertido en algo liberador y secretamente (inconscientemente) se la anhela y se busca. La muerte se manifiesta de muchas formas. Cualquier cosa que hagas que no te haga sentir la paz en tu corazón y completamente dichoso, es un elemento apropiado para desenmascarar tu urgencia inconsciente de muerte.

La esencia de la urgencia inconsciente de muerte es la incapacidad y la desesperanza que nos provocan la idea de que ni siquiera podremos ganar el amor al cual aspiramos. Creer que la muerte es inevitable (o sea, que es imposible alcanzar el amor) es una declaración en la que está implicada la idea de que el universo, el mundo y toda la creación es un lugar hostil. Es como si existiese "algo" que está esperando para matarnos, sin nuestra autorización. Al pensar de esta manera, lo más inteligente que se puede hacer es protegerse... de la muerte. El esfuerzo constante que esto requiere es la causa de tensión permanente en el cuerpo, que continua haciéndose inconsciente.

Si la muerte es inevitable, al menos eso parece ser seguro, ¿porqué no buscar otras formas de expresión y de manifestación personales en el mundo que nos rodea? Si sólo vemos lo evidente, lo obvio -la idea de que la muerte es inevitable- no es de extrañar que esa sea la manifestación en el mundo físico. Resulta un tanto absurdo el hecho de buscar lo que se tiene como seguro y eso es a lo que nos conduce el comportamiento humano en su genérica expresión. A pesar de esto, esa manifestación inconsciente de morir, que por otra parte va implícita en la mayor parte de gestos que realizamos de manera cotidiana, no es evidente para el individuo, que busca así su forma de realización en el mundo que le rodea. De esta forma, tan mezquina que hemos grabado en el inconsciente, empiezan a aparecer sentimientos pueriles como la envidia, los celos, la prepotencia, la autosuficiencia y la más importante de todas, la culpa.
Todos los días, cada hora y cada momento hacemos cosas que nos acercan un poco más a nuestra última creencia: La muerte es inevitable. La próxima vez que vayas a hacer algo pregúntate: ¿Esto que voy a hacer, que voy a decir, que quiero tener, me acerca más a la creencia de que la muerte es inevitable o más a la creencia de que la vida es inevitable? De cualquier manera, no se pierde nada por creer en el derecho y en la capacidad de abrigar el deseo de derrotar a la muerte.
La noción de la muerte es de monumental importancia para la vida del individuo. La consciencia de la muerte es lo que nos da cordura y fortaleza. Podrías empezar por darte cuenta de todo aquello que haces para destruir tu cuerpo, todo tu medio ambiente vital próximo e inmediato y todas y cada una de tus relaciones.
Cuando la persona rige todos sus actos con la premisa básica de la idea de la muerte, de forma consciente, los actos de esa persona se tornan poderosos, en la dirección al primero y al último de los desafíos.
Al saber que nuestro fin es inevitable, nuestro error más costoso es permitirnos no pensar en la muerte. Hoy en día hablar de la muerte es tabú. A nadie le gusta hablar de un asunto tan "escabroso" y no es un tema muy popular en cualquier tertulia, aunque, quizá, debiera serlo. Quizá creamos que, al no pensar en ella, nos vamos a proteger de sus efectos, y sí, en realidad sirve para ese propósito. Pero es un propósito indigno para cualquiera, por lo falso.
Crees que debes obedecer las "leyes" de la medicina, de la economía y de la salud: protege el cuerpo y te salvarás. Crees que te morirás de hambre a menos que tengas fajos de tiras de papel moneda y montones de discos de metal. Crees realmente que una pequeña píldora que te tomes o cierto fluido inyectado en tus venas con una fina aguja te resguardará de las enfermedades y de la muerte. Crees realmente que estás solo a no ser que otro cuerpo esté contigo. Esas son las leyes de la muerte, pero eso no son leyes, sino locura. El cuerpo se ve amenazado por la mente que se ha hecho daño a sí misma. El cuerpo sufre sólo para que la mente no pueda darse cuenta de que es víctima de sí misma. El sufrimiento corporal es una máscara de la que la mente se vale para ocultar lo que realmente sufre. No quiere entender que es su propia enemiga; que se ataca a sí misma y que quiere morir.
Sin una visión clara de la muerte, no hay orden, no hay sobriedad, no hay belleza.

Es fundamental esforzarse al máximo por tener a la muerte en cuenta, con el fin de saber, en lo más profundo del ser, que no hay otra certeza sino la de morir.
Piensa en la liberación que te brinda el reconocimiento de que no estás atado a las extrañas y enrevesadas leyes en la que crees para salvarte, de algo que das por hecho. Piensa en la idea que te dice que las pérdidas no existen; que no se hacen ni se reciben pagos; que no se pueden hacer intercambios, que no hay substitutos y que ninguna cosa puede ser reemplazada por otra.
La idea de la muerte es lo único que da valor. La muerte no es nuestro enemigo, aunque así lo parezca. La muerte no es destructora aunque así lo pensemos. La muerte es nuestro único adversario que, en verdad, merece la pena enfrentar. La muerte nos reta y nosotros nacemos para ese reto.
La vida es el proceso mediante el cual la muerte nos desafía. La muerte es la fuerza activa. La vida es sólo el medio, el ruedo, y en ese ruedo hay únicamente dos contrincantes cada vez: la muerte y uno mismo.
Piensa en esto: Somos seres pasivos. Si nos movemos es debido a la presión que la muerte ejerce sobre nosotros. La muerte marca el paso a nuestros actos y sentimientos y nos empuja sin misericordia hasta que nos derrota y nos gana en la contienda; o hasta que superamos todas las imposibilidades y derrotamos a la muerte. Es la única lucha digna que nos queda aquí. Al derrotar a la muerte, ésta reconoce su derrota dejando al propio ser en libertad, para nunca más retarle...
La lucha contra la muerte comienza cuando eres capaz de "parar el tiempo", cuando tu atención se enfoca únicamente en el eterno ahora.
La victoria sobre la muerte es la piedra angular de todas las religiones, desgastada por los ataques del tiempo ilusorio y reemplazada por el falso dogma de la muerte y sus doctrinas. La Biblia dice que "Dios ha puesto la eternidad en el corazón del hombre". Sin embargo, las religiones de la actualidad y hasta los nuevos movimientos ocultistas continúan vendiendo el concepto de la gloria a la muerte.
Durante los últimos años se están haciendo intentos para presentar la fea y severa filosofía de la muerte como algo divertido, como flotar en el éter contemplando el cuerpo descartado, o como salir en un vuelo de ensueño para viajar alrededor del Cosmos en un centelleante cordón de plata, en lo que se supone como una especie de ensayo de la muerte. Todos estos intentos de borrar el miedo a la muerte tienen un motivo ilusorio. En efecto, están diciendo: "No temas. Morir es un viaje maravilloso. ¡Te va a encantar!" Pero esas imágenes no logran derrotarla ni aniquilarla, sólo intentan hacerla menos dramática.
Los líderes religiosos de la actualidad, desde los púlpitos y la televisión, venden alegremente la idea de la muerte como si fuera la entrada a la felicidad futura. Las religiones creen en el advenimiento de sus Maestros Inmortales para crear ese milagro, pero, no fueron ellos los que crearon las doctrinas espirituales que provocan las guerras, la enfermedad, los desastres, la angustia personal y la deshumanización del hombre contra el hombre, con la Tierra y con todo lo que en ella habita.
Esta destrucción es obra de ignorantes que juegan despreocupadamente con los juguetes del Libre Albedrío. Y el único modo de terminar con este infierno es convertir la idea de la muerte en algo posible de derrotar y extender esta verdad hasta el último rincón de nuestra amada Madre, la Tierra. Sólo con saber la verdad, de que a la muerte se la podría derrotar, la especie humana y todo el planeta recuperaría la salud y la juventud, lo que daría el dominio sobre el propio cuerpo físico. Naturalmente, hay ciertas disciplinas a seguir, pero el primer paso es liberarse de la lealtad a la muerte. No hay nada que perder y si mucho que ganar, y lo creas o no, morir requiere mucho más esfuerzo, que vivir. La muerte no es natural, por lo tanto, la gente necesita aplicar demasiado esfuerzo (inconsciente) para morir, y eso causa enfermedades y dolor y los condena a sacrificar finalmente sus cuerpos al polvo o al fuego de la cremación. Adorar al sepulcro es una grave ofensa contra la vida y la felicidad, al mismo tiempo. Piensa en esto: Ahora estás vivo; por lo tanto, tus impulsos de vida son más fuertes que tus impulsos de muerte. Mientras continúes fortaleciendo tus impulsos de vida y restando importancia a los otros, seguirás viviendo. La muerte es, realmente, una elección. Los pensamientos y las creencias producen resultados directos en el cuerpo. Lo que se piense habitualmente se convertirá en lo dominante y tendrá el mayor poder para controlar el cuerpo. La mayoría de las personas, después de cierta cifra cronológica (la edad), piensan habitualmente en la muerte. Por tanto, el cuerpo obedece enfermando y muriendo.
Cuando la elección escogida, por los seres humanos, sea la vida y se alcance; la conducta negativa que provoca la desdicha del planeta disminuirá gradualmente hasta acabar.
La contaminación del planeta, la locura nuclear, la contaminación del agua de ríos y océanos y el aire vital para la supervivencia, cesará cuando los responsables sean vitalistas y comprendan que son ellos mismos, y no las generaciones futuras, los que heredarán la Tierra.

Nos causan terror la lluvia ácida y los agujeros que se están abriendo en la capa de ozono, las especies en peligro de extinción y una multitud de actos de violencia y crueldad para con la madre Tierra y sus criaturas. La idea de que la muerte es inevitable y que está fuera de nuestro control es el peor de los asesinos. Por fortuna, esta creencia está siendo reemplazada gradualmente por la nueva conciencia de que cada ser humano es espíritu, habitando en un cuerpo físico. El cuerpo físico fue diseñado por el espíritu de manera impecable. El cuerpo físico es autosuficiente y capaz de recargarse de energía continuamente, constantemente mejorado y llevado a la perfección a través del proceso de regeneración celular. Y todo comienza en la mente.
¿Qué provoca el proceso llamado envejecimiento? La conciencia humana ha sido programada para creer que es la cuenta cronológica de los años vividos desde el nacimiento. El inexacto calendario hecho por el hombre y la ilusión del tiempo son los severos "dioses" que provocan el envejecimiento del cuerpo humano. El tiempo es una ilusión. El contraste entre la luz y la oscuridad es el único principio y fin con que podemos medirlo. Los periodos de luz y oscuridad, debidos a la presencia o a la ausencia del sol, crearon, también, las estaciones del año, dando lugar al calendario ilusorio. El tiempo es el gran engaño, el gran impostor, por ende, es ilógico acusar del proceso del envejecimiento a lo que ni siquiera existe, aunque así lo creamos.
Sin embargo el proceso de envejecimiento existe. Se le ve por todas partes. Lo vemos en la naturaleza, en los familiares y amigos y tras la edad cronológica de treinta años, por ejemplo, quizá empieces a creer lo que ves en el espejo y si crees verlo, lo verás. Tu cara y tu cuerpo se someterán mansamente y obedecerán la imagen proyectada de tu mente creadora.
La muerte siempre estará disponible, pero es una cuestión de elección personal. El cuerpo es un sistema de energía, capaz de perfeccionarse infinitamente. Quizá te resulta difícil reconocer que eres la fuente de cualquier curación, pero creer otra cosa es acusar al Creador de la Vida de que ha hecho un mal trabajo.
Esta idea no trata de privarte de tu derecho a morir, sólo intenta hacer que te preguntes si tiene sentido hacerlo. Tu cuerpo no tiene el poder de destruirse a sí mismo. Es tu mente, usada de manera equivocada, la que puede hacerlo, pero, tú controlas tu mente. Cuando decides no castigarte más, destruyendo tu cuerpo, verás más de un milagro. La teología de la muerte sólo dura mientras te aferras a ella. En cuanto te desprendas de ella te sorprenderá ver que desbordas amor, sabiduría, generosidad, perdón, confianza, júbilo, paz y salud física y podrás sentir estas cualidades que se expanden en ti, sin ningún esfuerzo.
La muerte es el sueño central de donde emanan todas las ilusiones. ¿No es acaso una locura pensar que la vida no es otra cosa que nacer, envejecer, perder vitalidad y finalmente morir? La creencia fija e inalterable del mundo es que todas las cosas nacen para morir. La muerte es el símbolo del temor a Dios, a la vida, al amor...
Se considera que todo lo que nace debe morir, que es así como "opera la naturaleza", y ello no se debe poner en tela de juicio, sino que debe aceptarse como "ley natural" de la vida. Lo cíclico, lo cambiante e incierto; lo inestable y lo constante; lo que de alguna manera crece y mengua siguiendo una trayectoria determinada, es lo que se considera nuestro destino. Y nadie se pregunta si un Creador benigno hubiese podido disponer algo así. Creer esto nos obliga a pensar que es imposible que Dios pueda ser amor. Pues aquel que ha decretado que todas las cosas mueran y acaben en polvo, desilusión y desesperanza, no puede sino inspirar temor. Tu insignificante vida está en sus manos, suspendida de un hilo que él está listo para cortar sin ningún remordimiento y sin que le importe, tal vez hoy mismo. Y aun si esperase, el final es seguro de todas formas. El que ama a un dios así no conoce el amor, ya que ha negado que la vida sea real. La muerte se ha convertido en el símbolo de la vida. Su mundo es ahora un campo de batalla, en donde reina la contradicción y los opuestos luchan en una guerra interminable. Allí donde hay muerte es imposible la paz.
La idea de la muerte mantiene al margen de la conciencia el amor como un escudo puesto en lo alto para bloquear al sol. La muerte presenta una imagen de ti en la que acabas "descansando en paz" en los brazos de la devastación, donde los gusanos te esperan para darte la bienvenida y así prolongar un poco más tu propia existencia gracias a tu muerte. Más los gusanos están igualmente condenados a morir. Y de esta forma, todas las cosas viven gracias a la muerte. En la naturaleza, el devorarse unos a otros es la "ley de la vida". Dios está loco y sólo el miedo es real.
La extraña creencia de que una parte de las cosas que mueren puede seguir existiendo separada de lo que muere, tampoco proclama a un Creador amoroso ni sienta las bases para que se tenga confianza. Si la muerte es real para una sola cosa, la vida no existe. La muerte niega la vida. Pero si la vida es real, lo que se niega es la muerte. En esto no puede haber transigencia alguna. El mundo intenta hacer miles de transigencias al respecto, y tratará de hacer mil más. Dios no creó la muerte, puesto que no creó el miedo. Para Él ambas cosas están igualmente desprovistas de sentido.

"El último enemigo destruido será la muerte". ¡Por supuesto que sí! Sin la idea de la muerte no habría mundo (mundo no es sinónimo de Tierra). Todos los sueños acabarán con éste. Ésta es la meta final, el fin de todas las ilusiones. Y todas las ilusiones nacen de la muerte. ¿Qué puede nacer de la muerte y tener vida? Las inconsistencias, las transigencias y los rituales que el mundo fomenta en sus vanos intentos de aferrarse a la muerte y al mismo tiempo pensar que el amor es real, no son sino necios trucos mágicos que no tienen sentido ni eficacia.
La única tarea puede definirse de la siguiente manera: no hagas ningún trato en el que la muerte sea parte integrante de él. No creas en la crueldad, ni permitas que el ataque oculte la verdad en ti. Lo que parece morir, tan sólo se ha percibido incorrectamente y se ha llevado al campo de las ilusiones. De ahí que la tarea ahora sea permitir que las ilusiones sean llevadas ante la verdad.
Mantente firme sólo en esto: no te dejes engañar por la "realidad" de ninguna forma cambiante. La verdad no cambia ni fluctúa, ni sucumbe ante la muerte o la destrucción. ¿Y cuál es el final de la muerte? Nada más que esto: El reconocimiento de que eres inocente ahora y siempre.
Nada más que eso. Pero no olvides que tampoco es menos.
La superación de la muerte o el triunfo sobre ella es un re-despertar o renacimiento; un cambio de parecer con respecto al significado del mundo. Es la aceptación de la interpretación del Espíritu con respecto al propósito del mundo. Es el fin de los sueños de aflicción y la jubilosa conciencia del sueño final del Espíritu. Es el reconocimiento de todos los dones que se nos han concedido. Es el sueño en el que el cuerpo opera perfectamente al no tener otra función que la de ser un medio de comunicación. Es el abandono de cualquier otro propósito, cualquier otro interés, cualquier otro deseo o cualquier otro empeño.
Al afirmar la vida, se niega la muerte. De esta manera, la forma de pensar del mundo se invierte por completo. Al reconocer que la vida es la salvación, cualquier clase de dolor o aflicción se percibe como el infierno. Ya no se le teme al amor, sino que se le da jubilosamente la bienvenida. Y ahora, por fin, la verdad puede llegar. Todos los corazones palpitantes, de vida, se encuentran tranquilos y llenos de gran expectación porque la hora de lo eterno está llegando. La muerte no existe. Eres libre. Y en tu libertad radica el fin del miedo. Ya no quedan en la tierra lugares ocultos que puedan dar refugio a ilusiones enfermizas, a sueños de temor o a percepciones falsas del universo. Todas las cosas se ven en la luz, y en la luz se transforma y se comprende su propósito. Y nosotros nos levantamos del polvo y contemplamos nuestra perfecta impecabilidad. Ahora no hay distinciones y el Amor se contempla a Sí Mismo.
Éstas son las cosas que nos aguardan a todos, pero aún no estamos listos. Mientras quede una sola mente poseída por sueños de maldad, el pensamiento de la muerte será real. ¡Despierta tú, que duermes! y ve las maravillas de vida que te rodean ocupar el lugar de tus ilusiones. Reemplaza los pensamientos de ataque, destrucción y muerte por todas las bendiciones que se te han dado y verás el amanecer de un nuevo día en el que no habrá más muerte.
Esta idea debe ser aceptada en su totalidad o rechazada completamente, pues es totalmente cierta o totalmente falsa, y no puede ser parcialmente creída. Te liberarás del sufrimiento completamente o nada en absoluto. No hay término medio. En este momento es donde el camino tiene dos direcciones diferentes. Por fuerza hay que tomar una dirección u otra. Todo el propósito de haber llegado tan lejos como está este punto es decidir que camino vas a tomar ahora.
¿Te gusta lo que hemos construido? Un mundo de asesinatos y ataques, donde vas arrastrándote en medio de peligros constantes, solo y con miedo, esperando en el mejor de los casos que la muerte esperará un poco más. ¡Tú has inventado esto! Es una representación de lo que crees que eres y de cómo te ves a ti mismo. Esta enfermiza visión de ti mismo es cuidadosamente mantenida por tu mente.
¿Te ha hecho muy feliz este cúmulo de locuras? ¿Y si reconocieras que este mundo es una ilusión? ¿Y si comprendieras que realmente lo has fabricado con tu mente separada?
Las ilusiones desaparecen cuando se las reconoce como tales. Todo lo que necesitas es reconocer que tu vida es el resultado de las creencias que tienes. Nada puede hacerte daño si tú no le das el poder de hacerlo. Diste ese poder al miedo, a la culpa, al sufrimiento, a la enfermedad, al dolor y a la muerte.
El cuerpo es el arma que la mente ha elegido para buscar poder al relacionarse. Esto no es sino una idolatría. Es una situación de aislamiento. "Ofrece espinas a otro y serás tú el crucificado".
Al principio, la visión llegará en forma de destellos, pero eso será suficiente. La paz vendrá a todos los que la pidan con un deseo real y sincero. ¡Ahora celebremos la vida!
El mundo que ves es lo que tú has dado. Tal como la persona piensa, así es lo que percibe. No quieras cambiar el mundo, sino tus creencias sobre el mundo. Para lograr una visión de la verdad debes reconocer que sólo eres tú el responsable de lo que ves. Cuando te sientes indefenso te estás engañando a ti mismo. Todo lo que ocurre lo has elegido tú. Si sufres es porque la muerte fue tu meta. Tu mente separada mira hacia adentro y te ve pequeño, vulnerable y miedoso. Como consecuencia de esto te sientes deprimido, sin valor alguno y tienes sensación de irrealidad e impermanencia.

este morir incesante,
tenaz, esta muerte viva,
¡oh Dios! que te está matando
en tus hechuras estrictas,
en las rosas y en las piedras,
en las estrellas ariscas
y en la carne que se gasta
como una hoguera encendida,
por el canto, por el sueño
por el color de la vista

...que acaso te han muerto allá
siglos de edades arriba,
sin advertirlo nosotros,
migajas, borra, cenizas
de ti, que sigues presente
como una estrella mentida
por su sola luz, por una
luz sin estrella, vacía,
que llega al mundo escondiendo
su catástrofe infinita.

José Gorostiza


El tiempo tiene como fin ser un medio para demostrar que el infierno es real, que toda esperanza acaba en desesperación y que la vida misma sucumbirá ante la muerte. Pues sólo con la muerte se reconcilian los opuestos, ya que poner fin a la contradicción es morir. Y así, se considera que la salvación es la muerte, pues la vida se ve como un conflicto. Resolver el conflicto es, por tanto, poner fin a “tu vida”.
Toda decisión está basada en lo que se ha aprendido. Y la verdad no es algo que se pueda aprender sino tan solo reconocer.
Estas creencias descabelladas pueden llegar a arraigarse profundamente y de manera inconsciente, y atenazar a la mente con un terror y una ansiedad tan intensos que le resulta imposible abandonar las ideas que tiene acerca de su propia seguridad. Tiene que ser salvada de la salvación, sentirse amenazada para estar a salvo y armarse de una coraza mágica que la proteja de la verdad. Y estas decisiones se toman de manera inconsciente para mantenerlas convenientemente protegidas y para que no se puedan cuestionar, someter al escrutinio de la razón o dudar de ellas.

Carlos F. Hombrados
Asesor Vitalista

2 comentarios:

Anónimo dijo...

qqqqqqqqqqqqqqqqq¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Como que no hay ningun comentario.
wuhu soy el primero, y esq me pone feliz ser el primero en comentar : ).
Primero gracias por la información que comparten muy buena , la muerte es el producto que nos vende esta sociedad oscurantista , muy bien aceptado por cierto ya que es nuestra erronea idea de conseguir paz (solo muerto),que es lo que mas e aprendido de la vida sino el deseo de morir, por todas las ilusiones de este mundo bizarro.
Hoy estas letras no serian escritas y mi unika huella en el mundo seria en las estadisticas de suicidios de mi estado,
e querido sufrir por mi propia cuenta y comerme el sufrimirnto para vomitarlo y volverlo a comer al borde de ya no querer "vivir" sin darme cuenta, sin abrir los ojos y percibir lo real, hoy mi cuerpo sufre por que mi mente se emfermo "por lo establecido"
pero ahora es lo que cuenta, limpiar la mente
para purificar el cuerpo y sentir todo ese amor que no nos dejan ver en toda esta oscuridad.
vivamos nuestra vida como una obra de arte porque es lo que somos.

Centro Fénix dijo...

gracias por tu compartir lleno de fuerza y de esperanza, pero sobre todo del deseo de salir de la alineación que consume al ser humano en toda su extensión por este mundo que acoge nuestra amada Madre Tierra. Y si, como puedes comprobar la muerte es un tabú en este mundo que habitamos y es algo en lo que la gente no quiere pensar y mucho menos hablar, todo el mundo sabe que va a morir, pero nadie quiere aceptar la evidencia. Investigar y descubrir que la muerte puede llegar a ser nuestra mejor consejera, nos pone en condiciones de disfrutar más plenamente nuestras vidas y ese es un verdadero secreto, que como parece tú has encontrado.
Un saludo y gracias por existir. Eres una inspiración.