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CIENCIAS ETERNAS


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lunes, marzo 11, 2024

Ley de Tres - Primera Parte

Parece extraño clasificar los números en «limitados e ilimitados; pares e impares; sencillos y múltiples; derechos e izquierdos; masculinos y femeninos; rectangulares y curvados; claros y oscuros; buenos y malos; cuadrados y oblongos». Y nos parece igualmente extraño denominar al cinco el número del «amor», y al ocho, el de la «justicia». Pero nos parecerá menos extraño si examinamos el pensamiento que llevó a realizar dichas atribuciones.

El hecho de que la mente humana pueda discriminar demuestra que el número dos tiene un significado distinto al del uno. La capacidad de distinguir implica diferencia, y la diferencia requiere el dos para tener algún significado.
Evidentemente, podemos crear trampas lingüísticas, y afirmar que no hay forma de probar que el lenguaje se corresponde con la «realidad». Este tipo de trampa no tiene escapatoria. Pero si concedemos que, de algún modo, el lenguaje se corresponde con la realidad, entonces, desde el punto de vista filosófico, el número adquiere significado, y los números dejan de ser meras abstracciones intelectuales.

Por la experiencia cotidiana, somos conscientes de que el universo constituye un sistema increíblemente heterogéneo hecho de una multiplicidad de aparentes unidades. Una persona es una unidad, hecha de una multiplicidad de células, cada una de las cuales es una unidad hecha de una multiplicidad de moléculas, cada una de las cuales es una unidad hecha de una multiplicidad de átomos, cada uno de los cuales es una unidad hecha de una multiplicidad de «partículas», para cuya descripción ya no basta el lenguaje ordinario: vistas de una manera, son partículas, o unidades; vistas de otra, son formas de comportamiento de la energía; y es la energía lo que hoy se considera la unidad última que subyace al universo material.

La misma línea de pensamiento, aplicada a la esfera macrocósmica, lleva a la misma conclusión. La persona es una unidad que constituye un aspecto del planeta Tierra, el cual es una unidad, que, a su vez, forma parte del sistema solar, el cual es una unidad... y así sucesivamente hasta las galaxias, que, en su conjunto, constituyen la inimaginable unidad que llamamos «universo». Los positivistas y ciertos filósofos lingüísticos podrían argumentar que el concepto de universo es una falacia, que el universo es una ilusión, que no es más que la suma de sus partes. Pero, en ese caso, una persona —o un positivista— es también una falacia y una ilusión, porque tampoco es más que la suma de sus partes.

La multiplicidad presupone la unidad. La multiplicidad carece de sentido a menos que también la unidad lo tenga. Ambos términos confieren un significado real al número, y no meramente abstracto.
Es el modo en que nuestros sentidos reciben la información el que crea un problema automático y, a menudo, insuperable. La multiplicidad asalta nuestros sentidos por todas partes, mientras que las unidades a las que denominamos «persona», «célula» y «molécula» son provisionales y relativas; y nosotros lo sabemos. Filosófica y lógicamente, podemos postular una unidad última, pero ésta resulta impalpable para nuestros sentidos.

Estamos obligados a reconocer los límites de la razón, así como la necesaria realidad de ámbitos a los que la razón no tiene acceso. Y aunque la razón por sí misma no pone a los hombres en la senda de una tradición iniciática (esa es la función de la conciencia), sí resulta suficiente para invalidar el escepticismo.
Son los sentidos los que nos hacen escépticos. Cuando los científicos y los intelectuales afirman que su ateísmo o su agnosticismo se les impone por la «razón», mienten. Lo que ocurre es simplemente que no han logrado aplicar su razón a los datos relativos y provisionales que les envían sus sentidos.

Lo que hoy se denomina «mística del número» pitagórica tiene un origen egipcio (si es que no es más antiguo), y corresponde a la filosofía que subyace a todas las artes y ciencias de Egipto. En realidad, lo que hizo Pitágoras fue desdramatizar el mito, una estrategia que tenía la ventaja de hablar directamente a quienes eran capaces de pensar en aquellos términos.

El trabajo de Schwaller de Lubicz, así como el de algunos otros pensadores contemporáneos (por ejemplo, J. G. Bennett), complementario pero independiente, ha hecho posible reformular la teoría pitagórica de una manera aceptable para nuestro pensamiento. Cuando la aplicamos al mito egipcio, se hace patente que estos curiosos relatos se basan en el conocimiento del número y de la interrelación de los números, y no en el animismo, las supersticiones tribales, las disputas sacerdotales, la materia prima de la historia o los sueños.

1- Uno. El absoluto o la unidad, creó la multiplicidad a partir de sí mismo. Uno se convirtió en dos. Esto es lo que Schwaller de Lubicz denomina «escisión (división, separación) primordial». Ésta será siempre insondable e incomprensible para las facultades humanas (aunque el lenguaje nos permita expresar lo que no podemos comprender).

La creación del universo es un misterio. Pero en Egipto éste se consideraba el único misterio ineluctable: más allá de la escisión primordial todo resulta, en principio, comprensible.
Y si se objeta que una filosofía basada en un misterio es insatisfactoria, hay que recordar que la ciencia moderna está plagada no sólo de misterios, sino de abstracciones que no se corresponden con ninguna experiencia posible en la realidad: el cero, que es una negación; el infinito, que es una abstracción; y la raíz cuadrada de menos uno, que es ambas cosas. Egipto evitó cuidadosamente lo abstracto. Tum (causa trascendente), al mirarse a sí mismo, creó a Atum a partir de Nun, las aguas primigenias.

En nuestros términos, la unidad, el absoluto o energía no polarizada, al hacerse consciente de sí, crea la energía polarizada. El uno se convierte simultáneamente en el dos y el tres. El dos, considerado en sí mismo, es divisible por naturaleza. El dos representa el principio de multiplicidad; cuando se desboca, el dos es la llamada del caos. El dos es la caída. Pero el dos se reconcilia con la unidad, se incluye en la unidad, por la creación simultánea del tres. El tres representa el principio de reconciliación, de relación (este «tres en uno» es, obviamente, la trinidad cristiana, la misma trinidad que se describe en innumerables mitologías de todo el mundo).

Los números no son abstracciones ni entidades en sí mismos. Los números son nombres aplicados a las funciones y principios sobre los que el universo se crea y se mantiene. A través del estudio del número —quizás sólo a través del estudio del número— se pueden comprender estas funciones y principios. En términos generales, damos todas estas funciones y principios por sentados; ni siquiera nos damos cuenta de que subyacen a toda nuestra experiencia y de que, al mismo tiempo, en gran medida los ignoramos. Sólo podemos medir los resultados, que nos proporcionan datos cuantitativos, pero no comprensión.

Experimentamos el mundo en términos de nacimiento, crecimiento, fertilización, maduración, senescencia, muerte y renovación; en términos de tiempo y espacio, distancia, dirección y velocidad. Pero la ciencia contemporánea sólo puede explicar todo esto en términos parciales, superficiales, cuantitativos. Y o bien se niega a admitir estas deficiencias, o bien aplica a los diversos misterios etiquetas impresionantes, pero carentes de significado. Con su nuevo y elocuente vocabulario, insiste en que el misterio se ha resuelto. «Presión selectiva», «valor de supervivencia», «interacción entre la genética y el entorno»: analice cualquiera de estas expresiones y encontrará que tras ellas subyacen todos los misterios de la fecundación, el nacimiento, el crecimiento, la maduración, la senescencia, la muerte y la renovación. Ninguno de ellos se puede explicar por el método científico.
Sin embargo, a partir de la reformulación de la mística pitagórica del número se puede tener una idea de su naturaleza. Schwaller de Lubicz denomina a la filosofía basada en el pitagorismo «la única filosofía verdadera». No se trata de arrogancia, sino del reconocimiento del hecho de que por este medio podemos empezar a comprender el mundo tal como lo experimentamos.

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sábado, febrero 24, 2024

Autoeficacia

Autoeficacia es el juicio positivo de nuestra capacidad de actuar. Pero, la autoeficacia no es lo mismo que nuestras capacidades reales, sino más bien lo que creemos que podemos llegar a hacer con ellas. Por sí sola, nuestra capacidad no basta para garantizar el desempeño óptimo, sino que también debemos creer en ella para poder sacarle el máximo provecho.

Las personas autoeficaces afrontan sin dificultades los desafíos pero quienes dudan de sí mismos la mayor parte de las veces ni siquiera lo intentan, por bien que puedan hacerlo. Dicho de otra manera, la confianza en uno mismo alienta nuestras esperanzas mientras que la duda las socava.

Existe una relación muy estrecha entre la conciencia de uno mismo y la autoconfianza. Cada uno de nosotros dispone de un mapa interno de sus propias preferencias. La sensación de autoeficacia es específica de un dominio concreto, ya que lo bien que creamos que podemos desempeñar una labor no equivale a lo que podamos hacer en un dominio paralelo de la vida cotidiana.

Se suelen evitar aquellas situaciones o entornos en los que se tiene miedo de fracasar, aun cuando realmente se posean las capacidades requeridas para poder afrontar con éxito una determinada tarea porque, si no creemos ser capaces de superar sus desafíos, nos comportaremos de un modo que terminará abocándonos en el fracaso. La misma idea de que “no puedo hacerlo” resulta paralizante.

Tener el necesario valor de expresarse y la idea de poder saltarse las reglas y los procedimientos usuales, son las cualidades distintivas de la confianza en uno mismo.
Las personas dotadas de una mayor confianza en sí mismas serán las que se hallen más dispuestas a asumir el riesgo de expresar y denunciar los problemas y las injusticias que los demás solo se atreven a eludir o mencionar en voz baja.

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lunes, febrero 19, 2024

Energía Vital


Siempre ha existido una energía oculta, una fuerza vital, en las cosas que son auténticas y genuinas. Esta energía emana de cosas reales, naturales y, como el contacto humano, el amor, el arte hecho con el ingenio sensible, la música tocada por humanos, todo lo relacionado con la naturaleza, los animales, los árboles.

No se necesitan pruebas de ello, sólo un sentimiento. Y tendría curiosidad por saber si nos van a poder engañar haciéndonos pensar que todo estaría bien si esta energía estuviera ausente. Dudo que se pueda saber de inmediato.

Esta energía oculta está en todas partes y, a lo largo de los siglos, los seres humanos se han alejado cada vez más de ella. Hubo un tiempo en que estuvo presente en casi todo. Si las manos humanas tenían voz y voto en la creación de algo, estaba ahí. Los artesanos que construyeron su hogar en el siglo XIX, a través de sus manos, con el corazón y mente hábiles, transmitieron esta energía oculta. Los artistas que crean esculturas, pinturas y música siempre presentaron en su trabajo algo que la gente admiraba y encontraba reconfortante. Se encontraba en la poesía, la literatura y cualquier cosa creada por un ser humano.

Y, por supuesto, se encontraba en el amor y el amor transmitido de un ser humano a otro a través del tacto, el abrazo, el estar presente y hacer el amor. El contacto visual fue suficiente incluso para transmitir esta energía oculta. Al reunirse, estuvo presente. Caminar de la mano por la calle o por un prado. Se hizo presente en una sonrisa y un gesto cortés.

Sin embargo, a lo largo de los tiempos recientes, hemos hecho todo lo posible para erradicar cualquier cosa que transmita esta energía oculta. Luchamos por reemplazar a los artesanos humanos, luchamos por mecanizar la construcción, luchamos por sustituir a los humanos y el contacto humano siempre que podamos. Incluso sustituyendo al personal de caja y a los camareros en los restaurantes, estamos destruyendo la transmisión del alma. Estamos perdiendo rápidamente esta energía oculta. Todavía está aquí hasta cierto punto, pero está desapareciendo rápidamente.

El transhumanismo lidera el grupo en este esfuerzo, pero vemos el desgarro de esta energía dondequiera que miremos si observamos con atención. Debido a que es una energía oculta, es fácil pasarla por alto. Y como nadie parece pensar que sea importante, como una vitamina faltante que es esencial para la vida, nadie está haciendo un esfuerzo por detener este ataque. Nuestra conexión con el espíritu es a través de nuestra conexión con la naturaleza y nuestra creatividad humana. Somos humanos y, como humanos, participamos en el mundo natural de la creación. Cuando nosotros, como seres humanos, tocamos algo, amamos algo y creamos algo desde el corazón, expresamos humanidad y, por tanto, expresamos la naturaleza y, por tanto, expresamos la Creación. Cuando esta expresión desaparezca, nosotros no tenderemos sentido.

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jueves, febrero 15, 2024

Los Hemisferios Cerebrales

Nuestro cerebro está dividido en los hemisferios derecho e izquierdo que están unidos y comunicados por medio del cuerpo calloso.
Tener dos hemisferios es importante para un órgano fundamental como el cerebro, porque en ocasiones, si hay una lesión en un hemisferio del cerebro que afecte alguna función, el otro hemisferio puede llegar suplirla y realizarla.

Los dos hemisferios están separados, pero también comunicados por el cuerpo calloso, que es una porción de masa encefálica que contiene también infinidad de fibras nerviosas.

Los dos hemisferios no son idénticos. Comparten algunas funciones como las del pensamiento y la regulación de la temperatura del cuerpo, pero también realizan otras diferentes.

El hemisferio cerebral izquierdo controla el lenguaje, el pensamiento lógico y la escritura. En él se encuentra el centro del habla, del pensamiento que nos permite analizar lo que sucede y del control de la mano derecha. También controla la capacidad para las matemáticas y la sensibilidad.

El hemisferio cerebral derecho controla el pensamiento creativo, controla la mano izquierda, la fantasía, el talento musical y todas las actividades artísticas que podemos desarrollar.

Hemisferios Cerebrales

Sincronización de los Hemisferios Cerebrales con Kensiología

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domingo, febrero 11, 2024

El Estigma de la Modernidad hacia la Vejez


"Es totalmente falso y cruelmente arbitrario poner todo el juego y el aprendizaje en la infancia, todo el trabajo en la mediana edad, y todos los pesares en la vejez."
.- Margaret Mead.


Simone de Beauvoir, en su libro "La vejez", cuenta: "Cuando Buda era todavía el príncipe Sidarta, encerrado por su padre en un magnífico palacio, se escapó varias veces para pasearse en coche por los alrededores. En su primera salida encontró a un hombre achacoso, desdentado, todo lleno de arrugas, canoso, encorvado, apoyado en un bastón, balbuceante y tembloroso.
Ante su asombro, el cochero le explicó lo que es un viejo: "Que desgracia -exclamó el príncipe-, que los seres débiles e ignorantes, embriagados por el orgullo propio de la juventud, no vean la vejez. Volvamos rápido a casa. De qué sirven los juegos y las alegrías si soy la morada de la futura vejez"

Buda reconoció en un anciano su propio destino porque, nacido para salvar a los hombres, quiso asumir su condición total. En eso se diferenciaba de ellos, que eluden los aspectos que les desagradan. Y en particular la vejez.

Norteamérica ha tachado de su vocabulario la palabra muerte: se habla del ser querido que se fue; asimismo evita toda referencia a la edad avanzada. En Francia, actualmente, es también un tema prohibido. Cuando al final de la fuerza de las cosas infringí ese tabú, ¡qué indignación provoqué! Admitir que yo estaba en el umbral de la vejez acechaba a todas las mujeres, que ya se había apoderado de muchas. ¡Con amabilidad o con cólera mucha gente, sobre todo gente de edad, me repitió abundantemente que la vejez no existe! Hay gente menos joven que otra, eso es todo. Para la sociedad, la vejez parece una especie de secreto vergonzoso del cual es indecente hablar. Sobre la mujer, el niño, el adolescente, existe en todos los sectores una abundante literatura; fuera de las obras especializadas, las alusiones a la vejez son muy raras. Un autor de historietas cómicas tuvo que rehacer toda una serie porque había incluido en sus personajes a una pareja de abuelos: "Suprima a los viejos", le ordenaron.

David Le Breton, especializado en la antropología del cuerpo, escribe que, en realidad... "el envejecimiento es una abstracción. Con una lentitud infinita, el paso del tiempo se marca en el rostro y en los gestos, limita la acción, pero sin ruptura, sin traumatismo. Envejecer es un camino lento, no pesa nunca; sólo la última gota hace desbordar el vaso. Durante gran parte de la existencia las personas mayores son los otros (...). La conciencia de envejecer o de ser una persona mayor nace de la mirada del otro".

"La modernidad tiende a hacer de la vejez un estigma. La vejez se desliza lentamente fuera del campo simbólico, porque deroga los valores centrales de la modernidad: la juventud, la seducción, la vitalidad, el trabajo, los resultados. Sin quererlo es una encarnación de lo rechazado, como el “discapacitado”, la enfermedad, la proximidad de la muerte o la muerte misma (...)."

"La persona que envejece, cada uno de nosotros lo sabrá un día, es el niño que fue: el mismo rostro, el mismo asombro frente al mundo. Del niño al viejo, existe una continuidad inquietante, una semejanza nunca desmentida. De ahí que, muy viejos, morimos con el rostro de nuestra infancia, pero somos los únicos en saberlo." "Una comediante americana enunciaba en voz alta el murmullo íntimo que atormenta a muchos de nuestros contemporáneos: “Yo acepto ser vieja..., pero ¡no soporto verme vieja!”.

"Hoy es necesario, si no vivir eternamente, al menos desaparecer muy viejo con un rostro de eterna juventud, incluso al precio de penosas cirugías estéticas. Engañar ostentando los signos de una juventud intacta pese a los años para no perder simbólicamente su lugar en el campo social."

"En otras sociedades, el envejecimiento que marca los rasgos y blanquea los cabellos aumenta el prestigio y la dignidad, pero no es el caso en las nuestras."

"Antes, el ser humano envejecía y moría porque estos eventos estaban en el orden de las cosas. Sería larga la lista de sociedades hospitalarias con la vejez, que hacen de la edad el signo de una dignidad y de un valor simbólico crecientes en el destino del grupo". Pero "El ser humano contemporáneo no quiere envejecer".

Y esto es porque "En nuestra sociedad industrializada el elemento integrador por excelencia es el trabajo, del cual emana el prestigio social, los ingresos económicos y el nivel de vida, buena parte de las relaciones sociales y de los grupos de pertenencia, y otros referentes básicos para la vida y la identidad de cada persona. Por tanto, el individuo que no trabaja vive en una especie de estado social liminar en el que no disfruta de una identidad ni de un prestigio propios" apostilla el antropólogo Josep M. Fericgla.

"Vemos desde el ángulo de la antropología cultural que el respeto por el anciano ha sido la regla. Pero el anciano, en tanto y cuanto no suponía una carga para el grupo, ya que el que no reuniese estas condiciones, rápidamente era eliminado del mundo de los vivos." afirma el antropólogo José Manuel Reverte Coma.

Y continúa: "Entre los indios cunas de Panamá, el jefe es elegido entre los viejos más capaces y las parteras (mu) cargo de máxima responsabilidad entre las mujeres. En este mismo grupo étnico, el viejo que ya no puede valerse por sí mismo, no tardaba en ser tratado con "ina nusu" o "medicina para las lombrices", que es la Spiegelia anthelmia L., cuyas hojas, después de hervidas, se transforma en poderoso veneno que acaba con la penosa carga de la vida en unos instantes."

En realidad, en algunos pueblos, la gerontocracia es algo común. "Los chukchis de Siberia, que por su condición de nómadas no pueden andarse con muchas contemplaciones, a los viejos que no pueden realizar ya las más elementales faenas, los abandonan en medio de la nieve a temperaturas de 50º a 70º C bajo cero. Y esto, que parece gran crueldad, lo hacen muchas veces a petición del propio anciano".

Aunque "en diversos continentes encontramos, por ejemplo, a los arunda de Australia que nunca abandonan a sus ancianos. Por el contrario, los tratan con una bondad y un respeto especiales, reservándoles los mejores bocados por medio de tabús y proveyendo a los que no pueden cuidar de sí mismos. Entre los semang de la Península Malaya, los ancianos son respetados y honrados entre ellos, como lo demuestra el hecho de que nunca se les contradice. Cuando no pueden ya trabajar, sus hijos les proporcionan comida y a menudo los llevan a la espalda cuando se trasladan de un campamento a otro. Jamás se trata con dureza a los enfermos y a los achacosos, mucho menos se les abandona o se les mata."

"El último valor característicamente estadounidense que genera prejuicios contra los mayores es el culto a la juventud." subraya el antropólogo Jared Diamond. "Es cierto que este mundo moderno de rápidos cambios tecnológicos y competitividad, otorga ventaja a la juventud recientemente educada, que posee velocidad, resistencia, fuerza, agilidad y reflejos rápidos. Sin embargo, el culto a la juventud se extiende a otras esferas gravemente injustas (...)"

"Los anuncios de refrescos, cerveza y coches siempre cuentan con modelos jóvenes, si bien los ancianos consumen todos esos productos. Sin embargo, las imágenes de personas mayores se utilizan para vender pañales para adultos, medicamentos contra la artritis y planes de jubilación. (...) No es de asunto grave que no se contraten a modelos de 70 años para vender refrescos, pero sí que los aspirantes a un puesto de trabajo sean ignorados continuamente para las entrevistas, y que los pacientes de más edad no tengan tanta prioridad en la atención médica. (...)"

"La visión negativa de la edad no sólo es cosa de los jóvenes. Los estadounidenses creen que los ancianos son aburridos, retrógrados, dependientes, aislados, solitarios, estrechos de miras, ignorados, anticuados, pasivos, pobres, sedentarios, sexualmente inactivos, enfermos, distraídos... y que pasan gran parte del día durmiendo, sentados, sin hacer nada o recordando con nostalgia el pasado. Esas ideas eran compartidas por igual por los ancianos y los jóvenes."

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viernes, enero 12, 2024

Anormalidad de la Nueva Realidad

Uno de los principales objetivos de la agenda de la nueva normalidad es perturbar la relación de cada individuo humano con el mundo real.

El objetivo final de la política globalista es el control de todos los aspectos de la vida, logrado mediante la inserción de un filtro digital entre las personas y la realidad. Banca, comunicación, consumo de medios, compras. Todas las interacciones se realizarán a través de una membrana digital que podrá controlar tus intercambios con el mundo y, si lo considera necesario, negarte el acceso a ese mundo.
Al hacer que cada compra sea remota, que cada interacción sea digital, pueden perturbar la capacidad de todo el mundo para interactuar con la realidad.

Sin embargo, también podría estar en juego una política más sutil y potencialmente destructiva, que ataca la capacidad de las personas para comprender o incluso percibir esa realidad. Una guerra contra, a falta de una palabra mejor, la realidad: las leyes físicas que gobiernan nuestro mundo, las respuestas emocionales de humano a humano, la existencia misma del pensamiento racional.
Esta es la pérfida irrealidad de la "nueva normalidad": Alimentar y normalizar un estado persistente y omnipresente de no-realidad. ¿Por qué? ¿Cuál es el beneficio de cultivar la irrealidad? Es una pregunta complicada con un sinfín de posibles respuestas entrelazadas.

La tendencia del individuo psicópata es mentir sin ningún propósito, mentir incluso cuando la verdad serviría mejor a sus intereses. Esto se debe a que los psicópatas son adictos al control, y la máxima expresión de control es crear un mundo falso y hacer que la gente viva en él.
Esto se aplica tanto a las instituciones como a los individuos. Quizá más. Para una élite dominante autoritaria, los relatos demenciales sirven tanto de prueba de lealtad como de ritual de humillación.

Si te dan algo imposible de creer y no lo cuestionas, estás demostrando mayor lealtad a la autoridad que está por encima de ti que a la realidad que te rodea.
Cuanto más absurda es la mentira que crees -o dices creer- más leal eres al Partido. Cuanto más enroscas tu propia mente a las órdenes de la clase dirigente, más te hundes en la obediencia, más te humillas.
Cuanto más te humillas, más dejas de ser tú mismo.

La humillación es la máxima demostración de control, y demostrar control es importante para una estructura de poder aferrada a la inseguridad y siempre al borde del colapso.

Esta idea de control social a través de la creencia colectiva es anterior a Covid y data de décadas atrás. Por ejemplo, la "teoría de la bala mágica", una explicación que no es tal. Física teórica llevada al límite. Incluye literalmente la palabra "magia". Y la gente lo repetía, tal vez incluso se lo creía, en lugar de enfrentarse al mundo real en el que esa idea era claramente ridícula. Cambiando su cordura por la comodidad de pertenecer.

Contar mentiras escandalosamente disparatadas te permite demostrar tu poder sobre la gente. Pero también te permite cultivar ese poder. Preparar el terreno para que las mentiras útiles arraiguen con facilidad. Porque es más fácil engañar a la gente que no tiene ni idea de lo que significa la verdad. Porque si se consigue convencerles de que abandonen el sentido común, las narraciones dejan de estar atadas por la aplastante monotonía de la causalidad, el tiempo lineal o las leyes de la física.

En un mundo sin razón ni regla, todo lo que te cuenten se vuelve inherentemente creíble. En un mundo donde nada es verdad, cualquier cosa podría serlo.
Te pueden decir que si te quitan el dinero nos enriquecemos los dos, y nunca te darás cuenta de que te están robando.
Pueden decirte que los barrotes y las cadenas son una expresión de libertad, y nunca te darás cuenta de que eres su esclavo.

En resumen, utilizan narrativas disparatadas para erosionar la idea de verdad objetiva, porque si ni siquiera sabes que tal cosa existe eres mucho más fácil de controlar.
Esta es la pérfida irrealidad de la "nueva normalidad". No se trata sólo de engaño, falsedad o propaganda.
Se trata de quebrar tu espíritu y tu mente.

Fuente: Off Guardian

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martes, octubre 10, 2023

Cuestión de Liderazgo

¿Quién os inspira más confianza?

Me llama la atención la proliferación de "conferenciantes" de curso intensivo ad hoc que imparten charlas en empresas y eventos multitudinarios sin más experiencia vital que ser los jóvenes hackers del momento, el influencer carismático o el personaje más llamativo. Durante un tiempo, estos actores se mantienen en escena, pero las modas son pasajeras. Oída una charla, oídas todas. Como decía Marco Aurelio: "Conviene reflexionar en aquellos que [...] alcanzaron la cumbre de los honores, de la desgracia, del odio o de las suertes más dispares. Después, reflexiona: ¿Ahora qué queda de todo esto? Humo, ceniza y leyenda, y ni aun esta última”.

Estos personajes suelen maquillar sus relatos con historias de caída a los infiernos y su lucha tras resurgir de las cenizas. Todos siguen el mismo guion. En la mayoría de casos, se trata de personas impulsivas y temerarias, que no tienen dominio alguno de sí mismas y que a menudo dejan que sus emociones o adicciones las controlen. Para mí, estas personas son impredecibles. ¿Tú confiarías en alguien así para liderar a tu equipo, para dar una charla en tu empresa?

En mi profesión de militar, la vida de muchas personas –literalmente- depende de cómo ejerzas tu mando, de cómo seas capaz de seguir los protocolos de actuación ante situaciones intensas de ESTRÉS y PELIGRO y, por tanto, de la habilidad para evitar la improvisación o la actuación bajo impulsos. Cuando demuestras dominio de ti mismo, demuestras a tus jefes y compañeros que posees la fuerza interior y firmeza necesaria para desplegar un liderazgo eficaz.

No hay nadie que no haya sufrido a lo largo de su vida un dolor emocional. Esos dolores emocionales son lo que llamamos “mochilas” y todos llevamos una a cuestas. Si no sabemos lidiar con ese dolor emocional, puede durar años. Si durante esos años, lo transformas en un espectáculo, acabará por manifestarse con dolores, enfermedades y la dependencia a opiáceos. Explotar "dolorosas" historias a cambio de suculentas tarifas, tiene el riesgo de ser fagocitado por el personaje. Conferenciantes que son exhibidos como atracciones de feria. El público quiere espectáculo. Pero la catarsis no se hace sobre un escenario, sino en consulta y bajo supervisión médica.

Como militar he aprendido a ejercer el autodominio, lo que comienza con la VISIÓN de cómo quieres que sea tu vida. Aquellas personas que tenemos una alta autodisciplina sabemos a dónde queremos ir en la vida y esa visión nos da la FUERZA para alcanzar nuestros objetivos. Hemos aprendido a establecer METAS PERSONALES y a adquirir el hábito de avanzar hacia esos objetivos día a día, con calma y confianza. Somos capaces de inspirar y enseñar con dilatada carrera vital y profesional.

Confía en quienes estén por derecho propio, no por el aplauso fácil.

Autora: María Inmaculada Antúnez Olivas

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miércoles, agosto 23, 2023

Tiranía del Cientifismo Causa y Efecto


La violación del mundo natural es la invasión fálica del cientifismo. Con su intento de arrancar los secretos y misterios de la naturaleza mediante el asalto de la fuerza humana, disfrazada de curiosidad y búsqueda del conocimiento. ¿De qué nos ha servido realmente? ¿Qué bien más allá de hacer las cosas más fáciles, más rápidas, menos significativas?

Muchos dirán que los avances de la tecnología médica nos han alargado la vida y han disminuido nuestro sufrimiento al destruir parásitos que se alimentan del cuerpo humano o bacterias que hacen lo mismo, lo que provoca mucho dolor y sufrimiento. La medicina mecánica ha remendado huesos y cosido piel desgarrada y órganos dañados. Pero, ¿es realmente cierto, en general, que la ciencia y este descubrimiento del funcionamiento interno de la naturaleza han hecho que la experiencia humana sea de mayor calidad?

Por supuesto, la propia ciencia ha hecho maravillas en ciertos aspectos. A veces ha sido el resultado de la curiosidad y el asombro. Pero no siempre, y menos en nuestra moderna cultura materialista y consumista.

“Algo con lo que estos opresores no pueden lidiar y apenas comprenden, si es que lo hacen, es la otra faceta que tenemos los humanos. El lado visionario, que algunos llaman sobrenatural, pero que en realidad es natural, forma parte de nosotros, pero ha sido suprimido durante unos cientos de años desde la Edad de la Razón y el auge de lo que yo llamo "cientificismo", el culto al materialismo y al orden.”

¿Qué significa esto?
En el paradigma materialista actual no significa nada que tenga algún sentido racional. Pero la mayoría de los que hemos reflexionado sobre ello creemos que significa mucho. Hoy el mundo está consumido por el concepto de "materialismo" o "dimensión física". Este paradigma se basa en la creencia de que todo aquello de lo que merece la pena hablar, o incluso tener en cuenta, está formado por diminutas partículas: átomos, por así decirlo, o electrones, protones y otras dudosas "partículas" que los científicos han ido bautizando a lo largo del tiempo.

El único problema de esta visión reduccionista del mundo material o "real" es que estas "cosas" más pequeñas no son cosas en absoluto. El nombre de "partícula" es falso. No existen partículas subatómicas formadas por sustancia material. No son más que ilusiones. No diré que son ilusiones, porque acaban "haciendo" cosas, como unirse para formar moléculas, que forman estructuras más grandes que incluso podemos ver (con amplificación). La energía que poseen estas "partículas" repercute obviamente en otras partículas y forma así la realidad material con la que interactuamos. Pero carecen de sustancia, de dimensión, como parece creer la mayoría de la gente.

Así pues, las partículas subatómicas, que luego forman un átomo, sólo se pueden medir en unidades de energía, o en términos de potencial. No son "dimensionales", es decir, no ocupan espacio y no son sólidas. Entonces, ¿qué son?

Lo siento, no puedo explicarlo. Y probablemente la mayoría de los físicos nucleares tampoco podrían, al menos no en términos que pudiéramos entender. No quiero decir que no "existan", porque es evidente que existen, pero ¿en qué punto se convierten en materia? Estoy seguro de que hay una respuesta a eso, basta con volver a la escuela y doctorarse para obtenerla. Y desde luego no soy un experto, ni siquiera un científico aficionado, así que lo que digo aquí está definitivamente abierto a discusión.

Traigo todo esto a colación sólo para ilustrar el carácter estrafalario de nuestro extraño mundo de "cosas" en el que vivimos, y si alguien intenta decir que nada "real" existe a menos que sea material, como sustancia y forma (como en la solidez), que explique un átomo. Por supuesto negarían que esta aparente ambigüedad no cambie nada al insistir en que el mundo material es la única realidad. Para un materialista, que es una definición adecuada de casi todos los científicos, el universo está formado por objetos materiales.

Intento evitar caer en la antigua fórmula: "si todo es material, ¿qué es el amor?" o, mejor aún, "¿qué es un pensamiento? ¿Qué es un sueño?". Y así sucesivamente. Por supuesto que los materialistas tienen respuestas para estas preguntas, tan patéticas e inútiles como las preguntas mismas. Pero el argumento es sólido. ¿Realmente se puede reducir toda la experiencia humana a componentes materiales, que rebotan unos en otros en forma de "causa y efecto", produciendo así todo lo que experimentamos? Yo creo que no. Ni mucho menos.

Entonces, ¿por qué la ciencia material de causa y efecto es una tiranía? Bueno, no es toda la verdad. Si fuera toda la verdad no habría nada que ocultar, por lo tanto no habría poder en el paradigma materialista. Pero como no es toda la verdad, y en su beligerante insistencia en ser toda la verdad, nos impide a nosotros, los observadores, ver y aplicar el resto de la verdad a nuestra experiencia humana.

Esta "otra verdad" incluye el ya mencionado amor, los sueños, la intuición, el espíritu, el mito, el misterio y una miríada de otras "cosas" muy humanas que, por lo general, si se las dejara hacer su magia (sí, la magia es otra) estaríamos más satisfechos, tendríamos un propósito y una vida más significativa. Lo diré de otro modo: si nos despojaran de nuestra realidad de amor, sueños, intuición, Dios, mito y misterio, difícilmente podríamos llamarnos humanos y difícilmente podríamos tener algún tipo de vida plena. Sin embargo, esto es lo que el "cientificismo" quiere que hagamos: creer que ninguna de estas cosas es real. Ahí reside su tiranía.

Antes de que lo supiéramos todo (la ciencia parece estar afirmando en los últimos años que, ahora, sí lo sabe todo, al menos todo lo que importa, no es un juego de palabras) había un poco de espacio para estas fuerzas "incuantificables". Si la ciencia no tenía una respuesta rápida y fácil a una determinada pregunta, echaba mano del "materialismo promisorio" y se limitaba a decir: "bueno, no podemos responder a eso, pero algún día podremos, puesto que ya sabemos que toda experiencia es explicable a través de una lente material, sabemos que algún día tendremos una respuesta material a esa pregunta."

Parece que hoy en día ni siquiera dicen eso. No esperan una prometedora explicación materialista, sino que se inventan algo. Están tan seguros y presumidos acerca de todo. eso es tiranía. Digo tiranía porque básicamente te pueden manejar como quieran con ese tipo de autoridad: "No tienes ni idea de lo que estás experimentando, con todo tu sentido común, pensamiento crítico e intuición. Déjame que te diga lo que estás experimentando."
"Los científicos descubren", "Los expertos están de acuerdo" o alguna frase parecida antes de inventarse algo. A menudo una mentira descarada.
Lo curioso de esta forma de proceder es que ni siquiera la ciencia, la verdadera ciencia, está siempre de acuerdo.

La tiranía del cientifismo acecha en millones de lugares. Simplemente parece que se les ha dado la oportunidad de utilizar el cientificismo como herramienta tiránica de forma muy descarada. Por ejemplo, Anthony Fauci afirmó que él era la ciencia misma. Qué podría ser más descarado, el autoproclamado Papa de la Ciencia, tal como en el sistema Católico, Dios se comunica a través del Papa, la Ciencia se comunica a través de Fauci.

Podría seguir con otros ejemplos del efecto tranquilizador e hipnotizador de las palabras "los científicos descubren", que suelen dar a la gente un suspiro de alivio al saber que lo más sagrado de lo sagrado ha aprobado lo que sea que encontremos en el mundo natural (o lo contrario, un debilitante golpe de miedo). Comprender el mundo físico es importante, pero no es lo único que hay que comprender, y a la gente se la ha adoctrinado desde que nace para que crea que la "ciencia" es la gran definidora de la realidad.

La ciencia sólo da crédito a la mitad de la cuestión, y en su arrogancia, y la de quienes la practican, ha decidido esgrimir esta credibilidad como arma -no todos los científicos, por cierto, sólo los que están bajo el control del dinero, el poder y el gobierno corrupto-.

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jueves, abril 27, 2023

Algunas Teorias que Perjudican a la Humanidad

Solemos confiar en los científicos para comprender el mundo y a nosotros mismos. Sin embargo, algunas teorías científicas han causado mucho daño y sufrimiento a la humanidad.

En la búsqueda de la verdad objetiva, algunos científicos no solo han propuesto hipótesis equivocadas o han sacado conclusiones erróneas de sus observaciones, sino que han estado tan lejos de la verdad que han causado un grave daño a la humanidad. Estas son algunas de estas teorías recopiladas por la cadena rusa Moyá Planeta

Racialismo
El racialismo es la idea de un sistema en el que algunas personas dominan en todas las esferas de la vida pública y otras obedecen pasivamente. A mediados del siglo XIX, el francés Joseph de Gobineau aseguró que la raza aria era superior y estaba destinada a dominar a las demás. Posteriormente, la teoría racial sirvió de base científica para la política nazi de limpieza racial, cuyo objetivo era la discriminación y la eliminación de personas "inferiores" como, por ejemplo, judíos y gitanos.
Por su parte, la ciencia moderna niega la división de la gente en razas: la mayoría de los científicos occidentales estima que las diferencias externas que ocurren dentro de nuestra especie no son suficientes para una división en categorías adicionales y no tienen nada que ver con la capacidad mental. Después de la Segunda Guerra Mundial, todas las teorías raciales se consideraron infundadas.

Teoría de la Infección Focal
La teoría de la infección focal ganó popularidad a mediados del siglo XIX y perduró hasta la Segunda Guerra Mundial. Debido a esta teoría un gran número de personas fueron operadas innecesariamente y sufrieron grandes lesiones debido a que en aquellos tiempos algunos médicos creían que el foco de una acumulación de bacterias en el interior del cuerpo podía ser la causa de retraso mental, artritis o cáncer. Como resultado, la extracción de dientes, el apéndice, intestinos y otras partes del cuerpo potencialmente peligrosas fue común.
A principios del siglo XX el médico inglés William Hunter defendió la idea de que todas las enfermedades son causadas por la mala higiene bucal y que los tratamientos dentales son inútiles, ya que no eliminan la fuente de infección. Como resultado, en Europa y América comenzaron a extraer dientes, amígdalas y adenoides a los pacientes que podían tener caries.



En 1940, se demostró que la teoría de la infección focal es insostenible ya que las operaciones perjudicaban a los pacientes mientras que las toxinas supuestamente evolucionadas por dientes infectados, no podían influir en la psique.

Frenología
El principal teórico austriaco de la frenología, Franz Joseph Gall, creía que las propiedades mentales, los pensamientos y las emociones dependen de los dos hemisferios del cerebro y que una fuerte manifestación de algunas de las características se refleja en la forma del cráneo. Según Gall la zona, de las sienes, por ejemplo, es responsable de la pasión por el vino y la comida; la parte occipital, de la amistad y la sociabilidad; mientras que la zona del "amor a la vida" está detrás de las orejas. Según el teórico, cada convexidad del cráneo es un signo de avanzado desarrollo de los rasgos mentales y la concavidad, al contrario, indica ausencia de sus manifestaciones.
El gran interés que despertó la frenología cayó en picado con el desarrollo de la neurofisiología en 1840, cuando se demostró que las propiedades mentales del individuo no dependen ni de la superficie del relieve del cerebro ni de la forma del cráneo.



Eugenesia
La idea de la selección conocida como 'eugenesia' y presentada por Francis Galton, primo de Charles Darwin, se hizo popular en las primeras décadas del siglo XX y tenía como objetivo mejorar el acervo genético.
Según los partidarios de la eugenesia, la teoría podía contribuir a la reproducción de personas con cualidades útiles para la sociedad. Pero, ¿qué cualidades son útiles? Por otra parte, los mecanismos de herencia de características tales como la predisposición al alcoholismo o, por el contrario, la buena salud y el índice de inteligencia son igualmente poco conocidos. Muchos de estos síntomas solo aparecen bajo la influencia del medio ambiente en el que vive y se cría una persona.
La eugenesia fue desacreditada como ciencia en 1930, cuando sirvió como justificación de la posición de las políticas raciales de la Alemania nazi. Programas eugenésicos como la esterilización forzosa de personas con deficiencias mentales o de criminales se llevaron a cabo en Suecia, Finlandia, EE.UU., Dinamarca, Estonia, Noruega y Suiza. Actualmente la lucha contra las enfermedades hereditarias se lleva a cabo en el marco de la genética.

Telegonía
La telegonía es una teoría científica sobre la transmisión de la herencia genética que postulaba que la progenie de una mujer podía adquirir caracteres de un hombre con el que esta hubiera mantenido relaciones sexuales antes de quedarse embarazada de otro hombre. La teoría tuvo acogida entre las personas que intentaban justificar que la mujer debía permanecer virgen antes del matrimonio para no perjudicar la herencia genética de sus hijos. Sin embargo, con el descubrimiento de la genética, ninguna de las ideas de la telegonía se confirmó.



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martes, diciembre 27, 2022

Obediencia a la Autoridad


El psicólogo social norteamericano Stanley Milgram a raíz del holocausto provocado por los nazis, empezó a hacerse preguntas acerca de la obediencia a la autoridad y a plantearse si cualquier sujeto sería capaz de torturar y asesinar obedeciendo órdenes.
La obediencia a la autoridad es la tendencia que tienen las personas de complacer a personas en posiciones de autoridad. La evidencia psicológica indica que la gente suele respetar y seguir a las personas que perciben que tienen autoridad legítima.
Algunas de las conclusiones que Milgram obtuvo de este experimento es que no necesariamente los ejecutores tenían por qué tener un perfil de personalidad cruel. Aunque sí influía el grado académico en la obediencia final, siendo menos obedientes aquellas personas con mayor formación.

El experimento de Milgram no nos dice nada acerca de la capacidad del hombre para el mal, sino de su disposición a la obediencia. Esto no puede constituir en el fondo una crítica, dado que justamente la investigación de Milgram no fue sobre la capacidad para hacer el mal sino sobre obediencia a órdenes crueles.
El término obediencia (del latín oboedientia) indica el proceso que conduce de la escucha atenta a la acción, que puede ser duramente pasiva o exterior o, por el contrario, puede provocar una profunda actitud interna de respuesta.
El experimento Milgram fue un estudio de psicología social que llevó a cabo Stanley Milgram, psicólogo de la Universidad de Yale para estudiar el comportamiento de una persona para obedecer a las órdenes de la autoridad, aunque éstas entren en conflicto con su conciencia personal.

El experimento de Milgram representa uno de los experimentos de la Psicología social de mayor interés a la criminología a la hora de demostrar la fragilidad de los valores humanos ante la obediencia ciega a la autoridad.
La obediencia ciega es la que se presta sin examinar los motivos o razones del que manda.
Milgram razonaba que la proximidad física de la víctima (el alumno) podía constituir un factor importante de la obediencia... Así mismo, una autoridad con presencia física producía una obediencia mucho mayor (65%) que una autoridad ausente que daba sus órdenes por teléfono (21%).
La segunda es la teoría de la cosificación (agentic state), donde, según Milgram, la esencia de la obediencia consiste en el hecho de que una persona se mira a sí misma como un instrumento que realiza los deseos de otra persona y por lo tanto no se considera a sí mismo responsable de sus actos.

La variable dependiente del experimento fue la memoria, la obediencia, el daño y el aprendizaje.

Historia del famoso experimento conducido en 1961 por el científico Stanley Milgram para testear los límites de la obediencia a la autoridad en el ser humano: El Experimento de Milgram

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domingo, abril 10, 2022

Teoría de la Estupidez de Bonhoeffer

En el capítulo más oscuro de la historia alemana, durante una época en que turbas incitadas tiraban piedras a las ventanas de tiendas de dueños inocentes, y mujeres y niños eran cruelmente humillados al aire libre; Dietrich Bonhoeffer, un joven pastor luterano, comenzó a hablar públicamente en contra de estas atrocidades.

Después de años de intentar cambiar la opinión de la gente, Bonhoeffer llegó a casa una noche y su propio padre tuvo que decirle que dos hombres estaban esperando en su habitación para llevárselo.
En prisión, Bonhoeffer comenzó a reflexionar sobre cómo su país de poetas y pensadores se había convertido en un colectivo de cobardes, ladrones y criminales. Eventualmente concluyó que la raíz del problema no era la malicia, sino la estupidez.

En sus famosas cartas desde la prisión, Bonhoeffer argumentaba que la estupidez es un enemigo del bien más peligroso que la malicia, porque mientras “uno puede protestar contra el mal; se puede denunciar y prevenir mediante el uso de la fuerza, ante la estupidez estamos indefensos. Ni las protestas ni el uso de la fuerza logran nada aquí. La razón cae en oídos sordos”.

Los hechos que contradicen el prejuicio de una persona estúpida simplemente no necesitan ser creídos y cuando son irrefutables, simplemente se dejan de lado como intrascendentes, como incidentales.
En todo esto, la persona estúpida está satisfecha de sí misma y, al irritarse fácilmente, se vuelve peligrosa al lanzarse al ataque.
Por eso, se requiere mayor cautela al tratar con una persona estúpida que con una maliciosa. Si queremos saber cómo sacar lo mejor de la estupidez, debemos tratar de comprender su naturaleza.
Esto es cierto, la estupidez, en esencia, no es un defecto intelectual sino moral. Hay seres humanos que son notablemente ágiles intelectualmente, pero estúpidos, y otros que son intelectualmente aburridos, pero todo menos estúpidos.

La impresión que se tiene no es tanto de que la estupidez sea un defecto congénito sino de que, en determinadas circunstancias, las personas se vuelven estúpidas o, mejor dicho, permiten que esto les suceda.
Las personas que viven en soledad manifiestan este defecto con menos frecuencia que los individuos en grupo. Y así parecería que la estupidez es quizás menos un problema psicológico que sociológico.

Se hace evidente que todo fuerte ascenso del poder, ya sea de carácter político o religioso, infecta de estupidez a gran parte de la humanidad. Casi como si se tratara de una ley sociológica-psicológica donde el poder de uno necesita la estupidez del otro.
El proceso en juego aquí no es que las capacidades humanas particulares, como el intelecto, fallen repentinamente. En cambio, parece que bajo el impacto abrumador del poder en ascenso, los humanos se ven privados de su independencia interior y, más o menos conscientemente, renuncian a una posición autónoma.

El hecho de que la persona estúpida sea a menudo testaruda no debe ocultarnos el hecho de que no es independiente. Al conversar con él, uno siente virtualmente que no está tratando en absoluto con él como persona, sino con eslóganes, consignas y cosas por el estilo que se han apoderado de él.
Está bajo un hechizo, cegado, maltratado y abusado en su propio ser. Habiéndose convertido así en una herramienta sin sentido, la persona estúpida también será capaz de cualquier mal, incapaz de ver que es malo.
Sólo un acto de liberación, no de instrucción, puede vencer la estupidez. Aquí debemos aceptar el hecho de que, en la mayoría de los casos, una liberación interna genuina se vuelve posible solo cuando la ha precedido una liberación externa.
Hasta entonces, debemos abandonar todo intento de convencer a la persona estúpida. Bonhoeffer murió debido a su participación en un complot contra Adolf Hitler en la madrugada del 9 de abril de 1945 en el campo de concentración de Flossenbürg, solo dos semanas antes de que los soldados de los Estados Unidos liberaran el campo.

“La acción no brota del pensamiento, sino de la disposición a la responsabilidad. La prueba definitiva de una sociedad moral es el tipo de mundo que deja a sus hijos”. Bonhoeffer dijo una vez.

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viernes, julio 10, 2020

Cómo Aprovechar tu Vida

“No nos ahogamos al caer al río, sino al permanecer sumergidos en él”


El río es todo lo que parece una excusa temporal hoy pero que no desaparecerá mañana.
Al principio, no parece que estés a la deriva. Solo lo dejas ir un poco. Estas flotando. El río te lleva. Es agradable. Cómodo. Las cosas pasan. El tiempo pasa. Seguirá pasando.
Finalmente, el río conduce a un río más grande. Estás en un terreno nuevo. Nunca has visto este lugar antes. ¿Dónde puedes llegar a tierra? ¿A dónde llevará este río?
Pronto, ya no sabes lo que está por venir. No puedes ver lo que sigue. El río podría convertirse en una cascada. Podría lanzarte por un acantilado. Te quedarás sumergido para siempre.

No habrá un gran choque al final. Solo una mirada arrepentida por la ventana. Un pariente de visita. "Oh sí, eso. Nunca lo hice. No puedo decirte por qué".
Todos los ríos desembocan en el mar. Si no subes hacia la superficie, si no comienzas a nadar, ahí es a donde vas. Nadie vendrá a salvarte. No obtendrás una extracción. Nadie te va a obligar a escribir tu libro o pedirte que se case contigo o ser una buena madre. Ningún niño de 15 años te responderá en la cita de un libro.

La única forma de no desperdiciar tu vida es hacer tu mejor esfuerzo para no desperdiciar hoy. Escribe una oración. Toma una decisión difícil. Atiende el teléfono.
Todos caemos al río de vez en cuando. Pero no podemos quedarnos sumergidos en él. No dejes que los pequeños remordimientos se acumulen en silencio. Da un paso cada día. Golpea hacia la superficie.
No eres un soldado, y ningún informe breve puede salvarte. Ninguna misión independiente definirá tu legado. No esperes una oportunidad de redención. Redímete con tus acciones.
Renuévate todos los días.

Autor: Niklas Göke

Fuente: Medium

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viernes, mayo 08, 2020

El Bambú Japonés, una historia de Perseverancia

Es una historia bastante conocida, se trata del bambú japonés. Una planta no apta para impacientes. El agricultor planta la semilla, la abona y la riega. Hasta aquí todo normal.
La gran diferencia con otras plantas es que en los próximos siete años no vamos a ver absolutamente ninguna mejora, al menos a simple vista. Un agricultor impaciente o inexperto podría pensar que la semilla se murió o que eran infértiles, abandonando en su empeño.
Sin embargo, a partir del séptimo año y en un periodo de sólo seis semanas, la planta de bambú crece más de 30 metros. ¡Increíble!


Durante los primeros siete años, aunque no se ve nada por la superficie, el bambú está desarrollando un complejo sistema de raíces que le permitirán sostener el fuerte crecimiento después de esos siete años de vida.

Hoy en día vivimos en un mundo muy rápido, donde queremos todo "para ayer", queremos soluciones rápidas y triunfar rápidamente y sin esfuerzo. Y el éxito en cualquier actividad que realicemos es como el crecimiento del bambú, un crecimiento interno que lleva tiempo.
También podemos aprender de esta historia que en muchas ocasiones, en nuestro camino, nos encontraremos pérdidos y frustrados porque los resultados no llegan, o porque las cosas no están ocurriendo como queremos, o simplemente pensamos que no estamos avanzando. Pero la realidad es que sí está suciendo. Al igual que las raíces del bambú, mientras sigamos trabajando y esforzándonos, sin abandonar, algo estará ocurriendo dentro de nosotros, estaremos creciendo y madurando.
Al final, como el bambú, el éxito o los objetivos aparecen de forma rápida, pero detrás de todo ello tiene que haber un trabajo constante y perseverante. Lamentablemente, no hay atajos posibles.

Recuerda, si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá sólo estés echando raíces.

Fuente: Blog Opciones y Spreads

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lunes, julio 15, 2019

Razón, Emoción y Opinión

Los seres humanos actuamos en función de dos procesos mentales mutuamente superpuestos: el razonamiento lógico, organizado desde la corteza cerebral prefrontal, y los sentimientos que ese razonamiento origina, organizados desde la amígdala y otras estructuras del interior del cerebro. Ambas regiones cerebrales están interconectadas haciendo que nuestros razonamientos movilicen y cambien nuestros sentimientos y que éstos, a su vez, también influyan en nuestro modo de razonar y ver las cosas. Ninguna persona con un cerebro sano puede detener voluntariamente alguno de estos dos procesos y funcionar sólo con el otro. Es decir, no hay personas puramente racionales ni personas puramente emocionales. Somos seres racionales y emocionales a la vez.
Ese modo de funcionar del cerebro y la mente humana se pone especialmente de manifiesto cuando expresamos públicamente opiniones sobre cuestiones de cierta relevancia, pues con frecuencia nos volvemos esclavos de esas opiniones tratando de mantenerlas a toda costa incluso cuando sabemos que no están suficientemente justificadas.

El tratar de sostener opiniones depende mucho del carácter, los intereses y las experiencias previas de cada persona. Pero hay veces en que ni siquiera es necesario un interés especial en retener una opinión para que la tenacidad sea suprema en el aferrarse a ella, incluso cuando es difícilmente sostenible. ¿Por qué nos comportamos de ese modo? ¿Por qué nos cuesta tanto rectificar cuando nos equivocamos?
La explicación está en dicha interacción entre procesos racionales y emocionales de la mente humana. Sentir que los demás nos devalúan y que perdemos prestigio ante ellos al equivocarnos o ser contradichos puede llegar a ser muy doloroso. Algunos experimentos científicos han mostrado que la exclusión social activa ciertas regiones cerebrales que son las mismas que se activan cuando nos hacemos daño y sentimos dolor físico. Según la relevancia y contexto del asunto, la persona cuya opinión es cuestionada por argumentos consistentes puede pasarlo muy mal.

La reacción consiste entonces en forzarnos para tratar de encontrar fallas en los fundamentos de quien nos critica o contradice, o para hallar nuevos argumentos que revaloricen y avalen la propia opinión reduciendo el malestar que padecemos. Pocas conductas son más persistentes que las que buscan aliviar un malestar tan duro como el que resulta del daño al amor propio, y por eso no descansamos cuando eso ocurre tratando de recuperar como sea la autoestima perdida.
Pero la situación es diferente cuando en la intransigencia hay comprometidos intereses importantes, sean éstos económicos, políticos, morales o de intimidad personal. En estos casos, la autoestima y el prestigio personal y pueden caerse del pedestal, pues la anticipación de la nueva emoción negativa subyacente a las posibles consecuencias de no cambiar de opinión puede acabar imponiéndose y determinando el comportamiento de las personas.

La pelea dialéctica más que enfrentar razonamientos lo que generalmente enfrenta son las diferentes emociones que los propios razonamientos suscitan. Las emociones casi siempre acaban determinando nuestra conducta, aunque no nos demos cuenta. Pero, como dejó escrito el filósofo y sabio Marco Aurelio, activando la razón siempre podemos ver las cosas de otra manera y crear de ese modo nuevos e interesados sentimientos que al sintonizar con ella nos devuelvan la autoestima y el bienestar. No es que nos engañemos a nosotros mismos, es que esa es la naturaleza humana y a ella, irremediablemente, respondemos.

Fuente: Ignacio Morgado Bernal - catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencia y la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Autor de Emociones corrosivas: Cómo afrontar la envidia, la codicia, la culpabilidad y la vergüenza, el odio y la vanidad. Barcelona: Ariel, 2017.

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lunes, febrero 25, 2019

Contradicciones en la Naturaleza del Ser Humano

No siendo la filosofía otra cosa que el estudio de la sabiduría y de la verdad, se podía con razón esperar que aquellos que le han dedicado más tiempo y esfuerzo deberían disfrutar de una mayor tranquilidad y serenidad mental, de una mayor claridad y evidencia en el conocimiento, y estar menos perturbados que otros hombres por dudas y dificultades.
Sin embargo, vemos que la masa no culta de la humanidad que sigue la senda del simple sentido común y se rige por los dictados de la naturaleza se encuentra en su mayor parte tranquila y despreocupada. Nada que sea familiar les parece inexplicable o difícil de comprender. No se quejan de falta de evidencia en sus sentidos, y están totalmente fuera del peligro de convertirse en escépticos. Pero, tan pronto como nos separamos de los sentidos y del instinto para seguir la luz de un principio superior, para razonar, meditar y reflexionar sobre la naturaleza de las cosas, surgen miles de dudas en nuestras mentes en relación con aquellas cosas que antes nos parecía comprender totalmente. Por todas partes se descubren ante nuestros ojos prejuicios y errores de los sentidos; y al tratar de corregirlos por medio de la razón desembocamos, sin darnos cuenta, en extrañas paradojas, dificultades e inconsistencias que se multiplican y nos desbordan, a medida que avanzamos en la especulación, hasta que, al fin, después de haber vagado por muchos intrincados laberintos, nos encontramos exactamente donde estábamos, o, lo que es peor, situados en un escepticismo desolador.

Se piensa que la causa de esto es la oscuridad de las cosas, o la debilidad e imperfección natural de nuestro entendimiento. Se dice que las facultades que poseemos son escasas, y destinadas por la naturaleza al mantenimiento y comodidad de la vida y no a penetrar en la esencia y en la constitución interna de las cosas. Además, al ser la mente del hombre finita, no debe extrañarnos que cuando se ocupa de cosas que participan de la infinitud, se precipite en absurdos y en contradicciones, siendo luego incapaz de salir de ellos, pues es propio de la naturaleza de lo infinito no ser comprendida por lo que es finito.

Pero quizá seamos demasiado parciales con nosotros mismos al atribuir básicamente la imperfección a nuestras facultades, y no, más bien, al uso equivocado que hacemos de ellas. Cuesta trabajo suponer que deducciones correctas a partir de principios verdaderos nos lleven a consecuencias que no puedan mantenerse o que sean contradictorias. En general me inclino a pensar que la mayor parte de las dificultades, si no todas, que han distraído hasta ahora a los filósofos y les han cerrado el camino hacia el conocimiento se deben por completo a nosotros mismos, que primero levantamos una polvareda y luego nos quejamos de que no vemos.

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lunes, diciembre 03, 2018

Transformar los Hábitos

Los hábitos comienzan con un patrón psicológico que consta de tres partes. A estas tres partes se las llama 'bucle del hábito'. La primera parte del 'bucle del hábito' es el gatillo o señal. Esta señal o gatillo le indica a tu cerebro que se ponga en modo automático. La segunda parte del bucle comienza cuando ocurre el comportamiento como tal. Y la última parte del bucle es la recompensa, es lo que tu cerebro disfruta. Un bucle de hábitos trabaja a nivel subconsciente.

Hay muchas investigaciones que dicen que somos un cúmulo de hábitos y procesos que hacemos de forma inconsciente. Hay también investigaciones que indican que el 90% de lo que hacemos en nuestra vida es repetitivo, y que un 40% de lo que hacemos en un día no sabemos muy bien por qué lo hacemos.

Un mal hábito tiene un efecto perjudicial en tu vida, y también quizás, en la de quienes te rodean, pero por alguna razón sigues con él. Normalmente nos sentimos mal con los malos hábitos, pero igualmente cedemos cuando se produce la señal. Los malos hábitos son un efecto secundario de la naturaleza humana.

La mejor manera de terminar con los hábitos que no nos gustan es identificándolos, identificar las causas que lo producen e identificar los factores desencadenantes. Luego, se debe reemplazar ese hábito por otro que sea beneficioso y satisfaga la misma necesidad del hábito que queremos cambiar. También en necesario tomar medidas para que esa nueva rutina perdure a largo plazo.

Cambiar un hábito es diferente a incorporar uno nuevo. Son caminos diferentes. Los hábitos, en sí mismos, no pueden eliminarse. Da igual que sean buenos o malos, únicamente se pueden reemplazar por otros, mejores o peores. El cerebro no tolera el vacío de quitar un hábito, hay que poner algo en su lugar.

De todas las cosas que vamos haciendo durante el día, o cosas que debemos hacer por obligación, las que de alguna forma nos dan placer y nos gustan, las convertimos en hábitos. Por el efecto de repetición vamos incorporando una serie de hábitos en nuestro cerebro. Con el proceso de repetición asimilamos el hábito. Al querer eliminar el hábito no podemos porque a nuestro cerebro no le gusta dejar un vacío. Por eso, lo mejor es reemplazar el hábito. Hay que dar un complemento que compense la aportación del hábito que queremos eliminar. Repetir y repetir hasta que el cambio se reemplace.

Hay cuatro elementos que nos ayudan en el proceso de cambio de hábitos. El primer elemento para cambiar un hábito es ‘un por qué’. Quien tiene un porqué tiene un compromiso consigo mismo. Cuando tienes un porqué es más fácil hacerlo. Ese porqué es distinto en cada persona. Puede ser la salud, por amor, por respeto, etc.

El segundo elemento para poder cambiar un hábito es la visualización. Visualizarte a ti mismo de cómo eres ahora y qué estás haciendo, para posteriormente visualizarte cómo quieres llegar a ser. Es un efecto de programación. Si este ejercicio lo haces antes de ir a dormir dejas al subconsciente trabajando.

El tercer elemento es no dejar vacío de compensación al cerebro por la eliminación de un hábito, hay que reemplazarlo por otro, no eliminarlo. De no ser así, no se consigue. Recuerda, los hábitos no se eliminan, sólo pueden reemplazarse. Donde antes hacías unas cosas ahora debes hacer otra. Esa es la idea.

Cuarto elemento y muy importante, no debes permitir que se den las señales que lo conectan con el hábito anterior que estás reemplazando. Así evitas las señales y disparadores que te empujaban a ese hábito, ayudando al cerebro a disociarse con el antiguo placer que obtenía como recompensa del hábito anterior. Al final, lo que consigues al cambiar un hábito es que desencadenas alrededor de tu vida otros hábitos que empiezan a acompañarte y, como resultado, logras cambiar tu vida.

Los pasos para terminar con cualquier mal hábito son:
1. Conocimiento
2. Sustitución
3. Prevención

El proceso de cambio de hábitos es muy laborioso y puede que con algunos de ellos te sea muy costoso. Ahora sabes que los hábitos son reemplazables, y que todos los hábitos que tu tengas que creas conveniente reemplazar, sepas que puedes hacerlo. Si tienes muchos, mejor que te centres en uno e intentes cambiarlo. Al lograr ese cambio te verás satisfecho por haber logrado tu propósito y tendrás más fuerzas para el siguiente. Si intentas hacerlo con varios a la vez, a lo mejor te invade la frustración de ver pocos cambios.

Algunos serán más fáciles de reemplazar que otros. Quizá, habrá alguno del que necesites ayuda externa. Por ello no debes sentirte mal, peor es no hacerlo si el hábito es perjudicial. Si tienes un porqué, eso te llevará como mínimo a la mitad del camino.

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sábado, diciembre 01, 2018

Metas y Objetivos

El error más frecuente que cometemos cuando nos fijamos metas y objetivos es no concretar una fecha de cumplimiento concreta. Cuando ponemos una fecha de vencimiento sabemos que tenemos que realizar un esfuerzo diario para lograr ese propósito. Establecer metas sin fecha concreta es lo mismo que establecer metas imposibles de conseguir.

Una meta es un resultado deseado que una persona o sistema imagina, planea y se compromete a lograr. Y un objetivo, es la finalidad hacia la cual deben dirigirse los recursos y esfuerzos para dar cumplimiento a los propósitos.
La finalidad de ambas es lograr un fin, un resultado deseado. La diferencia entre estos dos conceptos es el espacio y el tiempo. Las metas son más amplias, son principios que guían el proceso de toma de decisiones; por su lado, los objetivos son específicos, medibles, son pequeños pasos para alcanzar la meta.

Las metas son más a largo plazo, te llevan a un fin a más largo plazo. Son más difíciles de medir y los objetivos son medibles y más concretos. Las metas ponen la mirada en el horizonte, y los objetivos se enfocan en los pasos para llegar a ese horizonte. Las metas y objetivos pueden compartir un fin deseado, la meta será más abstracta y los objetivos estarán alineados a la consecución de esa meta. El fin de las metas y los objetivos establecidos van alineados.

Debemos fijar fechas para nuestras metas y, para el logro de esas metas, debemos fijar objetivos parciales que nos ayuden a acercarnos a ellas.
¿Es importante fijar metas y objetivos? ¿Lo has hecho alguna vez? ¿Quién decide si es importante o no lo es? La respuesta a estas preguntas, es que depende de cómo valoramos las cosas en función de lo aprendido.

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jueves, febrero 08, 2018

Atención Consciente

La atención es el medio fundamental para que el hombre se revele a sí mismo sus energías latentes. Siempre que uno presencia el estado del cuerpo, la interacción del pensar y el sentir, hay un signo interior, aunque sea leve, de otra corriente de energía. Mediante el simple acto de poner atención, uno da inicio a una nueva alineación de fuerzas.

Mantener una atención consciente no es fácil. El movimiento, las obligaciones del día a día, distraen constantemente. Sin una base de operaciones, sin un hogar en el organismo de uno, la atención sirve a los pensamientos, sentimientos y apetitos motivados por el azar, que entra en conflicto y tratan de dominarse unos a otros.

La sensación de las partes o de todo el cuerpo puede anclar la atención, proporcionándole una especie de hábitat. La estructura, al hacerse más sensible, ayuda a unificar la atención de manera que sea menos proclive a los desvíos hacia los canales de la mente que consumen su poder. A su vez, las percepciones y sensaciones se aceleran y se multiplican los destellos interiores de comprensión.

Abrirse a la fuerza de la atención evoca un sentido de plenitud y equilibrio. Uno puede vislumbrar la posibilidad de un estado de conciencia inconmensurablemente superior al del mecanismo reactivo, una conciencia que trasciende el modo de respuesta sujeto/objeto automático de uno.

Al fluir libremente, el efecto de la atención consciente capaz de transformar y concentrar conduce los ritmos dispersos de los centros vitales, hacia una relación relativamente balanceada. El pensar, el sentir y la sensación son equilibrados bajo su influencia vibrante y armonizante.

La atención consciente es una fuerza independiente que no será manipulada por las partes de uno. Limpia todo ruido interno, siendo un instrumento que vibra como un cristal con su propia frecuencia. Está libre para recibir señales transmitidas en cada momento por un universo creativo en comunicación con todo lo creado.

Sin embargo, la atención no es de uno. Cuando ella está presente, uno sabe que no se origina por completo desde uno. Su fuente rodeada de misterio, comunica energía de una calidad que la mente no se puede representar. Uno tiene que estar al servicio de la atención consciente. Uno se prepara para su llegada a través de la quietud activa.
Los momentos de calma, libres de tensión, la estructura del hombre se abre a las corrientes de energía que de ordinario están bloqueadas. A su vez, esas energías se mezclan con materiales previamente recibidos para ponerse al servicio de lo más elevado en un intercambio sin nombres ni palabras.

La atención no sólo está mediando; también está transmitiendo. Dando y recibiendo, el espíritu habla al hombre. Recibiendo y dando, el hombre le habla al espíritu. Así como una estructura humana necesita ser vivificada por la infusión de vibraciones más sutiles; así mismo esas vibraciones requieren, para su mantenimiento, mezclarse con material más tosco. Sin la transmisión hacia arriba de energías por intermedio de la atención consciente, el universo terminaría por rendirse a la entropía.

En el ser humano, la más pequeña deformación de una atención equilibrada clausura esta comunicación de doble vía. Por sí misma, la mente no puede mantenerla. Un cuerpo relajado también es necesario. A medio camino entre el microcosmos y el macrocosmos, el ser humano tiene su papel que cumplir. Volver al cuerpo es un gesto de abrirse a la atención; cuando ella es llamada, está lista para cumplir su función cosmológica.

William Segal

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miércoles, febrero 07, 2018

Calidad de la Atención

“Especialmente si recuerdo que ser responsable significa exactamente responder, contestar. Lo único que puedo hacer, de hecho lo único que estoy haciendo es responder, responder a mi existencia. Lo que realmente define y muestra a un hombre es su respuesta.

Si tuviera que decir que existe una mínima posibilidad de elegir el contexto de las leyes dadas, así sea propiciada por el azar o por la necesidad, ¿acaso no está en cómo respondo en el camino, sino en la calidad de mi participación en todo lo que me es dado por medio de la experiencia inmediata de mi vida?
En este punto es importante aclarar que mi capacidad de responder en forma auténtica no la puedo encontrar en las respuestas formales que mi mente programada nunca cesa de producir. Esta capacidad se encuentra más allá. Es un acto intencional de conocimiento que tiene una capacidad singular de libertad, ya que puedo trascender mis condicionamientos “convencionales”. Esta respuesta primaria y libre es mi atención.

Mi atención, una respuesta propia y fundamental a mi existencia es ambas cosas: mi respuesta y aquello de lo que puedo ser responsable. Es una apertura al igual que un compromiso, es estar presente a lo que es, es hic et nunc mi participación en la realidad del ser. Al surgir como un acto básico del conocimiento a través del ser real, mi atención me despierta simultáneamente a mí mismo y al mundo. Todo lo demás, es decir, todas las otras respuestas formales, todos mis comportamientos, todas mis manifestaciones externas surgen, por así decirlo, independientemente y su calidad depende de la calidad de mi atención.

La idea de la calidad de la atención no es muy familiar, como tampoco la idea de los diferentes niveles de atención. Sin embargo esto requiere una elaboración que no podemos hacer en este momento. Digamos solamente que nuestra atención es mucho más de lo que generalmente pensamos. Es mucho más que un simple mecanismo mental o cerebral. Concierne a la totalidad de nuestro ser. Si estamos lejos de realizar su potencialidades en nuestra vida ordinaria, quizás se debe a que no la reconocemos como una clave multidimensional y como el principio unificador de nuestro ser.”

Extracto de “El desafío del hombre” de Michel de Salzmann

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jueves, enero 18, 2018

El Estado de Sueño como Acceso a la Pura Conciencia

Dormir es un estado pasivo de conciencia y puramente subjetivo en el cual el ser humano, casi enteramente al margen del mundo exterior, está sumergido en un mundo interior del cual no tiene conciencia. Está rodeado de sueños; sus funciones psíquicas trabajan sin dirección, independientemente unas de otras. Imágenes puramente subjetivas —ecos de experiencias pasadas o ecos de vagas percepciones del momento (ruidos, sensaciones, olores) o ecos lejanos de la vida profunda— atraviesan su mente, sin dejar en la memoria más que una ínfima huella y la mayoría de las veces absolutamente ninguna.


El dormir es, no obstante, un estado de primera importancia; además del hecho de que el hombre pasa en él la tercera parte de su tiempo, es el estado en el cual su naturaleza orgánica reconstituye las fuerzas necesarias para asegurar su existencia.
La presencia (conciencia) del hombre cuando duerme es puramente pasiva, y lo es aún más mientras más profundo sea su sueño (ya que el hombre tiene diversos niveles de sueño). El cuerpo está más o menos limitado a sus funcionamientos instintivos y esta limitación es total en el sueño más profundo. Los rasgos particulares del ser interior del hombre están allí, pero ni reciben las percepciones ni responden a lo que pueda llegarles a pesar de todo, y aun cuando respondan a veces, esta respuesta no provoca ninguna respuesta asociada en las otras funciones. Sólo el centro instintivo funciona plenamente liberado (al menos en el sueño más profundo) de toda influencia ajena.

El sueño comienza en general por la desconexión del intelecto, o más bien, de la parte mental con la cual vivimos de ordinario, y eso es lo que se llama habitualmente dormirse. No siempre ocurre así; otras partes, más o menos numerosas, pueden desconectarse sin que la parte mental haya interrumpido su actividad. Pero en general no se reconocen tales estados intermedios como un verdadero dormir y en las concepciones corrientes, es la desconexión de la parte mental la que marca la división entre los estados de vigilia y los del dormir.
El centro que se desconecta a continuación, o al mismo tiempo que el mental, es el centro motor. El hombre (y la mayoría de los animales) se acuesta para dormir. Luego se desconectan los demás centros, pero no siempre es así: otros múltiples modos de desconexión son posibles; las interrupciones y el orden en que se producen dependen de los individuos y de las circunstancias. En cambio el centro instintivo es el último en desconectarse; no se desconecta jamás, por cierto, sin un trabajo especial —peligroso─ y solamente (mientras dure la vida) en algunos de sus niveles; puesto que su desconexión completa y definitiva acarrea la muerte orgánica.

El estado de sueño profundo tiene un sentido y una importancia que el hombre ordinario generalmente no sospecha. En las tradiciones antiguas, se le da una gran importancia, y este estado en el cual el sujeto no tiene ningún deseo ni sueña nada, es considerado como el retorno a la serenidad del principio. El ser (la esencia) se retira al reino, sin forma, del origen, fuente de las manifestaciones eventuales en los otros estados, en el que, al estar ausente todo conflicto de forma, disfruta de la plenitud de sí mismo y reencuentra en sí mismo el reino del ser puro. En este estado, los diferentes modos de la manifestación, incluso los de la individualidad que le es propia, no están anulados, sino que permanecen presentes en potencia dentro del conjunto integral de todos los posibles con cuya Esencia Universal el ser individual ha vuelto a encontrarse. De modo que el sueño profundo puede ser comprendido como el retorno al estado "esencial" puro: un estado análogo al estado embrionario (el del comienzo de la vida individual) al que se agrega el desarrollo adquirido hasta allí por la esencia a través de las experiencias de la vida. Y en tal estado, el hombre individual, de vuelta a los confines del ser universal y no individual, sin forma, entra en armonía con las fuerzas esenciales de la vida que, de esta manera, lo reequilibran y regeneran.

Si bien el estado de sueño profundo es análogo al de la plena Realización (el cuarto estado o estado de conciencia objetiva) con la plenitud del ser (esencia y también manifestación), el pleno Conocimiento (y no solamente Goce) y la perfecta Serenidad (y no simplemente Armonía) que esta Realización implica, sin embargo, estos dos estados se encuentran de hecho en los polos opuestos de la Vida: el estado de sueño profundo alcanza los confines de los estados de ser infra-individuales (los confines de la Sustancia pura) y el estado de plena Realización alcanza los confines de los estados de ser supra-individuales (los confines del Espíritu puro). Entre los dos, los estados posibles para el hombre van de las tinieblas sustanciales a la luz de la pura conciencia: ninguna otra forma de ser, en nuestro mundo conocido, está dotada (ni es responsable) de semejante posibilidad.

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