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miércoles, febrero 14, 2024

Relaciones con Amor

El concepto de "relación" vienen asociado a expectativas, recuerdos de relaciones pasadas, y conceptos mentales condicionados personales y culturales de lo que una "relación" debería ser. Después hay que hacer que la realidad se ajustase a estos conceptos. Si no lo hace, y nunca lo hace, la persona vuelve a sufrir. La cuestión del asunto es: no hay relaciones. Sólo existe el momento presente, y en el momento sólo hay un relacionarse. Cómo nos relacionemos, o mejor dicho cómo de bien amemos, depende de lo vacíos que estemos de ideas, conceptos y expectativas.

Lo que convencionalmente llamamos "amor" es una estrategia del ego para evitar rendirse. Nosotros estamos buscando a alguien para que nos dé eso que sólo puede venirnos en el estado de rendición. El ego utiliza a esa persona como un sustituto para no tener que rendirse. Para el ego, amar y querer (desear) son lo mismo, mientras que el amor verdadero no tiene ningún deseo de poseer o de que tu pareja cambie. El ego elige a alguien y lo hace especial. Utiliza a esa persona para tapar el constante sentimiento subyacente de descontento, de "no suficiente", de ira y odio, que están estrechamente relacionados entre sí. Estas son facetas de un sentimiento profundamente arraigado en los seres humanos.

Cuando el ego elige algo y dice "yo amo" esto o aquello, es un intento inconsciente de ocultar o eliminar los sentimientos profundos que siempre le acompañan: el descontento, la infelicidad, la sensación de insuficiencia que es tan familiar. Por un tiempo, la ilusión realmente funciona. Pero entonces, inevitablemente, en algún momento, la persona que hemos elegido, o hemos hecho especial, deja de funcionar como una tapadera para el dolor, el odio, el descontento o la insatisfacción que tienen su origen en la sensación de insuficiencia y de sentirnos incompletos. Entonces, surge la sensación que estaba oculta, y se proyecta sobre la persona que había sido elegida y hecha especial. De repente, el amor se convierte en odio. El ego no se da cuenta de que el odio es una proyección del dolor universal que se siente dentro. El ego cree que esta persona es la causa del dolor. No se da cuenta de que el dolor es el sentimiento universal de no estar conectado con el nivel más profundo de nuestro ser – no ser uno con uno mismo.
El objeto del amor es intercambiable, tan intercambiable como el objeto del deseo egoico. Algunas personas pasan por muchas relaciones. Se enamoran y desenamoran muchas veces. Aman a una persona por un tiempo hasta que ya no funciona, porque ninguna persona puede de forma permanente ocultar ese dolor.

Sólo la rendición puede darte lo que estabas buscando en el objeto de tu amor. El ego dice que la rendición no es necesaria porque amo a esta persona. Es un proceso inconsciente, por supuesto. En el momento en que aceptas completamente lo que es, algo dentro de ti, que había sido ocultado por el deseo del ego, emerge. Es una paz innata que mora en el interior, quietud, vitalidad. Es lo incondicionado, lo que eres en esencia. Es lo que habías estado buscando en el objeto de amor. Es tú mismo. Cuando esto sucede, un tipo completamente diferente de amor está presente, que no está sujeto al amor/odio. No elige a una cosa o una persona como algo especial. Es absurdo incluso usar la misma palabra para eso. Ahora bien, puede suceder que, incluso en una relación normal amor/odio, de vez en cuando, introduces el estado de rendición. Temporalmente, brevemente, sucede: experimentas un profundo amor universal y una plena aceptación que a veces puede brillar a través, incluso en una relación egoica. Sin embargo, si la rendición no continúa, se cubre de nuevo con los viejos patrones del ego. Por lo tanto, no estoy diciendo que el verdadero amor profundo no se pueda presentar de vez en cuando, incluso en una relación normal de amor/odio. Pero es raro y por lo general de corta duración.

Siempre que se acepta lo que es, algo más profundo emerge en ese instante. Así, se puede quedar atrapado en el dilema más doloroso, externo o interno, en los sentimientos o situación más dolorosos, y en el momento en que se acepta lo que es, se va más allá de ellos, se trascienden. Incluso si se siente odio, en el momento en que se acepta que esto es lo que se siente, se le trasciende. Todavía puede estar ahí, pero de repente se está en un lugar más profundo donde nada de eso importa ya.

El universo fenoménico entero existe debido a la tensión entre los opuestos. Caliente y frío, crecimiento y decadencia, ganancia y pérdida, éxito y fracaso, las polaridades que forman parte de la existencia, y por supuesto parte de todas las relaciones.
No podemos deshacernos de las polaridades en el plano de la forma. Sin embargo, se pueden trascender las polaridades a través de la rendición. Entonces se está en contacto con un lugar más profundo dentro de uno donde, por así decirlo, las polaridades ya no existen. Siguen existiendo en el plano externo. Sin embargo, incluso allí, algo cambia en la forma en que las polaridades se manifiestan en la vida cuando se está en un estado de aceptación o renuncia. Las polaridades se manifiestan de una manera más benigna y suave.

Cuanto más inconsciente seas, más identificado estás con la forma. La esencia de la inconsciencia es la siguiente: la identificación con la forma, ya sea una forma externa (una situación, lugar, evento o experiencia), una forma de pensamiento o una emoción. Cuanto más apegado estás a la forma, menos rendido (entregado) estás, y más extrema, violenta o cruel es tu experiencia de las polaridades. Hay personas en este planeta que viven prácticamente en el infierno y en el mismo planeta hay otros que viven una vida relativamente pacífica. Los que están en paz interior aún experimentan las polaridades, pero de una forma mucho más benigna que la forma extrema en la que muchos humanos las experimentan todavía. Por lo tanto, la forma en que las polaridades se experimentan cambia. Las propias polaridades no se puede eliminar, pero se puede decir, que el universo entero se vuelve algo más benevolente. Ya no es tan amenazante. El mundo ya no se percibe como hostil, que es como el ego lo percibe.
Cuando se vive en la rendición, algo viene a través de nosotros hacia el mundo de la dualidad que no es de este mundo.

Lo interno y lo externo son en última instancia uno. Cuando ya no se percibe el mundo como hostil, ya no hay más miedo, y cuando no hay más miedo, se piensa, se habla y se actúa de manera diferente. El amor y la compasión surgen y afectan al mundo. Incluso si uno se encuentra en una situación de conflicto, hay una emanación de paz en las polaridades. Entonces, algo cambia. Hay algunos maestros o enseñanzas que dicen, nada cambia. Ese no es el caso. Algo muy importante sí que cambia. Aquello que está más allá de la forma brilla a través de la forma, lo eterno brilla a través de la forma en este mundo de la forma.
La falta de "reacción en contra", la aceptación de los opuestos de este mundo, es lo que provoca cambios en la forma en que los opuestos se manifiestan. Los opuestos seguirán ocurriendo, pero no se alimentan de uno nunca más. Esto significa, que a menudo se experimenta un colapso de las polaridades, tales como en situaciones de conflicto. Ninguna persona, ninguna situación se convierte en un "enemigo".
Entonces, los opuestos, en vez de fortalecerse, se debilitan. Y así es como comienzan a disolverse. Vivir así, es el comienzo del fin del mundo.

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lunes, febrero 12, 2024

Veinte Respiraciones Conectadas

Voy a tratar de explicar el milagroso efecto que puede tener efectuar algunos segundos de respiración consciente y continuada.
Lo que este pequeño tiempo de práctica aporta al cuerpo y a la mente es una gran cantidad de nueva energía vital.

Una forma de hacerlo es con series de cuatro respiraciones (inhalación y exhalación) cortas, y al final de cada serie de cuatro respiraciones cortas, una respiración (inhalación y exhalación) larga y profunda. Volviendo de nuevo a efectuar cuatro respiraciones cortas, seguidas de nuevo de una respiración profunda y así hasta completar un ciclo de veinte respiraciones continuadas.

Al efectuar la respiración, debemos hacerlo por uno solo de los conductos respiratorios; es decir, si efectuamos la inhalación por la nariz, la exhalación ha de realizarse también por la nariz.
Si por el contrario, hacemos la inhalación por la boca, debemos efectuar la exhalación también por la boca.

Se funden así, la inhalación y la exhalación, en un círculo continuo, sin interrupción alguna, formándose así una cadencia de ritmo continuado, tal como el movimiento de un péndulo, oscilando sin pausa alguna.

La finalidad de las respiraciones cortas es la de acentuar la conexión y fusión de la inhalación y la exhalación en círculos ininterrumpidos.

La respiración ha de ser libre y fluida, sin tratar de forzarla en ningún momento y evitando controlarla en la exhalación.
Debemos crear un ritmo, también libre y fluido, abandonándonos al poder energético de la respiración.

Tras esta pequeña serie de respiraciones, experimentaremos, al finalizar la cuarta respiración larga y profunda, una gran sensación de energía que recorre todo el cuerpo, y es así como podemos ir familiarizándonos con el proceso de experimentar un ciclo completo de energía a lo largo de una hora o más, cuando practiquemos nuestras sesiones de renacimiento en presencia de un experto renacedor.

La práctica de las veinte respiraciones conectadas de manera diaria y frecuente, aporta un gran aumento de vitalidad, energía y conciencia de nuestra presencia en la tierra.

Es, evidentemente, un gran hábito de purificación y energetización de nuestro ser; y es totalmente seguro e inofensivo para cualquier persona a la que le guste vivir. En otras palabras: es bueno para la salud.

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sábado, febrero 10, 2024

Descubre el Renacimiento

Renacimiento es la experiencia directa e intuitiva del espíritu a través de la respiración humana.
Su práctica se realiza conectando la inhalación con la exhalación en un ritmo relajado; así practicando se origina, en la conciencia, una percepción mental directa del espíritu, un sentimiento emocional del espíritu, en el corazón y una sensación física de la verdadera energía de la vida, la cual es la energía de la creación fluyendo a través del cuerpo.

Renacimiento no es una disciplina; es una inspiración. No se trata de enseñar a una persona cómo ha de respirar, es el acto suave e intuitivo de aprender como respirar desde la misma respiración. Es conectar la inhalación con la exhalación, en un relajado y continuo ritmo hasta que la respiración interna, que es el Espíritu y la fuente de la respiración misma, se mezclan con el aire... la respiración externa. El renacimiento une el espíritu y la materia, en un simple y científico método de respiración espiritual que es finalmente una de las más elevadas y más diversas formas de la ciencia de vida.

Un renacedor es un guía de la respiración que ha practicado lo suficiente como para iniciar a otra persona en esta ciencia. Normalmente un renacedor tarda de 5 a 10 min. en conducir a una persona a un ritmo que sea lo suficientemente libre y relajado para percibir la energía del universo en la mente y en el cuerpo, y una vez realizada ésta conexión es deseable entregarse al espíritu de la respiración humana hasta que se experimente un ciclo completo de energía, lo cual acontece después de una hora o más de práctica de la respiración.

Una sesión de Renacimiento puede contener cambios emocionales o físicos que pueden asustar al principiante. Estos cambios son etiquetados por la profesión médica con el nombre de hiperventilación. Realmente lo que sucede es que el espíritu está limpiando, equilibrando y nutriendo la mente y el cuerpo humano. El renacido experimenta, normalmente, un profundo sentimiento de limpieza interior y sentimientos divinos de amor y serenidad.

El Renacimiento es muy rápido y muy profundo. La respiración de vida es uno de los más simples, más directos y poderosos métodos de purificación.
La respiración de vida puede enviar a la mente y al cuerpo a un viaje a través del cosmos. El Renacimiento ha sido llamado iluminación espiritual instantánea y conciencia cósmica.

El Renacimiento es intuitivo. Descubrir el Renacimiento es descubrir el alma. Pero ya que el alma es una, es posible que una persona lleve a otra a la percepción intuitiva del espíritu a través de la respiración. Percibir el alma en nuestra propia respiración, hace más fácil ver el espíritu en todas partes y en todo momento, ya que respiramos todo el tiempo.

Pero Renacimiento también implica ser maestro de tu conciencia total y llenar toda tu mente y tu cuerpo con luz y energía (nueva vida). Implica desvelar el ciclo vida-muerte, que incluye la liberación del síndrome de desaprobación parental y las emociones desagradables de esta y otras vidas. Implica el uso consciente de la poderosa respiración humana, la vida eterna, salud y éxito del espíritu en la mente y en el cuerpo. Por lo tanto Renacimiento implica todos los métodos de purificación espiritual.

Renacimiento es algo especial. Es el poder del espíritu para la salvación del cuerpo y la limpieza de la mente. Renacimiento es un método de purificación espiritual que en unos pocos minutos produce la experiencia espiritual más profunda.

El nacimiento y las tempranas frustraciones de la infancia, las hostilidades y la cólera se pueden elevar a la conciencia. Es importante darse cuenta que estos son sentimientos psicoanalíticos que se pueden abandonar sin violencia para con uno mismo, los amigos o nuestro entorno.
Las frustraciones se sienten alguna vez como cólera, algunas veces como desesperanza, impotencia, depresión, etc. Algunas veces como aburrimiento, algunas veces como debilidad o cansancio.

Renacimiento te pone en contacto con el mismo acto de estar consciente y cuando eres consciente, nada más puede acontecerte que curación y desarrollo de poder.

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martes, enero 16, 2024

La Energía de la Respiración

Respirar es una función mágica generadora de vida.
La respiración nos sustenta tanto en el plano psicológico como energético en formas que resulta imposible explicar por completo.
Aún así, hay mucha gente que cree conocer la importancia de la respiración, cuando no es más que una serie de datos acerca de la fisiología básica de la respiración; la que les informa que la respiración vigoriza el cuerpo a la vez que lo limpia del exceso de dióxido de carbono; elementos estos esenciales para la supervivencia del individuo.

Los seres humanos siempre estamos dispuestos a etiquetar y a reducir al máximo el funcionamiento de nuestro cuerpo y creernos capaces de explicarlo y manejarlo. La ciencia ha degradado el acto de respirar a un estudio superficial de biomecánica y al intercambio de gases que se disuelven en la sangre.
La respiración no es sólo eso, además posee propiedades energéticas mágicas. La respiración es un vínculo con nuestra energía luminosa.

Podemos relacionarnos con la respiración como algo más que un mecanismo físico. Al ocuparnos de nuestra respiración descubrimos la magia y el poder que hay en nosotros, como lo que realmente somos: Seres Energéticos.
Respirar es mucho más que un intercambio de oxigeno y de dióxido de carbono, es un incomprensible e inexplicable acto de poder.

Uno de los actos de poder más importantes a los que nos conduce la respiración es a recordar todos los aspectos de nuestra vida, con la mayor cantidad de detalles posibles. A través de la respiración logramos dos cosas. 1) nos liberamos de los lazos energéticos de otras personas con las que hemos interactuando a lo largo de nuestra vida, y 2) recuperamos la energía que hemos ido perdiendo a través de las acciones y actos de nuestra vida.
Esto es de vital importancia, para todo aquel que quiere conseguir la plenitud y la libertad en su vida; ya que es el modo más adecuado de desprendernos de la masa mental negativa; y esto no es como el psicoanálisis, sino que es un acto energético.

Toda la masa mental negativa, también llamada ego, es una fuerza sin forma que nos convierte en lo que somos como seres humanos. Es la apremiante fuerza de la alineación.
Aferrarse al ego es la principal causa de los pensamientos y actos egoístas de la humanidad.

Todo aquel que "sabe" que la vida es un viaje de retorno, debe aprender a purificarse y recuperarse energéticamente. No existe ninguna energía adicional para nosotros en ninguna parte del Universo.

La completación personal depende de una única cosa: de nuestra capacidad individual para conservar los recursos energéticos que ya poseemos.
La técnica de la respiración es una herramienta muy eficaz para concentrar nuestra energía finita que es nuestra marca de nacimiento.
La respiración especializada junto con el acto de recordar es, entre otras cosas, un procedimiento de depuración y de recuperación energética poderosísimos.

Todos tenemos unos tremendos recursos ocultos y una conexión viva con el Poder que está más allá de nuestra imaginación más descabellada, pero la mayoría de la gente elige ignorar la magia escondida de nuestra propia existencia.
Nuestro mayor error es que nos negamos con firmeza a tratar con nosotros mismos como seres luminosos son un potencial ilimitado. Nos tomamos demasiado en serio, nos quedamos enganchados a la razón y no nos liberamos. Nuestro engaño es, darle la espalda al Universo misterioso con el fin de entregarnos a las limitaciones estériles de nuestro propio autorreflejo.

Las técnicas de respiración especializada, junto con el acto de recordar es, entre otras cosas, un procedimiento de depuración y de recuperación energética poderosísimos.
La exhalación del aliento expulsa los filamentos de energía ajena, que con el tiempo se han ido acumulando en el cuerpo, debido principalmente a la interacción con otras personas. Mientras que la inhalación, recupera las fibras de energía que han quedado atrás, debido también, a nuestra interacción con otras personas.

Es imperativo recuperar esos filamentos luminosos con el fin de recuperarnos a nosotros mismos de manera eficaz; ya que no solo tienen una presencia profunda a nivel de nuestro poder personal, sino que también son la base energética para nuestra capacidad, casi ilimitada, de importancia personal.
Para ello, es más eficaz empezar ha realizar la recuperación de nuestra energía, con todas aquellas personas con las que hayamos mantenido relaciones sexuales.

La respiración da siempre, como resultado, un aumento significativo de energía. Es un acto de poder que produce consecuencias personales inimaginables.
Igual que respirar, "recordar" es un acto de poder; una forma incomprensible de liberación energética y renovación personal que se une a la de la respiración.

La respiración es un cabo de seguridad hacia lo abstracto, un puente hacia el espíritu.
Cada inspiración que damos nos purifica y recupera, a medida que reforzamos un énfasis nuevo para nuestra conciencia.
Cuanto más tiempo permanecemos en el camino del conocimiento, que por otra parte es nuestro destino, más solidificamos esa visión mágica; un punto de vista caracterizado por sentirnos protegidos sin necesidad de defendernos, alimentados espiritualmente y el amor incondicional. La única diferencia que hay está en elegir este camino de una manera consciente, es decir elegida por nosotros, o dejando que sean otros los que te lleven por ese mismo camino; la gran diferencia consiste en dirigir o ser dirigido.

Adoptar una postura que contradice los puntos de vista consensuales del orden social establecido, no es fácil. Has de estar decidido/a a elegir a favor de tu yo energético, de la libertad y de la conciencia de tu ser total.
Ya no queda mucho más tiempo para la estupidez ni el desperdicio inútil de energía. Sabemos que depende de nosotros asumir la responsabilidad de los recursos para caminar por la senda de la vida y por el camino del conocimiento. Si no eres capaz de realizar la recuperación de tu propio poder personal y de tu energía, entonces no existe ningún otro ser vivo en el Universo capaz de ayudarte.

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lunes, enero 15, 2024

Relación entre Respiración y Salud

Nuestra vida se establece a partir del hecho respiratorio. Todo lo que está vivo respira, realiza un intercambio constante con el medio. En la respiración se produce un ritmo que es necesario aprender a escuchar.
Si nos observamos, podemos apreciar que el ritmo de la respiración cambia en función de la actividad que estemos realizando (si estamos concentrados, o más o menos agitados, por ejemplo).

Perdemos la capacidad de respirar con la que nacemos, y sólo utilizamos una pequeña parte de nuestro potencial. Esa capacidad la perdemos por varios motivos: estrés, ansiedad, miedo, autoexigencia.

Una respiración deficiente o superficial, también, deteriora el organismo. Del mismo modo que nuestro ánimo y nuestros procesos mentales o psicológicos influyen en nuestro modo de respirar, la respiración influye en nuestro modo de estar en el mundo.

El control de la respiración es una fuente de salud. En muchas disciplinas orientales se recoge esta influencia entre respiración y salud, y se trabaja con la respiración para lograr el máximo beneficio de los ejercicios. Sivananda, uno de los maestros de yoga más conocidos en occidente, decía: "Con la respiración el cuerpo se vuelve más fuerte y sano; el exceso de grasa desaparece, el rostro resplandece, los ojos centellean y un encanto particular se desprende de toda persona".

La respiración es un puente entre lo físico, lo emocional y lo mental. Cuando se respira de forma profunda y completa, se puede conseguir un estado de gran relajación.
- Se elimina tensión muscular.
- Se aporta una mayor cantidad de oxígeno a la sangre y a los órganos.
- La mente se vuelve más clara y despejada.

Los procesos físicos, mentales y emocionales están implicados en la respiración. Es imposible disociarlos, pero sí es posible aprender a controlar la respiración para controlar nuestra salud.

INFLUENCIA DE LA RESPIRACIÓN EN EL ORGANISMO
La respiración nos mantiene minuto a minuto. Es una fuente de vida más importante que el alimento o el agua.

Los pulmones son los órganos más largos del cuerpo humano. Nuestro sistema respiratorio:
- Nos proporciona oxígeno.
- Elimina el dióxido de carbono.
- Regula el ph corporal.

La mayoría de nosotros sólo utilizamos una décima parte de nuestra capacidad respiratoria. Si no expandimos los pulmones a su máxima capacidad, las pequeñas cavidades de aire que hay entre ellos no pueden limpiar su capa de mucosidad adecuadamente. El resultado es menos oxígeno para el cuerpo, y una intoxicación constante que conduce a una menor resistencia ante los avatares que se nos presentan.

Aprende de nuevo a respirar. Si observas la respiración de un bebé, verás que su abdomen sube y baja con cada respiración. Con el tiempo vamos perdiendo esa forma profunda de respirar, y nos limitamos a llenar superficialmente nuestros pulmones. Si te observas verás que no utilizas el abdomen para respirar, sólo hinchas levemente la parte alta del tórax.

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lunes, septiembre 25, 2023

Pensador y Demostrador

La mente humana parece comportarse como si estuviera dividida en dos partes, el Pensador y el Demostrador. El Pensador puede pensar virtualmente en casi cualquier cosa. El Demostrador es un mecanismo mucho más simple. Funciona con una única ley: Lo que piensa el Pensador, el Demostrador lo comprueba.

La "Verdad" o la verdad relativa surgen sólo después de décadas de experimentos por miles de grupos en todo el mundo. A la larga, nos acercaremos más y más a la "verdad objetiva" durante los siglos. En el corto plazo se sostiene que -Cualquier cosa que el Pensador piense, el Demostrador lo comprobará-. Y si el Pensador piensa apasionadamente, el Demostrador comprobará el pensamiento de manera concluyente que nunca le hablarás a una persona fuera de tal creencia.

Para explorar el Pensador y el Demostrador, intenta lo siguiente:
1. Visualiza una moneda vívidamente, e imagina vívidamente que tu vas a encontrar la moneda en la calle. A continuación, busca la moneda cada vez que salgas a caminar, mientras tanto continúa visualizándola. Date cuenta de cuánto tiempo te lleva encontrar la moneda.
2. Explica el experimento anterior por la hipótesis de la "atención selectiva", es decir, que hay un montón de monedas perdidas en todas partes y que tu has sido obligado a encontrar una, continuamente buscando. Ve en busca de una segunda moneda.
3. Explica el experimento de la alternativa "mística": la hipótesis de que “la mente controla todo”. Cree que hiciste manifestarse a la moneda en este universo. Ve en busca de una tercera moneda.
4. Compara el tiempo que se tarda en encontrar la segunda moneda con la primera hipótesis (la atención) con el tiempo que llevas utilizando la segunda hipótesis (la mente sobre la materia).
5. Con tu propio ingenio, inventa experimentos similares cada vez que compares las dos teorías: la "atención selectiva" (coincidencia) frente a "la mente controla todo" (psicokinesis).
6. Evita llegar a conclusiones firmes antes de tiempo. Al cabo de un mes, vuelve a leer este artículo, piénsalo nuevamente, y evita llegar a alguna conclusión dogmática. Cree posible que tu no lo sabes todo aún, y que podrías tener algo que aprender todavía.
7. Convéncete a ti mismo (si no estás ya convencido) que eres feo, poco atractivo y aburrido. Ve a una fiesta en ese estado de ánimo. Observa cómo la gente te trata.
8. Convéncete a ti mismo (si no estás ya convencido) que eres hermoso, irresistible e ingenioso. Ve a una fiesta en ese estado de ánimo. Observa cómo la gente le trata.
9. Este es el más difícil de todos los ejercicios y viene en dos partes.

- En primer lugar, observa de cerca y desapasionadamente a dos queridos amigos y dos desconocidos. Trata de averiguar lo que sus Pensadores piensan, y cómo sus Demostradores metódicamente se pusieron a comprobarlo.
- En segundo lugar, aplica el mismo ejercicio a ti mismo.

Si crees que has aprendido las lecciones de estos ejercicios en menos de seis meses, realmente no has estado trabajando en ellos. Con el trabajo real, en seis meses, debes estar empezando a darte cuenta de lo poco que sabes de todo.

10. Cree que es posible que puedas flotar sobre el suelo y volar sólo con quererlo. Observa lo que sucede. Si esta prueba resulta decepcionante, como me ha resultado a mí, trata a continuación el número 11, que nunca es decepcionante.
11. Cree que tu puedes superar todas tus ambiciones y esperanzas anteriores en todos los ámbitos de su vida.

"Creer" o "convencerte a ti mismo" significa hacer lo que un actor hace: Fingir hasta que la pretensión empiece a sentirse real, o, como los músicos de jazz dicen: "Finge hasta que lo hagas".


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sábado, enero 09, 2021

Conseguir lo que Quieres Sin Caer en Trampas Predecibles

Hay dos tipos de persona en este mundo. Hay personas que se centran en la forma en que debería funcionar el mundo y hay personas que se centran en cómo funciona realmente el mundo.
Aquellos que se centran en la forma en que debería funcionar el mundo a menudo se encuentran sufriendo por ello. Ignoran la naturaleza humana y otras personas los toman por sorpresa. Miran el mundo con una lente idealista y nunca avanzan porque no comprenden la realidad.
Los que saben cómo funciona realmente el mundo son los que salen adelante porque entienden lo que impulsa a las personas, saben persuadir, saben qué decir y cuándo decirlo.
No se tiene que usar el poder, la persuasión y la estrategia para propósitos malvados. Irónicamente, son las personas que no aprenden a usar el poder, la persuasión y la estrategia las que se hacen un flaco favor a ellos mismos y a otras personas.

“Entiende esto: la sociedad quiere asignarte un rol. Tan pronto como aceptas ese papel, estás condenado".

Somos manipulados por la sociedad desde que éramos niños para vivir ciertos caminos en la vida. Se hacen esto porque se necesita mantener a la mayoría de la gente en una posición de debilidad y complacencia para mantener la actual estructura de arriba hacia abajo de la sociedad.
Combate esto eligiéndote a ti mismo. Haces lo que quieres hacer.

“No aceptes los roles que la sociedad te impone, forjando una nueva identidad, una que llame la atención y nunca aburre a la audiencia. Conviértete en el dueño de tu propia imagen en lugar de dejar que otros la definan por ti. Incorpora dispositivos dramáticos en tus gestos y acciones públicas: tu poder aumentará y tu personaje parecerá más grande que la vida".

¿Cómo conseguirlo? Concéntrate en las cosas que te atrajeron a una edad más temprana: son tus predilecciones naturales.
• Utiliza tus experiencias pasadas y el trabajo que has realizado como base. Toma esas habilidades y combínalas con tus intereses.
• Elige un camino en el que concentrarte y naveguea por ese camino sin desviarte demasiado hasta que domines tu actividad.

La ley para caminar en tu día a día: "Piensa como quieras pero compórtate como los demás. Si haces una demostración de ir contra los tiempos, haciendo alarde de tus ideas poco convencionales y formas poco ortodoxas, la gente pensará que solo quieres atención y que los desprecias. Encontrarán una manera de castigarte por hacerlos sentir inferiores. Es mucho más seguro mezclarte y nutrir el bien común. Comparte tu originalidad solo con amigos tolerantes y aquellos que seguramente apreciarán tu singularidad".

A menudo, cuando escuchas una opinión con la que no estás de acuerdo o estás cerca de alguien que tiene una visión del mundo que no compartes, solo sonríe, asiente y no discutas. Aprende a ser un camaleón social. Esto no te hace falso. Te hace inteligente. Algunos osos simplemente no vale la pena pincharlos.
La forma más fácil de poner en práctica esta ley es no diciendo mas de lo necesario. Cuando intentas impresionar a la gente con palabras, cuanto más dices, más vulgar pareces y menos control tienes. Incluso si estás diciendo algo banal, parecerás original si lo haces vagamente. Las personas poderosas impresionan e intimidan diciendo menos. Cuanto más digas, más probabilidades tendrá de decir algo tonto.

¿Alguna vez notaste cómo la gente parece hablar debido a una sensación de ansiedad? ¿Como si tuvieran que hablar o de lo contrario se sentirían demasiado incómodos para estar en el momento presente?
Piense en todos los pequeños sentimientos inconscientes que captas cuando escuchas a la gente hablar y has de saber que te están analizando exactamente de la misma manera.

Nueve de cada diez veces es mejor callar la boca ¿por qué? Porque, entonces, puedes escuchar. Puedes obtener mucha más información cuando no te preocupan tus propias palabras. La gentetle dirá lo que quiere si solo escuchas. Podrás verlos como realmente son si les prestas atención. Puedes permanecer con tus buenas formas, no fingiendo, sino modelando lo mejor que puedas para los rasgos que les gustan. Todo esto es más fácil si no te distraes con tu propia verborrea.

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viernes, julio 10, 2020

Cómo Aprovechar tu Vida

“No nos ahogamos al caer al río, sino al permanecer sumergidos en él”


El río es todo lo que parece una excusa temporal hoy pero que no desaparecerá mañana.
Al principio, no parece que estés a la deriva. Solo lo dejas ir un poco. Estas flotando. El río te lleva. Es agradable. Cómodo. Las cosas pasan. El tiempo pasa. Seguirá pasando.
Finalmente, el río conduce a un río más grande. Estás en un terreno nuevo. Nunca has visto este lugar antes. ¿Dónde puedes llegar a tierra? ¿A dónde llevará este río?
Pronto, ya no sabes lo que está por venir. No puedes ver lo que sigue. El río podría convertirse en una cascada. Podría lanzarte por un acantilado. Te quedarás sumergido para siempre.

No habrá un gran choque al final. Solo una mirada arrepentida por la ventana. Un pariente de visita. "Oh sí, eso. Nunca lo hice. No puedo decirte por qué".
Todos los ríos desembocan en el mar. Si no subes hacia la superficie, si no comienzas a nadar, ahí es a donde vas. Nadie vendrá a salvarte. No obtendrás una extracción. Nadie te va a obligar a escribir tu libro o pedirte que se case contigo o ser una buena madre. Ningún niño de 15 años te responderá en la cita de un libro.

La única forma de no desperdiciar tu vida es hacer tu mejor esfuerzo para no desperdiciar hoy. Escribe una oración. Toma una decisión difícil. Atiende el teléfono.
Todos caemos al río de vez en cuando. Pero no podemos quedarnos sumergidos en él. No dejes que los pequeños remordimientos se acumulen en silencio. Da un paso cada día. Golpea hacia la superficie.
No eres un soldado, y ningún informe breve puede salvarte. Ninguna misión independiente definirá tu legado. No esperes una oportunidad de redención. Redímete con tus acciones.
Renuévate todos los días.

Autor: Niklas Göke

Fuente: Medium

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miércoles, julio 08, 2020

El Acto de Conocer

Por lo general, en el estado actual no encontramos equilibrio, uno no se conoce; y se empieza a sentir que hay que llegar a un momento de Presencia más completo. Se necesito ante todo tener una impresión ─lo más profunda posible─ de uno mismo. Es fácil darse cuenta de que casi nunca tenemos una impresión profunda, de que las impresiones son muy superficiales, tan superficiales que solo crean asociaciones superficiales que no dejan ningún recuerdo y no cambian nada, no transforman nada. Cuando en realidad las impresiones son una especie de alimento, aunque no comprendamos bien lo que quiere decir alimentarnos, ni lo que eso representa para nuestro ser.

Solemos ser pobres en materia de impresiones en nosotros mismos. Tenemos tan pocas que apenas tienen relevancia. Si verdaderamente se quiere conocer algo, estar seguro de ello, primero se necesita ser «conmovido» por el conocimiento. Se necesita ese conocimiento nuevo. Y se necesito ser «conmovido» por él tan fuertemente que se conozca en ese momento con todo lo que uno es; no solamente con la razón, sino con todo el ser. Si no se tiene suficiente de ese conocimiento, suficientes impresiones, no se puede tener ninguna convicción. Sin el conocimiento, sin el material, ¿cómo se va a evaluar las cosas, cómo se puede trabajar? No hay nada para dar un impulso en una dirección u otra. No hay posibilidad de actuar conscientemente. Lo primero que se necesita para una acción consciente es una impresión de sí mismo, tanto cuando se está solo, abierto a lo que se es, como cuando se está en la vida, cuando trata de no olvidar esa impresión completamente y ve cómo se pierde. Esas dos clases de impresiones son el mundo interior. Hasta que no se tenga una cierta cantidad de impresiones, no se puede ver más lejos, no se puede comprender más.

Normalmente consideramos las impresiones como algo muerto, fijas como una fotografía. Pero con cada impresión recibimos una cierta cantidad de energía, algo viviente que actúa sobre nosotros, que nos anima. Por un momento se tiene una impresión de sí mismo que es completamente diferente de la manera en que se experimenta en general. De repente se conoce algo real en uno, de una forma enteramente nueva, se recibe algo, se es animado por eso. Después se pierde, no se conserva. La impresión desaparece como si hubiese sido robada por un ladrón. En el momento en que más se necesita de ella para estar presente ante la vida, ya no se tiene el apoyo para no perdernos. Ahora se empieza a ver que las impresiones son un alimento. Una energía que se debe recibir y debe ser contenida.

Se necesita ver lo que a uno le molesta y comprender por qué es tan difícil recibir una impresión. No es porque no se quiera recibir. Es porque no se puede.Porque siempre se está cerrado, cualesquiera sean las circunstancias de la vida. A veces, quizá por un destello, se está abierto a la impresión, pero casi inmediatamente se suele reaccionar. La impresión se asocia automáticamente con otra cosa y se produce una reacción. Uno aprieta un botón y acto seguido viene un pensamiento, una emoción o un gesto.
No se puede evitar, ni siquiera se ve. Nuestra reacción nos ha separado de la impresión y de la realidad que ella representa. Ahí está la barrera, el muro. Al reaccionar, nos cerramos.

Lo que no se ve es que se pierde todo contacto con la realidad una vez que nuestras funciones habituales están al mando. Por ejemplo, sentimos que nuestro cuerpo está aquí. Sentimos el brazo izquierdo, tenemos la impresión del brazo izquierdo. Tan pronto esa impresión nos alcanza, se desata el pensamiento, que nos dice «el brazo... el brazo izquierdo». Y en el momento en que se piensa, se pierde. Al pensar en el brazo, creemos conocerlo. Confiamos más en el pensamiento sobre el brazo que en su existencia real. Pero el pensamiento sobre el brazo no es la realidad. Es lo mismo para la propia realidad. Tenemos la impresión de una vida en uno mismo, pero tan pronto se piensa en «soy yo», se pierde. Se interpreta el pensamiento por el hecho mismo. Creemos conocerlo y con esa credulidad, esa creencia en el pensamiento, ya no se tienen preguntas, ni interés para recibir esa impresión.

No se reciben las impresiones conscientemente. En consecuencia, uno no se conoce. Al mismo tiempo, se necesita esto por encima de cualquier otra cosa. Si no se puede recibir una impresión de sí mismo, nunca se tendrá ese recuerdo, esa posibilidad de conocer lo que se es. El momento de recibir una impresión es el momento de volverse consciente. Es el acto de ver.

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lunes, diciembre 16, 2019

La Actitud es nuestra Meta y a la vez nuestro Camino

Buscamos acercarnos a lo desconocido, abrir la puerta a lo que está escondido en nosotros y franquearla. Habría que someterse completamente a ese sentimiento de lo sagrado que hay en nosotros, pero solo lo podemos hacer parcialmente. Lo sagrado se manifiesta como conciencia interior y debe ser encontrado dentro. La verdad, la única verdad, está en la conciencia.
Todo lo que existe está constituido por tres fuerzas. La fuerza activa, la fuerza pasiva y la fuerza conciliadora. La fuerza que desciende es la que quiere volver a ascender. En el ser humano la cabeza se opone al cuerpo. La fuerza conciliadora es la voluntad que los une, que los relaciona. Todo viene del deseo de esa voluntad.

Cualquiera que sea el estado en que nos encontremos en este momento, cualquiera que sea el significado de la fuerza que manifestemos, las posibilidades más altas están escondidas tras la densa pantalla de nuestra pasividad, que se cree autosuficiente. Nuestro destino comienza cuando sentimos la llamada de otra fuerza y respondemos voluntariamente a ella. Es el primer acto voluntario. Nos hacemos disponibles a la realidad de una fuerza que cambia la razón de estar aquí. Estamos aquí para escucharla. No para esperar algo de ella, ni para apropiarnos de ella, sino para comprender el acto, la acción que creará una posibilidad de vida responsable.
Estamos aquí, pero estamos vacíos, sin meta real, sin sentido, sin razón de ser. Todo el tiempo estamos bajo una sugestión: lo que esperamos, lo que aguardamos, lo que debemos hacer, lo que todo eso quiere decir. Nuestras funciones son pasivas, están bajo influencia y a merced de todo lo que las toque. Nuestro pensamiento oye palabras que cree conocer y asocia inmediatamente en torno a esas palabras.

Las emociones, al acecho de lo que les gusta o no les gusta, niegan o son curiosas. Y nuestro cuerpo digiere o se abandona en su pesadez. Cuando debemos manifestarnos, expresarnos, reaccionamos a la impresión recibida, siguiendo la manera en que nuestros centros fueron educados. Solo vemos formas ─cosas y personas─ nunca fuerzas. Nunca respondemos a partir de una visión, de una comprensión de la realidad. Lo que es más verdaderamente en nosotros no aparece. Todos los acontecimientos interiores o exteriores parecen ser un sueño porque no nos sentimos verdaderamente alcanzados por ellos.

La energía de nuestra mirada es pasiva. Solo vemos lo que observamos a través de una imagen, de una idea. En consecuencia, no vemos realmente, no estamos en contacto directo con lo que vemos. La atención se mantiene pasiva por la idea. La imagen. No está libre. Reaccionamos a la idea y las cosas se repiten indefinidamente de la misma manera. Nuestro pensamiento reacciona automáticamente, compara y obedece al material acumulado a lo largo del tiempo. ¿Podemos tener un pensamiento más activo que no esté continuamente ocupado en extraer algo de su memoria? Tal pensamiento se mantendría delante del hecho, sensible, sin ningún juicio ni sugestión, sin ningún pensamiento. Se mantendría simplemente por la urgencia de conocer lo verdadero. Ese pensamiento sería como una luz. Podría activamente ver.

La sensación también es pasiva. Tenemos un sentir de nosotros mismos bajo una forma familiar que se repite, una forma que corresponde a nuestra manera habitual de pensar. ¿Podemos tener una sensación más activa, despierta por entero a la energía que recibe? Esa sensación sería un instrumento de conocimiento y, como ese pensamiento, no tendría como meta el poseer.

Cuando experimentemos a la vez ese pensamiento y esa sensación más activos, descubriremos una voluntad nueva, un sentimiento de urgencia por ser así. Solo en el momento en que aparece en nosotros esa intensidad ─de querer ver, de querer conocer lo que es─ es cuando despertamos a lo que somos enteramente. Despertamos para conocer lo verdadero, lo real... no para cambiar. La actitud ha cambiado. Es más consciente.
Podemos ver que si ese querer activo no está, recaeremos en el sueño. El deseo de conocer y de comprender prima sobre todo. No es solo una idea en la cabeza, o una sensación, o emoción particular. Nos pide todo al mismo tiempo. ¿Podemos aprender a escucharlo?

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sábado, noviembre 23, 2019

El Esfuerzo Consciente

Para saber lo que nos anima a hacer un esfuerzo necesitamos una atención más consciente. Esa atención no puede ser mecánica, porque debe ser constantemente rectificada para que pueda ser perdurable. Habrá entonces alguien que vigile, y ese vigilante representará un estado de conciencia diferente.
Cuando uno se aparta de la vida para abrirse a sí mismo, en algún momento se siente pertenecer a un orden diferente. Recibe esa impresión y toma conciencia de ella. Ahora esa impresión va a formar parte de su Presencia. Está ahí para ayudarle, o bien relacionarle con un momento de esfuerzo y hacerle entrar en una asociación consciente, o bien la impresión se va a asociar inconscientemente y no le ayudará. Debemos hacerla aparecer conscientemente, asociándola con otra impresión. Entonces, debemos vigilar, con una atención voluntaria, para conservar una impresión consciente de uno mismo el mayor tiempo posible.

Hay momentos accidentales de recuerdo de sí debidos a impresiones conscientes o no conscientes. Esas impresiones demandan en nosotros, no sabemos cómo. Pero se nos escapan y se pierden porque no están relacionadas, no están asociadas intencionalmente. No tenemos ninguna actitud voluntaria acerca de ellas y solo nos pueden conducir a una reacción ciega. Necesitamos adoptar una actitud más consciente respecto a ellas. Al ver que de un momento a otro no somos lo mismo, se siente la necesidad de un punto de referencia, de medir esos estados diferentes en relación con algo que siempre permanece igual en nosotros. Todo nuestro trabajo gira alrededor de ese punto de referencia. Para nosotros representa la comprensión actual de lo que es ser un ser consciente.
Se necesita un sacrificio para conservar el sentimiento de Presencia que reconocemos en el momento del esfuerzo. Debemos aceptar renunciar intencionalmente a la voluntad ordinaria y hacerla servir. Todo depende de nuestra participación activa. En general enfatizamos demasiado la meta de no dejarse llevar, de no perder nuestro estado. Olvidamos hasta qué punto necesitamos ayuda. Confiamos en algo que nunca nos sostendrá y no le pedimos ayuda a lo más refinado que tenemos. Entonces nada nos sostiene y estamos desvalidos.

El sentimiento pasa por fases relacionadas con la atención. Al activarse, la atención adquiere algo más exquisito y es capaz de atrapar lo que pasa en otros niveles donde las vibraciones tienen una longitud de onda diferente. Cuando tenemos el sentimiento de Presencia estamos en relación con fuerzas superiores y al mismo tiempo con fuerzas inferiores. Estamos en el medio. No se puede tener una sensación de sí sin la participación de las fuerzas inferiores que trabajan en nosotros. Atención consciente significa algo que está entre dos mundos.
Lo que es difícil de comprender es que nada es posible sin esfuerzo consciente, y que el esfuerzo consciente está relacionado con la naturaleza superior. Solo la naturaleza inferior no puede llevarnos a la conciencia. Pero cuando despertamos y sentimos que pertenecemos a un mundo superior, esa no es sino solo una parte de nuestro esfuerzo consciente. Solo nos volvemos realmente conscientes cuando estamos abiertos a todas nuestras posibilidades superiores e inferiores. Solo hay valor en el esfuerzo consciente.

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sábado, noviembre 09, 2019

El Vigilante

Uno debe llegar a saber si es consciente o no de sí mismo en un determinado momento y debe reconocer todos los niveles de esa conciencia. Su presencia o ausencia puede así ser probada por un acto interior de observación.
Nos enfrentamos a algo desconocido. Estamos frente a un misterio, el misterio de la Presencia. Debemos sentir que no podemos pretender conocer ese misterio con nuestros medios ordinarios. Si comprendemos, al menos mentalmente, lo que significaría estar presente, con todos los elementos de nuestra Presencia, y no solo con la cabeza, la sensación o las emociones, tal vez no estaríamos aun verdaderamente presentes, pero estaríamos en busca de una dirección común. ¿Quién está presente? ¿Presente a quién? ¿Quién ve a quién? Ahí está todo el problema.

Para observarse hace falta una atención diferente de la atención ordinaria. Emprender la lucha del que vigila. Buscar que haya en nosotros un vigilante estable. Alguien que vigile. Solo el que vigila está activo. El resto de nosotros mismos está pasivo. El que vigila debe recibir una impresión del estado interior tratando de tener, al mismo tiempo, un sentido del Todo. Debemos aprender a ver que el verdadero Yo no está ahí, y que el personaje toma el poder y hasta pretende ser el único que existe. Uno tiene poder sobre el otro. Es necesario invertir los roles.
El peligro está en que no nos damos cuenta de que los roles vuelven a cambiarse. Necesitamos poner atención; pero, en realidad, lo que necesitamos es conocer nuestra falta de atención. La observación de uno mismo enseña cómo concentrarse mejor y fortalece la atención. Nos hace ver que no nos recordamos a nosotros mismo, que no vemos el estado de sueño en que nos encontramos. Estamos fragmentados; nuestra atención está dispersa y no tiene ninguna fuerza disponible para ver. Cuando despertamos, hacemos un esfuerzo por liberar una atención suficiente, capaz de oponerse a esa dispersión y verla. Es un estado más voluntario. Ahora hay alguien que vigila y ese vigilante es un estado diferente de conciencia.

Sin embargo, debemos recordar siempre que no sabemos lo que somos y que todo el problema es saber quién está presente. La observación de uno mismo por parte del pensamiento habitual, con la separación entre el observador y lo que es observado, no hace más que reforzar la ilusión del yo. Comenzamos a ver dos aspectos, dos naturalezas en nosotros mismos: una naturaleza superior, relacionada con un mundo, y una naturaleza inferior, relacionada con otro mundo. ¿Qué es lo que somos? No somos ni lo uno ni lo otro. Participamos de una naturaleza divina y de una naturaleza animal. El hombre es doble. No se ha unificado. Es solo una promesa de hombre hasta que pueda vivir con sus dos naturalezas presentes en sí mismo, sin retirarse a una u otra. Si se retira a su parte más elevada, se aleja de sus manifestaciones y no puede ya evaluarlas. El hombre que siempre vigila es aquel que se recuerda a sí mismo en las dos direcciones y tiene sus dos naturalezas siempre enfrentadas.

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viernes, noviembre 01, 2019

La Necesidad de un Nuevo Conocimiento

Dependemos completamente de las influencias exteriores y estamos sometidos a las reacciones automáticas de nuestro funcionamiento. Es la esclavitud total. No hay ningún principio superior, ningún principio consciente en nosotros. El ser humano tiene la posibilidad de despertarse de ese sueño y el medio para ello es la atención.
En el sueño, la atención está apresada. Hay que liberarla y volverla en otra dirección. Es la fuerza activa opuesta a la fuerza pasiva, la lucha del sí y del no. Esta movilización de la atención es el primer cambio hacia la posibilidad del recuerdo.

Sin una atención diferente, uno solo puede ser autómata. Con una atención voluntariamente dirigida, uno va hacia la conciencia. Al dividir su atención, uno puede empezar a observarse. La observación de sí siempre debe estar relacionada con la idea de los centros, de su funcionamiento automático, de su falta de relación. Nuestros tres centros ─la mente, el cuerpo, el sentimiento─ trabajan con energías diferentes y su disposición determina las influencias que nos llegan.
Tal como somos, cada influencia produce el tipo de reacción que le corresponde. Las emociones negativas son una negación en un nivel muy bajo. Si nuestras reacciones están en un nivel bajo, lo que recibimos también está en un nivel bajo. Necesitamos aprender a obedecer a la ley que gobierna las fuerzas superiores y someter conscientemente nuestra voluntad a ellas. El momento de conciencia es un momento de voluntad.

Un nuevo conocimiento es necesario, un saber nuevo que pueda llevamos al conocimiento del hombre, a un cambio del ser, a la evolución. Sin esfuerzo y sin ayuda, la evolución es imposible. Requiere un esfuerzo consciente y una visión. El conocimiento es el conocimiento del Todo. Uno solo puede recibir fragmentos que después debe relacionar. Quizás entonces uno se vuelva capaz de encontrar su lugar justo en una comprensión total.
En el intento por estar presentes, necesitamos primero encontrar momentos cotidianos de retiro y recogimiento. Entonces, debemos llegar a ser capaces de tener momentos de observación de la identificación con la fuerza de la vida y de encontrar el lugar donde la atención puede estar entre los dos.

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lunes, octubre 28, 2019

La Primera Iniciacion

Cuando entramos en contacto con el mundo, simultáneamente se forma una imagen de nosotros mismos. Estamos apegados a esa imagen de tal manera que la confundimos con nosotros mismos y buscamos afirmarla y protegerla. Somos esclavos de esa imagen; y como estamos tan apegados a ella y absorbidos por sus reacciones, no tenemos ya atención disponible para saber que somos algo diferente.

Tal como somos, no reconocemos nada mas allá de nosotros mismos, ni afuera ni en nosotros... En teoría tal vez, pero no en la realidad. De manera que no tenemos una referencia con la cual medirnos y vivimos únicamente de acuerdo con los «me gusta» o «no me gusta». Solo nos apreciamos a nosotros mismos y vivimos pasivamente según lo que nos agrada. Esa apreciación de nuestro yo nos ciega. Es el mayor obstáculo para una vida nueva. La primera exigencia para un trabajo en dirección a la conciencia de sí es cambiar esa apreciación, lo cual solo puede suceder si vemos en nosotros mismos algo que antes no habíamos visto. Y para ver tenemos que aprender a ver. Esa es la primera iniciación a la conciencia de ser.

Intentamos vernos tal como somos en un estado de identificación; intentamos experimentarnos como somos cuando estamos identificados. Necesitamos conocer la enorme dimensión de la fuerza que está detrás de la identificación y de su movimiento irresistible. Esa fuerza que nos sostiene en la vida no quiere el recuerdo de sí. Ella nos arrastra hacia la manifestación y rechaza el movimiento hacia el interior.

Al vernos en la identificación vemos que estamos en la vida. Pero si recordamos nuestras posibilidades más altas, nos perdemos y rechazamos lo que somos en la vida. Ese rechazo nos impide conocerla. Hay que ser astutos para atraparnos sin cambiar nada, sin cambiar nuestro deseo de manifestarnos. Necesitamos vernos como una máquina arrastrada por todos los procesos que aparecen: los pensamientos, los deseos, los movimientos. Necesitamos conocernos como autómatas, estar presente cuando funcionamos automáticamente. ¿Quiénes somos en la vida? Tenemos que experimentarlo y tener una impresión de ella más consciente.

Para hacer frente a la fuerza de la identificación, tiene que haber algo presente, algo que presencie, una atención estable, libre, que aspire a otro nivel. Ese esfuerzo proviene de algo que no forma parte de nuestros medios ordinarios. Necesitamos de cierta voluntad y de un deseo que nuestra personalidad ordinaria no conoce. El yo ordinario debe ceder su puesto. A fuerza de mantener la atención y no olvidarnos de mirar, tal vez un día podremos ver. Si vemos una vez, podremos ver una segunda vez, y si esto se repite, ya no seremos capaces de no ver.

Para observar, tenemos que luchar. Nuestra naturaleza ordinaria rechaza la observación de uno mismo. Necesitamos preparar, organizar nuestra lucha contra el obstáculo, retirarnos un poco de la identificación ─hablar, imaginar, expresar emociones negativas─ para poder observar. Una lucha consciente exige una elección y una aceptación. No es nuestro estado el que debe dictar esa elección. Debemos elegir la lucha por estar presente y aceptar que el sufrimiento aparecerá. No hay lucha sin sufrimiento. La lucha es inaceptable para nuestra naturaleza inferior. Eso la perturba. Por eso es tan importante recordar lo que uno quiere: el sentido de nuestro trabajo y de nuestra Presencia. Si nos negamos a satisfacer un hábito, por ejemplo de comer o de sentarnos de una cierta manera, no estamos luchando para cambiar ese hábito. Y cuando tratamos de no expresar las emociones negativas, no estamos luchando en contra de las emociones mismas, o para destruir su expresión. Es una lucha contra nuestra identificación, de forma que la energía, que de otra manera se desperdiciaría, sirva al trabajo. No luchamos contra algo. Luchamos por algo.

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lunes, octubre 14, 2019

Dónde está nuestra Atención

Uno no se da cuenta de cuán pasivo es, siempre arrastrado por los acontecimientos, las personas y las cosas. Empezamos un trabajo con mucho interés, conscientes de nuestra meta. Pero al cabo de cierto tiempo, el impulso se debilita, vencidos por la inercia. La comprensión disminuye y uno siente la necesidad de algo nuevo que restaure el entusiasmo, la vida. De esa manera, nuestro trabajo interior avanza por etapas y depende siempre de fuerzas nuevas. Esto está determinado por una ley. Hay que desechar la idea de que el avance se realiza en forma continua y en línea recta. Hay etapas en las que la intensidad disminuye y, si uno no quiere recaer es necesaria la aparición de una fuerza más activa.
El hombre pasivo en nosotros, el único que conocemos, es el que recibe toda nuestra confianza. Pero, mientras permanezcamos pasivos, nada nuevo ocurrirá. Hay que volverse activos en relación con nuestra inercia, en relación con el trabajo pasivo de nuestras funciones. Si queremos cambiar, tenemos que buscar en nosotros al hombre nuevo, el que está escondido; es decir, el del recuerdo, el que tiene una fuerza que solo puede ser dirigida por su voluntad y a quien hay que hacer crecer gradualmente, paso a paso. Uno debe ver que es posible un estado más intenso, más activo.

Hemos de reconocer que en nuestro estado habitual la atención no está dividida.Cuando uno se abre a lo exterior, está naturalmente interesado. La atención va hacia allá. No se puede impedir. Si la fuerza de atención está completamente ocupada, estamos perdidos en la vida, identificados. Toda la capacidad de estar presente se pierde. Nos perdemos, perdemos nuestro propio rastro, el sentimiento de uno mismo, nuestra existencia pierde su sentido. Entonces, el primer cambio requerido es una separación en la que la atención se divide. Nuestro esfuerzo debe ser siempre claro: estar presente, que es el comienzo del recuerdo de sí. Cuando la atención se divide, estamos presentes en dos direcciones, tan presentes como se pueda. Nuestra atención se dirige en dos direcciones opuestas y nosotros estamos en el medio. Es el acto del recuerdo de sí. Queremos mantener una parte de nuestra atención sobre la conciencia de pertenecer a un nivel superior y, bajo esa influencia, tratar de abrirnos al mundo exterior.

Hay que hacer un esfuerzo para permanecer relacionados, un esfuerzo de atención. Tratar de conocer realmente lo que somos. Luchando por seguir estando presente, a la vez con un sentimiento de uno mismo que se vuelve hacia una calidad mejor y con un sentimiento ordinario ligado a nuestra persona. Queremos ver y no olvidar nuestra pertenencia a esos dos niveles. Debemos ver dónde está nuestra atención, ¿dónde está nuestra atención cuando nos recordamos a nosotros mismos? ¿Dónde está nuestra atención en la vida? El orden solo puede nacer cuando entramos en contacto directo con el desorden. No estamos en el desorden; somos el estado de desorden. Si miramos lo que somos realmente, vemos el desorden. Y donde hay un contacto directo, hay una acción inmediata. Comenzamos a darnos cuenta de que nuestra Presencia está donde está nuestra atención.

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miércoles, octubre 09, 2019

El Deseo de Estar Presente

El verdadero "Yo" viene de la esencia. La esencia de lo que somos es un "querer ser" y desarrollar la esencia que somos viene después con un "querer ser capaz de ser". La esencia está formada por las impresiones asimiladas en la infancia hasta los cinco o seis años, cuando se produce una ruptura entre la esencia y la personalidad. Para continuar su desarrollo, la esencia debe volverse activa a pesar de los obstáculos provenientes de la presión ejercida sobre ella por la personalidad. Necesitamos el recuerdo de nosotros mismos para que sea la esencia la que pueda volver a recibir las impresiones. Solo en un estado consciente se puede apreciar la diferencia entre la esencia y la personalidad.

Por lo común las impresiones son recibidas de forma automática. La personalidad reacciona con pensamientos y emociones que dependen de su condicionamiento. Esas reacciones al ser automáticas, las impresiones no son transformadas porque una personalidad como esa está muerta. Para ser transformadas, las impresiones deben ser recibidas por la esencia. Eso requiere un esfuerzo consciente en el momento de su recepción. Eso requiere un sentimiento definido, un sentimiento de amor por el ser, por estar presente.
Hay que responder a las impresiones, no desde el punto de vista de la personalidad, sino desde el punto de vista del amor por estar presente. Eso transformará nuestra forma de pensar y de sentir.

La primera necesidad es tener una impresión de nosotros mismos. Comienza por una lucha cuando surge la pregunta sobre uno mismo. Por un instante hay una pausa que permite que nuestra atención cambie de dirección, regrese hacia uno y entonces la pregunta nos toca. Esa energía trae una vibración como si en nosotros resonara una nota, un sonido que hasta ahora no vibraba. Es muy tenue, muy fina, pero, sin embargo, se comunica con nosotros. Se siente. Es una impresión que se recibe. Todas nuestras posibilidades están ahí. Si vamos a abrirnos a la experiencia de Presencia, eso va a depender de la manera en la cual recibimos la impresión.

No se comprende suficientemente el momento de ese enfrentamiento, de la recepción de la impresión y por qué es tan importante. Uno no ve la necesidad de verse en la vida, porque la oposición de la impresión nos arrastra. Si no hay nadie en el momento en que la impresión es recibida, se reacciona automática, ciega, pasivamente, y uno se pierde. Hemos de negarnos totalmente a aceptar la impresión que tenemos de nosotros mismos, tal como somos en ese momento. Al pensar, al reaccionar, al interponernos a la recepción de esa impresión, nos cerramos. Imaginamos lo que somos. No conocemos la realidad. Somos prisioneros de esa imaginación, de la mentira de ese falso "yo". Habitualmente buscamos despertarnos por la fuerza, pero no lo conseguimos. Podemos y debemos aprender a despertar, a abrirnos conscientemente a la impresión de uno mismo y a ver lo que somos en el momento mismo. Será un encuentro para despertarse, un encuentro traído por la impresión que recibimos. Eso nos pide una libertad de estar en movimiento y de no interrumpirlo.

Para tener el deseo de estar presente, debemos darnos cuenta de que no estamos ahí, de que estamos dormidos. Debemos comprender que estamos encerrados en un círculo de pequeños intereses, de avidez, en el cual el "yo" está perdido. Y seguirá perdido si no podemos relacionarnos con algo superior. La primera condición es conocer en uno una calidad diferente, por encima de lo que es ordinariamente. Entonces la vida podrá cobrar un sentido nuevo. Sin esa condición no puede haber trabajo. Se debe recordar la existencia de otra vida y al mismo tiempo conocer la vida que llevamos. Eso es despertar. Despertamos a estas dos realidades.
Se debe comprender que por uno mismo, sin una relación con algo más elevado, no somos nada, no podemos nada. Por uno mismo solo podemos estar perdidos en ese círculo de intereses; no tenemos ninguna cualidad que nos permita escapar de él. Para eso tendríamos que sentir nuestra absoluta nulidad y empezar a sentir la necesidad de ayuda. Debemos experimentar la necesidad de relacionarnos con algo superior, de abrirnos a otra cualidad.

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domingo, septiembre 29, 2019

No Nos Conocemos

Necesitamos saber quiénes somos. Si no lo sabemos, ¿qué sentido tiene la vida? ¿Qué va a responder en nosotros a la vida? Entonces, debemos tratar de responder. Nuestro raciocinio trata de responder. Nos aporta sugerencias sobre lo que somos: seres humanos que pueden esto, que han hecho eso, que poseen aquello. Ofrece posibilidades de todo lo que conoce. Pero la razón no nos conoce, no conoce lo que somos en este momento. Y nuestro sentimiento ¿puede responder? Entre todos nuestros centros es él quien podría responder mejor, pero no está libre. Está al servicio del que quiere ser el más fuerte, el más grande, el más poderoso y que sufre todo el tiempo por no ser el primero. Entonces no se atreve, tiene miedo, duda. ¿Cómo puede saber? Ciertamente hay una sensación, la sensación del cuerpo. Pero, ¿el cuerpo «es uno mismo»?
De hecho, no nos conocemos. No sabemos lo que somos. No conocemos ni nuestras posibilidades ni nuestras limitaciones. Existimos y, sin embargo, no sabemos cómo es que existimos. Creemos afirmar nuestra propia existencia y dirigirla en una dirección determinada. Pero respondemos a la vida emocional o intelectual o físicamente.


Nunca somos nosotros quienes respondemos. Creemos que podemos hacer, cuando en realidad «somos accionados», movidos por fuerzas de las que nada sabemos. Todo ocurre en nosotros. Todo sucede. Los hilos son jalados sin que nos demos cuenta. No vemos que somos como marionetas, como máquinas puestas en movimiento por fuerzas exteriores.
Al mismo tiempo, podemos ver que nuestra vida transcurre como si fuera la vida de otro. Podemos ver que nos agitamos, esperamos, nos lamentamos, tenemos miedo, nos aburrimos, sin que nos sintamos participar en ello. La mayor parte del tiempo podemos darnos cuenta a posteriori de que es uno mismo quien ha hecho esto o ha dicho aquello. Actuamos antes de darnos cuenta de ello. Es como si nuestra vida se desenvolviese sin participar conscientemente de ella.
Se desenvuelve mientras estamos dormidos. De vez en cuando, los sobresaltos o los conflictos nos despiertan por un instante. En medio de la ira, o de un dolor, o de un peligro, y abrimos los ojos: «¡Fíjate: soy yo, aquí, en esta situación, viviendo esto!» Pero después del conflicto nos volvemos a dormir y puede pasar mucho tiempo hasta que un nuevo suceso nos despierte.

Podemos comenzar a ver la verdad de que no somos quien creíamos ser. Somos seres dormidos. Un ser que no tiene conciencia de sí mismo. En ese estado de sueño, confundimos el intelecto, el pensamiento que funciona independientemente de la emoción, con la inteligencia que incluye la capacidad de sentir lo que uno razona. Nuestras funciones ─nuestro pensamiento, nuestras emociones y nuestros movimientos─ trabajan sin dirección, a merced de los conflictos accidentales y de los hábitos. Es el estado de ser más bajo en el que pueda encontrarse el hombre. Vivimos en nuestro mundo estrecho, subjetivo, limitado, dirigido por nuestras asociaciones, que vienen de todas nuestras impresiones subjetivas. Es nuestra cárcel, a la que siempre volvemos.
La búsqueda del yo empieza con la pregunta «¿dónde estoy?» Debemos sentir la ausencia habitual del yo. Debemos conocer la sensación de vacío, de mentira, que afirma siempre una imagen de uno mismo: el falso yo. Uno tiene la costumbre de decir «yo» sin creer realmente en ello. De hecho, no hay nada más en lo que uno pueda creer. El querer ser nos empuja a decir «yo». Está detrás de todas nuestras manifestaciones. Pero no es consciente. Habitualmente buscamos la convicción de nuestra Presencia en la actitud de los demás hacia uno mismo. Si nos niegan, dudamos de nosotros. Si nos aceptan, creemos en nosotros mismos.
¿Somos realmente esa imagen que afirmamos?. ¿No hay un Yo real que pueda estar presente? Necesitamos una experiencia directa del conocimiento de uno mismo. Primero tenemos que ver los obstáculos que se interponen como una pantalla. Necesitamos ver qué creamos en la mente, nuestro pensamiento. Creemos que eso somos nosotros. Queremos saber, hemos leído, hemos escuchado. Todo eso es la expresión de nuestro yo ordinario, de nuestro ego. Eso nos impide abrirnos a la conciencia, ver «lo que es» y lo que «yo somos».
Nuestro esfuerzo no puede ser impuesto. Uno tiene miedo del vacío, miedo de no ser nada. Entonces, uno se esfuerza por ser diferente. Pero ese esfuerzo ¿quién lo hace? Debemos ver que también eso viene del yo ordinario. Toda imposición viene del ego. ¿Podría no seguir siendo engañados por la imagen o el ideal impuesto por el pensamiento?
Necesitamos aceptar el vacío, aceptar no ser nada, aceptar «lo que es». Es en ese estado donde aparece la posibilidad de una nueva percepción.

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sábado, septiembre 28, 2019

La Fuerza de la Vida

El hombre sigue siendo un misterio para sí mismo. Siente nostalgia de lo duradero, de la permanencia, de lo absoluto; ya que todo lo que constituye su vida es temporal, efímero, limitado. Aspira a un mundo que le sobrepasa, aunque presiente que le podría ser dado participar en él. El hombre busca una idea, una inspiración, que podría ayudarlo a moverse en esa dirección. Esa idea surge en él como una pregunta: «¿Quién soy yo?» ... «¿Quién soy yo en este mundo?» Si esas preguntas llegan a ser suficientemente vivas, puede dirigir su vida. Él no puede responderlas. No sabe con qué responder. No tiene ningún conocimiento propio que le permita enfrentar esas preguntas. Pero siente que tiene que atenderlas. Se pregunta lo que él es. Ese es el primer cambio en el camino. Quiere abrir los ojos. Quiere despertar.


Uno quiere vivir, estar en la vida. Desde el nacimiento, algo en nosotros busca afirmarse en el mundo exterior. Uno quiere devorar el mundo. No quiero ser devorado. Quiere ser siempre el primero, y muy pronto encuentra la resistencia del mundo. A partir de ahí, ese impulso fundamental de autoafirmación asume formas muy curiosas; por ejemplo, la autocompasión o la negación a manifestarse.
Queremos vivir; estar de acuerdo con la vida. Hacemos esfuerzos para vivir y esa misma fuerza mantiene la vida del cuerpo. Queremos algo y cuando ese deseo aparece, esa fuerza está aquí. Nos empuja hacia la manifestación. A lo largo de la vida, en todo lo que hacemos, buscamos afirmar esa fuerza. Todos los actos, por pequeños que sean, son una afirmación. Detrás de cada afirmación sin duda hay algo verdadero. Esa fuerza en nosotros es irreprimible.
Sin embargo, no sabemos sobre qué se apoya la afirmación. Creemos estar afirmándonos a nosotros mismos y estamos identificados con esa fuerza. Pero ella no es nuestra, aunque este en nosotros. Al afirmarla como propia, no nos separamos de ella, pero al querer atribuirnos su poder, interrumpimos su acción. De esa manera, creamos hechos que nos retienen en un mundo privado de la acción de esa fuerza. Y nuestro yo se hace pesado e inerte.

Necesitamos ver lo insignificantes que somos respecto a la fuerza de vida. Siempre queremos poseer. El niño quiere tener. El adulto quiere ser. Ese deseo constante de tener crea el miedo y la necesidad de ser reconfortado. Algo necesita crecer y ser, algo que relaciona el Todo con una fuerza superior.
Solo hay una fuente de energía. Desde que nuestra energía es llamada hacia una dirección u otra, aparece una fuerza. La fuerza es una energía en movimiento. Toma direcciones diferentes, pero la fuente es la misma. La fuerza de vida, la fuerza de la manifestación siempre está en movimiento. Debe fluir. Estamos completamente despojados y somos arrastrados por ella, y siempre lo estaremos si no nos volvemos hacia otra parte de nosotros mismos.

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miércoles, febrero 20, 2019

Vida Interior y Vida Exterior

Numerosos indicios nos hacen sentir que hay en nosotros dos naturalezas: una personal o individual, relativamente accesible a nuestros modos habituales de percepción; a la vez orgánica y psíquica (o animal y anímica); la otra, mucho más difícil de percibir, es experimentada como nuestra participación en algo más vasto que el individuo mismo, de manera que la denominamos espiritual, y aun universal; de hecho no sabemos bien cómo hablar de ella. La atención que el ser humano le presta es muy variable según cada quien y según los momentos de la vida; casi todos, sin embargo, deben reconocer que al menos en ciertos momentos han sentido dentro de sí mismos, al lado de su tendencia egocéntrica y personal, esa necesidad de infinito o "absoluto".

A partir del momento en el que una persona se vuelve de este modo hacia sí mismo, se interroga y se esfuerza por comprender tanto lo que es como lo que podría ser, va descubriendo que puede orientarse de dos maneras y tener, por así decirlo, dos tipos de "actividades", dos tipos de vida de sentido diferente. Una, enteramente orientada hacia lo externo, centrada, ante todo, en la eficiencia, la utilidad, el rendimiento del "individuo", en el marco de la sociedad a la que pertenece. La otra manera de orientarse, el otro tipo de "actividad", concierne a la vida interior: centrada, ante todo, en la "realización" de las posibilidades contenidas potencialmente en el individuo, el desarrollo de las facultades y cualidades propias que caracterizan su naturaleza humana. Esta manera de vivir, para quienes se consagran a ella, exige aún más tiempo y más cuidados, mayor formación, investigación, y estudios metódicos que los requeridos por la vida exterior.

Estas dos formas de vida pueden parecer a primera vista contradictorias, y lo son, en cierto modo. Es muy evidente, sin embargo, que cada una corresponde a una de las naturalezas del hombre y que un hombre completo debe vivir a la vez una y otra.
Estas dos naturalezas señalan la pertenencia del ser humano a dos grandes corrientes de igual importancia que atraviesan el universo existente y aseguran su equilibrio. Una es la corriente de creación que, originada en el nivel primario, fluye hacia las diversas formas de la manifestación y, desde este punto de vista, es una corriente involutiva; la otra es la que puede llamarse corriente de "espiritualización", pues, originada en las formas manifestadas, retorna al nivel primario, y es así una corriente de evolución. Por su doble naturaleza, y los dos aspectos de su vida, el ser humano pertenece a una y a otra siendo uno de los niveles de intercambio, un mediador entre estas dos corrientes. Quizá sea esta mediación la que marque su realización efectiva al mismo tiempo que le da su tercer aspecto.

En lo que a nosotros concierne de inmediato, en la vida exterior, conocemos —o creemos conocer— una de estas dos naturalezas, por la cual vivimos cotidianamente: nuestra naturaleza ordinaria. La vida la solicita sin cesar y sin cesar ella responde a la vida.
La otra naturaleza queda cada vez más olvidada tras ella, primero en forma de vida latente y adormecida, luego sumergida, ahogada en el inconsciente, y finalmente perdida. Mientras no está muy enterrada todavía, surge abruptamente, de vez en cuando, en momentos de lucidez, en los que de repente se nos impone (generalmente en los momentos difíciles) sin que sepamos de dónde nos viene. Esos momentos tienen un sabor tal que ya no nos dejan del todo tranquilos; por ellos guardamos el regusto de nuestra insuficiencia y la más o menos mala conciencia de haber sentido que no éramos lo que deberíamos ser. Pero no necesitamos en absoluto de tales momentos para vivir y si deseamos estar de nuevo tranquilos, no tenemos más que olvidarlos: lo que nos permitimos con la mayor facilidad, puesto que a nuestro alrededor, en la vida corriente, todo está hecho para ayudarnos a este olvido. Sin embargo, si un día una persona quiere ser ella misma plenamente, el restablecimiento del equilibrio perdido entre sus dos naturalezas y sus dos formas de vida es en verdad el primer trabajo necesario.

Una evolución interior y el trabajo que requiere sólo pueden ser llevados a cabo si están auténticamente motivados por la toma de conciencia de nuestras insuficiencias y nuestras fallas. Nunca nada es gratuito: la aceptación de este malestar inevitable es el primer tributo que la persona debe pagar para emprender la búsqueda de sí misma.
Quizá, en semejante búsqueda, uno corre el riesgo de oscilar entre la beatitud imbécil (que sería la ignorancia deliberada de dicho malestar) y un cierto masoquismo (que sería el darle un lugar excesivo a este malestar; ¿no lo han llamado algunos angustia metafísica?). La única actitud justa –ciertamente difícil─ es el reconocimiento exacto, con la esperanza de resolverlos, de nuestro malestar y nuestro conflicto interior tales como son.

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martes, noviembre 20, 2018

La Naturaleza del Aire que Respiramos

En el aire que respiramos, hay una parte que evoluciona y otra que involuciona. Sólo la parte que involuciona puede vivificar la esencia, el verdadero Ser. Ahora, esta parte involutiva sólo sirve a fines cósmicos generales. Esta parte beneficiosa del aire viene de la Fuente Original, y tú no serás capaz de asimilarla mientras no exista en ti un deseo consciente.
Para ser capaz de asimilarla, tienes que tratar de darte cuenta de tu propia razón de ser, así como la de aquellos que te rodean... Tú eres mortal y un día morirás. Aquello donde se centra tu atención, tu vecino, un familiar, ellos morirán también. No son nada, tanto ellos como tú: nulidad.
Hoy día, todo su sufrimiento es “sufrir en vano”, solo son emociones sin sentido, cólera, celos, resentimiento hacia otros...

Si se convierte para ti en un punto de referencia, el darte cuenta de la inevitabilidad de la muerte de ellos y de tu propia muerte, entonces aparecerá en ti un sentimiento de comprensión hacia los demás y podrás ser justo con ellos. Las manifestaciones que te disgustan tanto en los otros, aparecieron porque te sentiste herido profundamente por alguien , o porque tus propios sentimientos son muy sensibles.
Ahora, tú no llegas a ver esto. Pero, trata de ponerte -tu mismo- en la piel del otro; su vida tiene exactamente la misma importancia que la tuya, él sufre como tú, y como tú, él va a morir también. Si tratas siempre de sentir esto cada vez que tu atención se centra en alguien, y hasta que se convierta en un hábito; sólo entonces serás capaz de asimilar esa parte beneficiosa del aire que respiras y empezar a vislumbrar tu verdadero Ser. Todo ser humano tiene deseos y amores que le son costosos y que perderá al morir.

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