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miércoles, noviembre 17, 2010

Energia y Personalidad

La energía se haya presente en todos los procesos de la vida: en el movimiento, en el sentimiento y en el pensamiento, y estos procesos pueden interrumpirse si al organismo le falta el suministro de energía necesario para realizar sus funciones básicas.
Sin embargo, no estamos acostumbrados a pensar en la personalidad en función de la energía, pero son dos valores que no pueden disociarse. La cantidad de energía que tenga una persona y la forma en que la use van a determinar su personalidad y a reflejarse en ella.

La relación de la energía con la personalidad se manifiesta más claramente en una persona deprimida. Aunque la reacción y la tendencia depresiva derivan de la interacción de factores psicológicos y físicos complicados, hay algo perfectamente claro: el individuo deprimido lo está también en su energía. Los estudios muestran que una persona deprimida sólo realiza aproximadamente la mitad de los movimientos espontáneos que efectúa el individuo no deprimido. Si el caso es grave, puede quedarse sentado inmóvil, apenas realizando movimiento alguno, como si no tuviese energía para obrar. Generalmente cree que le falta energía para seguir moviéndose. Acaso se lamente de sentirse sin fuerzas, aunque no esté cansado. La depresión de su nivel de energía se observa en la disminución de todas sus funciones energéticas. Su respiración está deprimida, su apetito está deprimido, su ímpetu sexual está deprimido. En tal estado quizá no pudiese reaccionar a nuestras observaciones de interesarse por algo: literalmente no tiene la energía necesaria para interesarse por nada.

Toda actividad requiere y utiliza energía, lo mismo la palpitación del corazón que los movimientos peristálticos de los intestinos, andar, hablar, trabajar. Sus actividades fundamentales son expresiones de su ser. El individuo se expresa a sí mismo en sus acciones y movimientos, y cuando esta autoexpresión es libre y apropiada a la realidad de la situación, experimenta una sensación de satisfacción y placer con el uso de su energía. Este placer y satisfacción estimula a su vez al organismo a una mayor actividad metabólica, que inmediatamente se refleja en una respiración más plena, y completa las actividades rítmicas e involuntarias de la vida funcionando al nivel óptimo con el estímulo del placer.
El placer y la satisfacción constituyen la experiencia inmediata de las actividades de la autoexpresión. Limítese el derecho del individuo a expresarse a sí mismo y se habrán limitado las oportunidades que tiene de gozar y de crear. Por el mismo motivo, cuando la capacidad individual de expresarse a sí mismo o de expresar las ideas y sentimientos está limitada por fuerzas internas (inhibiciones o tensiones crónicas musculares), se reduce también la capacidad individual del placer. En este caso, la persona reduce su carga de energía (inconscientemente, claro está) para mantener el equilibrio energético de su cuerpo. Como la carga y la descarga energética funcionan como una unidad, la Tensegridad tiene en cuenta simultáneamente ambas partes de la ecuación para elevar el nivel de energía individual, abrir el camino de la autoexpresión y restaurar la circulación de los sentimientos en el cuerpo de la persona. Por tanto, siempre se insiste de manera principal en la respiración, el sentimiento y el movimiento, junto con el intento de relacionar el funcionamiento energético actual del individuo con la historia de su vida. Este enfoque combinado va descubriendo paulatinamente las fuerzas interiores (conflictos) que impiden a la persona funcionar a todo su potencial energético. Cada vez que se resuelve uno de estos conflictos internos, sube el nivel individual de energía. Esto significa que la persona está utilizando su energía en actividades creadoras, placenteras y satisfactorias.
Todo tratamiento terapéutico se encuentra con la dificultad de que la cultura en que vivimos no está orientada hacia la actividad y el placer creador. No está polarizada hacia los valores y los ritmos del cuerpo vibrante, sino hacia los de las máquinas y la productividad material. No podemos evitar la conclusión de que las fuerzas que inhiben la autoexpresión y, por tanto, merman nuestro funcionamiento energético, derivan de esta cultura y forman parte de ella. Toda persona sensitiva sabe que se necesita una energía considerable para proteger al propio yo de ser atrapado por el ritmo frenético del vivir moderno, con todas sus presiones, tensiones, violencia e inseguridades.

Rasgando el Velo

El Poder de Liberar el Cuerpo

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