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CIENCIAS ETERNAS


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lunes, octubre 20, 2014

Autocontrol Emocional

Un sorprendente descubrimiento, extraído de los estudios sobre el cerebro de personas que se hallan sometidas a situaciones de estrés pone en evidencia que la actividad del cerebro socava algunas de las funciones de los lóbulos prefrontales, el centro ejecutivo que se halla detrás de la frente.
Cuando la mente permanece en calma, el rendimiento de la memoria operativa es óptimo, pero cuando tiene lugar una urgencia el funcionamiento del cerebro cambia a una modalidad autodefensiva centrada en la supervivencia, consumiendo recursos de la memoria operativa y transfiriéndolos a otras localizaciones cerebrales que le permitan mantener los sentidos en estado de hipervigilancia.
De este modo, cuando se dispara la adecuada señal de alarma, la actividad cerebral experimenta un retroceso a las rutinas más sencillas y familiares, y deja de lado el pensamiento complejo, la intuición creativa y la planificación a largo plazo.

El sistema de alarma cerebral está situado en el antiguo cerebro emocional –al que se conoce como sistema límbico− que circunda la corteza cerebral y se ocupa de afrontar los efectos del temor, los ataques de ansiedad, el pánico, la frustración, la irritación, la ira y la rabia. La región prefrontal –el centro ejecutivo− está conectada a través de una especie de superautopista neuronal con la amígdala, que actúa a modo de sistema de alarma cerebral, un dispositivo que ha tenido un extraordinario valor para la supervivencia durante millones de años de evolución del ser humano.

La amígdala es el banco de la memoria emocional del cerebro, el lugar en el que se almacenan todas nuestras experiencias de éxito, fracaso, esperanza, temor, indignación, frustración, actuando a modo de un centinela que supervisa toda la información que recibimos para valorar todas las amenazas y las oportunidades que van presentándose, cotejando lo que está ocurriendo con las pautas almacenadas de nuestras experiencias pasadas.
Cuando la amígdala pulsa el botón cerebral del pánico, desencadena una respuesta que se inicia con la liberación de una hormona conocida como HCT (hormona corticotrópica) y finaliza con un aflujo de hormonas estresantes, principalmente cortisol. Pero, aunque las hormonas que secretamos en condiciones de estrés están destinadas a desencadenar una única respuesta de lucha o huida, el hecho es que, una vez en el torrente sanguíneo, perduran durante varias horas, de modo que cada nuevo incidente perturbador no hace más que aumentar la tasa de hormonas estresantes.

Las hormonas estresantes se vierten en el torrente sanguíneo, de modo que, en la medida en que aumenta la tasa cardíaca, la sangre se retira de los centros cognitivos superiores del cerebro y se dirige hacia otras regiones más esenciales para una movilización de urgencia. En tal caso, los niveles de azúcar en sangre se disparan, las funciones físicas menos relevantes se enlentecen y el ritmo cardíaco se acelera para la respuesta de lucha o huida. Así pues, el impacto global del cortisol en las funciones cerebrales cumple con una función estratégica para la supervivencia.
Cuando los niveles de cortisol son elevados, cometemos más errores, nos distraemos más, tenemos menor memoria (tanto es así que, a veces, ni siquiera podemos recordar algo que acabamos de leer), aparecen pensamientos irrelevantes y cada vez resulta más difícil procesar la información.

El estrés agudo no solo puede incapacitarnos provisionalmente, sino que su persistencia crónica puede tener un efecto entorpecedor permanente en nuestro intelecto.
El estrés es un dato con el que inexorablemente debemos contar, ya que resulta prácticamente imposible eludir las situaciones o las personas que nos desbordan y lo que realmente necesitamos son recursos internos que nos permitan gestionar mejor los sentimientos que el estrés suscita en nosotros.

El diseño cerebral se basa en una simple oposición ya que, mientras ciertas neuronas emprenden un tipo de acción, otras, al mismo tiempo, la inhiben. Es por ello que la acción equilibrada depende de la armonización de estas tendencias contrapuestas. De modo que el problema de la persona excesivamente impulsiva tiene menos que ver con la amígdala que con la actividad del circuito inhibidor de la impulsividad situado en los lóbulos prefrontales porque, según parece, el problema no radica tanto en la actuación irreflexiva como en la incapacidad de refrenar una respuesta que ya se ha desencadenado. Los lóbulos prefrontales están dotados de un sistema de neuronas “inhibidoras” capaces de detener las órdenes enviadas por la amígdala, pero lo cierto es que no siempre son capaces de gobernar la amígdala de una manera rápida e inmediata.

Las personas más flexibles empiezan a controlar el estrés desde el mismo momento en que se dispara la situación conflictiva. Son personas optimistas y prácticas que, en caso de que algo no funcione bien en sus vidas, no tardan en encontrar el modo de mejorarlos y conservar la mente clara para seguir el curso de acción que hayamos determinado.

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martes, abril 15, 2014

El Proceso de Integracion en Renacimiento

La vida es, en sí misma, un proceso de crecimiento que comienza con el cuerpo y sus órganos, sigue avanzando con el desarrollo de destrezas motoras, la adquisición de conocimientos y la ampliación de relaciones, terminando en la experiencia máxima que llamamos sabiduría.
Estos aspectos del crecimiento se sobreponen unos a otros, porque la vida y el desarrollo se producen en un medio natural, cultural y social. Y aunque el proceso de crecimiento es continuo, nunca es igual. Hay periodos de allanamiento horizontal, durante los cuales se asimilan las experiencias y el organismo se prepara para una nueva subida. Cada una de éstas lleva a una elevación o cima nueva creando lo que llamamos experiencia cumbre. Cada una de éstas, a su vez, tiene que integrarse en el seno de la personalidad para que se produzca un nuevo crecimiento y el individuo termine en un estado de sabiduría.
Las sesiones de Renacimiento proporcionan nuevas experiencias que contribuyen a eliminar o reducir los obstáculos y dificultades que impiden la integración de la experiencia. Estos obstáculos son patrones estructurados de conducta que representan una resolución insatisfactoria, un compromiso de conflictos en la infancia. Crean el yo neurótico y limitado del que trata de escapar o liberarse. Retrocediendo hasta este pasado, la persona descubre en las sesiones los conflictos primitivos y busca nuevos modos de desenvolverse en situaciones amenazadoras para su vida que le obligaron a escudarse en una “armadura” para sobrevivir. Solo volviendo el pasado a la vida, puede facilitarse un verdadero crecimiento o avance en el presente a la persona. Si se corta el pasado, no existe el futuro.
El crecimiento es un proceso natural que no puede forzarse. Su ley es la de todos los seres vivos. El árbol, por ejemplo, solo crece hacia arriba si sus raíces se hunden en la Tierra. Aprendemos a base de las experiencias del pasado. Una persona, por tanto, solo puede crecer fortaleciendo sus raíces en su mismo pasado, soltándolo al ser integrado en una nueva experiencia. Y el pasado del individuo es su cuerpo.
Para la resolución de problemas de la personalidad, el individuo necesita una combinación de toma de conciencia de su proceso y un trato físico que le ayude a liberarse de los espasmos musculares crónicos que inhiben su libertad y limitan su vida. A nivel social, tiene que producirse un cambio progresivo en sus actitudes hacia sí mismo, hacia su ambiente y hacia la colectividad en la que convive.
La estructura de la sociedad se refleja en la estructura del carácter de sus miembros y, de este modo, podemos intuir la posibilidad de una existencia humana libre de las inhibiciones y represiones que estrangulan el impulso de vivir. En este punto, el cuerpo representa el papel central en cualquier teoría de la personalidad.

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lunes, febrero 10, 2014

Breve Historia de la Gemoterapia

A partir de algo tan simple como son átomos de hierro, cromo, carbono, litio, moléculas de agua, etc. encajados en diferentes formas, surgen minerales de bellos colores, que nada más verlos levantan el ánimo y nos invitan a soñar solo con su contemplación.
Tenemos al alcance de la mano verdaderos tesoros. Las gemas y los minerales pueden mejorar nuestra calidad de vida, ayudarnos en momentos de transición, aliviar un impertinente dolor, etc.

La gemoterapia es tan antigua como el hombre. Los primeros textos escritos datan del año 4.000 a.C. en Egipto. Los faraones sutilizaban el lapislázuli como cosmético y para proteger sus ojos de los rayos del sol. Cleopatra (69-31 a.C.) usaba una especie de casco recubierto en su interior por hematites para conservar su belleza y juventud. Griegos y romanos también conocían las propiedades de las gemas, como nos relata Plinio el viejo, en sus textos de historia natural. por aquel entonces, la esmeralda era recomendada para las personas con vista cansada, probablemente como consecuencia de que Nerón tenía la costumbre de mirar los combates de gladiadores a través de una fina lámina de esta gema para que el sol que se reflejaba en la arena del circo no le dañara los ojos. Esto se debe a una propiedad física del mineral, la de polarizar la luz. Sin proponérselo, el emperador había inventado las primeras gafas de sol de la historia. En occidente, en la Edad Media es la etapa de más experimentación con gemas. Se construían copas de mineral para potenciar los efectos de los elixires, la cornalina se prescribía como remedio homeopático para detener hemorragias, etc.

A principios del siglo XX ya se conoce la “piezoelectricidad” del cuarzo. Casi a comienzos de la Primera Guerra Mundial se empieza a sintetizar en el laboratorio hasta obtener un cristal limpio de inclusiones para utilizarlo como osciladores de radio. Hasta 1957 era normal entrar en la tienda de un químico londinense para comprar polvo de rubí, esmeralda o perla y utilizarlo como medicina.

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martes, febrero 04, 2014

La Cultura del Baño

La fascinación por la cultura del baño no es exclusiva de nuestra civilización. Culturas anteriores gozaron del placer lúdico, terapéutico y relajante que proporciona el agua, como lo documentan grabados e inscripciones anteriores a Cristo, pasando por la Grecia clásica y la antigua Roma, donde los baños cumplían una función higiénica y medicinal, además de convertirse en lugares de reunión y diversión.

La caída del imperio romano en el siglo VI d.C. significó no solo una gran pérdida cultural, sino también la destrucción de los hábitos higiénicos y termales.
Los árabes, por el contrario, revitalizaron la tradición termal y la pusieron de moda. Musulmanes y judíos usaban, como hoy, el agua para su higiene.

Durante la Edad Media, en la cristiandad decayó el uso del agua, ya que sus defensores y practicantes podían ser acusados de brujos. Existía un rechazo generalizado a cualquier tipo de baño. Por eso, aparecieron numerosas enfermedades por toda la Europa medieval.

Con el Renacimiento se volvió a difundir el uso del baño y el gusto por la limpieza y la higiene. Aparecieron las primeras publicaciones hídricas en Italia. El verdadero apogeo del uso del agua de forma terapéutica llegó gracias a Sebastián Kneipp, hacia finales del siglo XIX.

En la actualidad, nuestra sociedad del ocio utiliza el agua para el entretenimiento, la higiene y las terapias termales. Los tratamientos hídricos restauran la vitalidad, promueven la relajación, hidratan y retrasan el envejecimiento de la piel.

Hoy el baño es un lujo al alcance de cualquiera que puede convertirse en un momento divertido y saludable para nuestro cuerpo. Las sales minerales del Dr. Schüssler propician instantes de placer y relax después de un día agotador.
Se deja que se deshagan en el baño diez comprimidos en agua templada de la sal mineral elegida. Salir de la bañera sin aclararse y envolverse en un albornoz para dejar que la sal mineral penetre en el organismo a través de la piel.

Para potenciar la relajación y aliviar las vías respiratorias en caso de resfriado es un buen hábito añadir al baño caliente de la bañera 15ml (4 tapones) de Pinimenthol Aceite de baño, así se logrará un efecto termal; ya que es un combinado de aceites esenciales de eucalipto y hojas de pino que abren las vías respiratorias y despejan la nariz.
La duración del baño será de entre 10 y 20 minutos, durante cuatro días.

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lunes, septiembre 28, 2009

Elemento Metal

En la teoría china de los cinco elementos, el metal está relacionado con el Otoño, y representa a las sales y minerales de la Tierra, cuya función es crear estructura y comunicación, por ejemplo, los alambres metálicos establecen las conexiones y conducen la electricidad. El cerebro y el sistema nervioso es realmente análogo a las conducciones eléctricas. La mayor parte de las formas de comunicación, como el teléfono, televisión y transportes, dependen del elemento metal.

Los chinos no incluyen el elemento aire en el sistema de los cinco elementos, mientras que otros sistemas si lo hacen. Esto produce confusión a menudo, pero las asociaciones con el metal en el sistema chino son muy similares a los aspectos del aire en la astrología y a los sistemas indios de Oriente y América.
Las energías del aire y del metal se expresan ambas en los trabajos interiores y las actividades de la mente, en el desarrollo de las ideas, la escritura y el habla.
Los grados de claridad mental se pueden comparar con las variadas formas del metal, que van desde las menas crudas, impuras y densas a las gemas brillantes y claras como el cristal.

El elemento metal está relacionado con muchos otros aspectos exteriores e interiores.
Se halla relacionado con la dirección del Oeste y con el color blanco.La blancura del tono facial puede representar un desequilirio metálico, que se ve principalmente en las mejillas y la piel que rodea a los ojos. Esto puede resultar especialmente percepctible en quienes hayan padecido un catarro grave o en problemas agudos o crónicos de los pulmones, o en quién haya experimentado recientemente gran reocupación, dolor o pena, emociones correspondientes al elemento metal.

Estos sentimientos pueden ser una respuesta saludable, pero cuando son extremos o prolongados son capaces de dañar los pulmones o el intestino grueso, órganos corporales relacionados con el elemento metal.
La preocupación puede ser causa de una respiración pobre o superficial, o de una eliminación inadecuada, funciones importantes de los pulmones y del intestino grueso.
Es característico de metal el sonido o la expresión del llanto, que puede ser una buena válvula de escape de la epna y el dolor.

Resulta apropiado que el órgano-sentido del elemento metal sea la nariz, y que el sentido con ésta asociado sea el olfato.
El sabor correspondiente a este elemento es el picante o especiado. Esta sabor abre los sentidos, limpia los senos nasales y estimula los pulmones, pero su exceso puede resultar nocivo para los pulmones. Con frecuencia, la atracción o el desagrado excesivo ante estos sabores puede sugerir un desequilibrio del elemento metal.
El líquido corporal del metal es la mucosidad, y su clima es el seco; sin embargo, la sequedad extrema puede dañar a este elemento, al igual que su clima opuesto, la humedad.
Por otra parte, el estar muy atraído por el clima seco, o el sentir un profundo disgusto por la sequedad, puede sugerir también un desequilibrio en el elemento metal.

Las membranas mucosas contienen dos tipos de células: las serosas, que producen un líquido acuoso, y las mucosas, que son las productoras de una secreción más espesa. La mucosidad protege y reviste las mucosas, mientras que el líquido seroso ayuda a lavar los desperdicios y bacterias de esas membranas sensitivas. Normalmente hay un mayor porcentaje de células serosas en esos revestimientos.
El incremento de la mucosidad da lugar al estancamiento potencia, que es un buen caldo de cultivo de los microorganismos. Es importante la relación del desequilibrio del metal con una nariz mucosa, congestión en los senos nasales, toses y la incidencia de catarros.

Cuando una persona con un desequilibrio de la energía metal experimenta excitación o algún otro cambio, responde con tos; ésta expele la mucosidad de los pasadizos del aire y los pulmones, o causa más irritación en un tracto respiratorio ya inflamado. A un nivel simbólico, la tos resiste a todo lo indeseable y trata de expulsarlo: comunicaciones, emociones o un cambio no deseado.

La respiración implica tanto la ingestión de aire nuevo (energía) durante la inspiración como la eliminación del viejo (lo que ya no sirve) en la espiración. Estas palabras, inspirar y espirar, sugieren un proceso de vida y muerte, y eso es realmente la respiración, desde la primera inspiración al llegar a la Tierra a la última espiración cuando se sale de ella. Los budistas consideran que cada inspiración da nueva vida, y cada espiración un poco de muerte; por tanto, sus actitudes más profundas hacia la vida y la muerte afectan a su proceso respiratorio y a la salud del elemento metal de su cuerpo.

Se puede experimentar pesismistamente toda respiración o cambio en los términos de lo que se está perdiendo, centrándose en la que ya no se tendrá nunca, o ser abierto y gozoso, dando la bienvenida a cada respiración y cambio de la vida, centrándose en la experiencia y el crecimiento nuevo que traerá consigo. Cuando vivimos en la melancolía se tiene tendencia a dañar el elemento metal y a los catarros, dolencias pulmonares y problemas digestivos.

Los tejidos del cuerpo gobernados por el elemento metal son la piel y los cabellos. Así, este elemento fortifica la piel y el pelo, y su salud es con frecuencia el reflejo de los pulmones y el intestino grueso. De hecho, la piel actúa como un tercer pulmón, al ser la capa exterior que se halla en contacto con el aire.
El pelo corporal, "indicador" del metal, es una herramienta de diagnótico aún más sutil.


Mandala que representa el elemento Metal




Podrías descargarlo y se debería colorear en tonos blancos, grises y metálicos. Puede haber algún toque beige, amarillo o terroso. Conviene evitar los tonos rojizos y anaranjados. Te puede ayudar para mejorar tu salud con el elemento metal en el otoño y durante todo el año.

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