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martes, marzo 25, 2014
Relaciones con Amor
El concepto de "relación" vienen asociado a expectativas, recuerdos de relaciones pasadas, y conceptos mentales condicionados personales y culturales de lo que una "relación" debería ser. Después hay que hacer que la realidad se ajustase a estos conceptos. Si no lo hace, y nunca lo hace, la persona vuelve a sufrir. La cuestión del asunto es: no hay relaciones. Sólo existe el momento presente, y en el momento sólo hay un relacionarse. Cómo nos relacionemos, o mejor dicho cómo de bien amemos, depende de lo vacíos que estemos de ideas, conceptos y expectativas.
Lo que convencionalmente llamamos "amor" es una estrategia del ego para evitar rendirse. Nosotros estamos buscando a alguien para que nos dé eso que sólo puede venirnos en el estado de rendición. El ego utiliza a esa persona como un sustituto para no tener que rendirse. Para el ego, amar y querer (desear) son lo mismo, mientras que el amor verdadero no tiene ningún deseo de poseer o de que tu pareja cambie. El ego elige a alguien y lo hace especial. Utiliza a esa persona para tapar el constante sentimiento subyacente de descontento, de "no suficiente", de ira y odio, que están estrechamente relacionados entre sí. Estas son facetas de un sentimiento profundamente arraigado en los seres humanos.
Cuando el ego elige algo y dice "yo amo" esto o aquello, es un intento inconsciente de ocultar o eliminar los sentimientos profundos que siempre le acompañan: el descontento, la infelicidad, la sensación de insuficiencia que es tan familiar. Por un tiempo, la ilusión realmente funciona. Pero entonces, inevitablemente, en algún momento, la persona que hemos elegido, o hemos hecho especial, deja de funcionar como una tapadera para el dolor, el odio, el descontento o la insatisfacción que tienen su origen en la sensación de insuficiencia y de sentirnos incompletos. Entonces, surge la sensación que estaba oculta, y se proyecta sobre la persona que había sido elegida y hecha especial. De repente, el amor se convierte en odio. El ego no se da cuenta de que el odio es una proyección del dolor universal que se siente dentro. El ego cree que esta persona es la causa del dolor. No se da cuenta de que el dolor es el sentimiento universal de no estar conectado con el nivel más profundo de nuestro ser – no ser uno con uno mismo.
El objeto del amor es intercambiable, tan intercambiable como el objeto del deseo egoico. Algunas personas pasan por muchas relaciones. Se enamoran y desenamoran muchas veces. Aman a una persona por un tiempo hasta que ya no funciona, porque ninguna persona puede de forma permanente ocultar ese dolor.
Sólo la rendición puede darte lo que estabas buscando en el objeto de tu amor. El ego dice que la rendición no es necesaria porque amo a esta persona. Es un proceso inconsciente, por supuesto. En el momento en que aceptas completamente lo que es, algo dentro de ti, que había sido ocultado por el deseo del ego, emerge. Es una paz innata que mora en el interior, quietud, vitalidad. Es lo incondicionado, lo que eres en esencia. Es lo que habías estado buscando en el objeto de amor. Es tú mismo. Cuando esto sucede, un tipo completamente diferente de amor está presente, que no está sujeto al amor/odio. No elige a una cosa o una persona como algo especial. Es absurdo incluso usar la misma palabra para eso. Ahora bien, puede suceder que, incluso en una relación normal amor/odio, de vez en cuando, introduces el estado de rendición. Temporalmente, brevemente, sucede: experimentas un profundo amor universal y una plena aceptación que a veces puede brillar a través, incluso en una relación egoica. Sin embargo, si la rendición no continúa, se cubre de nuevo con los viejos patrones del ego. Por lo tanto, no estoy diciendo que el verdadero amor profundo no se pueda presentar de vez en cuando, incluso en una relación normal de amor/odio. Pero es raro y por lo general de corta duración.
Siempre que se acepta lo que es, algo más profundo emerge en ese instante. Así, se puede quedar atrapado en el dilema más doloroso, externo o interno, en los sentimientos o situación más dolorosos, y en el momento en que se acepta lo que es, se va más allá de ellos, se trascienden. Incluso si se siente odio, en el momento en que se acepta que esto es lo que se siente, se le trasciende. Todavía puede estar ahí, pero de repente se está en un lugar más profundo donde nada de eso importa ya.
El universo fenoménico entero existe debido a la tensión entre los opuestos. Caliente y frío, crecimiento y decadencia, ganancia y pérdida, éxito y fracaso, las polaridades que forman parte de la existencia, y por supuesto parte de todas las relaciones.
No podemos deshacernos de las polaridades en el plano de la forma. Sin embargo, se pueden trascender las polaridades a través de la rendición. Entonces se está en contacto con un lugar más profundo dentro de uno donde, por así decirlo, las polaridades ya no existen. Siguen existiendo en el plano externo. Sin embargo, incluso allí, algo cambia en la forma en que las polaridades se manifiestan en la vida cuando se está en un estado de aceptación o renuncia. Las polaridades se manifiestan de una manera más benigna y suave.
Cuanto más inconsciente seas, más identificado estás con la forma. La esencia de la inconsciencia es la siguiente: la identificación con la forma, ya sea una forma externa (una situación, lugar, evento o experiencia), una forma de pensamiento o una emoción. Cuanto más apegado estás a la forma, menos rendido (entregado) estás, y más extrema, violenta o cruel es tu experiencia de las polaridades. Hay personas en este planeta que viven prácticamente en el infierno y en el mismo planeta hay otros que viven una vida relativamente pacífica. Los que están en paz interior aún experimentan las polaridades, pero de una forma mucho más benigna que la forma extrema en la que muchos humanos las experimentan todavía. Por lo tanto, la forma en que las polaridades se experimentan cambia. Las propias polaridades no se puede eliminar, pero se puede decir, que el universo entero se vuelve algo más benevolente. Ya no es tan amenazante. El mundo ya no se percibe como hostil, que es como el ego lo percibe.
Cuando se vive en la rendición, algo viene a través de nosotros hacia el mundo de la dualidad que no es de este mundo.
Lo interno y lo externo son en última instancia uno. Cuando ya no se percibe el mundo como hostil, ya no hay más miedo, y cuando no hay más miedo, se piensa, se habla y se actúa de manera diferente. El amor y la compasión surgen y afectan al mundo. Incluso si uno se encuentra en una situación de conflicto, hay una emanación de paz en las polaridades. Entonces, algo cambia. Hay algunos maestros o enseñanzas que dicen, nada cambia. Ese no es el caso. Algo muy importante sí que cambia. Aquello que está más allá de la forma brilla a través de la forma, lo eterno brilla a través de la forma en este mundo de la forma.
La falta de "reacción en contra", la aceptación de los opuestos de este mundo, es lo que provoca cambios en la forma en que los opuestos se manifiestan. Los opuestos seguirán ocurriendo, pero no se alimentan de uno nunca más. Esto significa, que a menudo se experimenta un colapso de las polaridades, tales como en situaciones de conflicto. Ninguna persona, ninguna situación se convierte en un "enemigo".
Entonces, los opuestos, en vez de fortalecerse, se debilitan. Y así es como comienzan a disolverse. Vivir así, es el comienzo del fin del mundo.
Lo que convencionalmente llamamos "amor" es una estrategia del ego para evitar rendirse. Nosotros estamos buscando a alguien para que nos dé eso que sólo puede venirnos en el estado de rendición. El ego utiliza a esa persona como un sustituto para no tener que rendirse. Para el ego, amar y querer (desear) son lo mismo, mientras que el amor verdadero no tiene ningún deseo de poseer o de que tu pareja cambie. El ego elige a alguien y lo hace especial. Utiliza a esa persona para tapar el constante sentimiento subyacente de descontento, de "no suficiente", de ira y odio, que están estrechamente relacionados entre sí. Estas son facetas de un sentimiento profundamente arraigado en los seres humanos.
Cuando el ego elige algo y dice "yo amo" esto o aquello, es un intento inconsciente de ocultar o eliminar los sentimientos profundos que siempre le acompañan: el descontento, la infelicidad, la sensación de insuficiencia que es tan familiar. Por un tiempo, la ilusión realmente funciona. Pero entonces, inevitablemente, en algún momento, la persona que hemos elegido, o hemos hecho especial, deja de funcionar como una tapadera para el dolor, el odio, el descontento o la insatisfacción que tienen su origen en la sensación de insuficiencia y de sentirnos incompletos. Entonces, surge la sensación que estaba oculta, y se proyecta sobre la persona que había sido elegida y hecha especial. De repente, el amor se convierte en odio. El ego no se da cuenta de que el odio es una proyección del dolor universal que se siente dentro. El ego cree que esta persona es la causa del dolor. No se da cuenta de que el dolor es el sentimiento universal de no estar conectado con el nivel más profundo de nuestro ser – no ser uno con uno mismo.
El objeto del amor es intercambiable, tan intercambiable como el objeto del deseo egoico. Algunas personas pasan por muchas relaciones. Se enamoran y desenamoran muchas veces. Aman a una persona por un tiempo hasta que ya no funciona, porque ninguna persona puede de forma permanente ocultar ese dolor.
Sólo la rendición puede darte lo que estabas buscando en el objeto de tu amor. El ego dice que la rendición no es necesaria porque amo a esta persona. Es un proceso inconsciente, por supuesto. En el momento en que aceptas completamente lo que es, algo dentro de ti, que había sido ocultado por el deseo del ego, emerge. Es una paz innata que mora en el interior, quietud, vitalidad. Es lo incondicionado, lo que eres en esencia. Es lo que habías estado buscando en el objeto de amor. Es tú mismo. Cuando esto sucede, un tipo completamente diferente de amor está presente, que no está sujeto al amor/odio. No elige a una cosa o una persona como algo especial. Es absurdo incluso usar la misma palabra para eso. Ahora bien, puede suceder que, incluso en una relación normal amor/odio, de vez en cuando, introduces el estado de rendición. Temporalmente, brevemente, sucede: experimentas un profundo amor universal y una plena aceptación que a veces puede brillar a través, incluso en una relación egoica. Sin embargo, si la rendición no continúa, se cubre de nuevo con los viejos patrones del ego. Por lo tanto, no estoy diciendo que el verdadero amor profundo no se pueda presentar de vez en cuando, incluso en una relación normal de amor/odio. Pero es raro y por lo general de corta duración.
Siempre que se acepta lo que es, algo más profundo emerge en ese instante. Así, se puede quedar atrapado en el dilema más doloroso, externo o interno, en los sentimientos o situación más dolorosos, y en el momento en que se acepta lo que es, se va más allá de ellos, se trascienden. Incluso si se siente odio, en el momento en que se acepta que esto es lo que se siente, se le trasciende. Todavía puede estar ahí, pero de repente se está en un lugar más profundo donde nada de eso importa ya.
El universo fenoménico entero existe debido a la tensión entre los opuestos. Caliente y frío, crecimiento y decadencia, ganancia y pérdida, éxito y fracaso, las polaridades que forman parte de la existencia, y por supuesto parte de todas las relaciones.
No podemos deshacernos de las polaridades en el plano de la forma. Sin embargo, se pueden trascender las polaridades a través de la rendición. Entonces se está en contacto con un lugar más profundo dentro de uno donde, por así decirlo, las polaridades ya no existen. Siguen existiendo en el plano externo. Sin embargo, incluso allí, algo cambia en la forma en que las polaridades se manifiestan en la vida cuando se está en un estado de aceptación o renuncia. Las polaridades se manifiestan de una manera más benigna y suave.
Cuanto más inconsciente seas, más identificado estás con la forma. La esencia de la inconsciencia es la siguiente: la identificación con la forma, ya sea una forma externa (una situación, lugar, evento o experiencia), una forma de pensamiento o una emoción. Cuanto más apegado estás a la forma, menos rendido (entregado) estás, y más extrema, violenta o cruel es tu experiencia de las polaridades. Hay personas en este planeta que viven prácticamente en el infierno y en el mismo planeta hay otros que viven una vida relativamente pacífica. Los que están en paz interior aún experimentan las polaridades, pero de una forma mucho más benigna que la forma extrema en la que muchos humanos las experimentan todavía. Por lo tanto, la forma en que las polaridades se experimentan cambia. Las propias polaridades no se puede eliminar, pero se puede decir, que el universo entero se vuelve algo más benevolente. Ya no es tan amenazante. El mundo ya no se percibe como hostil, que es como el ego lo percibe.
Cuando se vive en la rendición, algo viene a través de nosotros hacia el mundo de la dualidad que no es de este mundo.
Lo interno y lo externo son en última instancia uno. Cuando ya no se percibe el mundo como hostil, ya no hay más miedo, y cuando no hay más miedo, se piensa, se habla y se actúa de manera diferente. El amor y la compasión surgen y afectan al mundo. Incluso si uno se encuentra en una situación de conflicto, hay una emanación de paz en las polaridades. Entonces, algo cambia. Hay algunos maestros o enseñanzas que dicen, nada cambia. Ese no es el caso. Algo muy importante sí que cambia. Aquello que está más allá de la forma brilla a través de la forma, lo eterno brilla a través de la forma en este mundo de la forma.
La falta de "reacción en contra", la aceptación de los opuestos de este mundo, es lo que provoca cambios en la forma en que los opuestos se manifiestan. Los opuestos seguirán ocurriendo, pero no se alimentan de uno nunca más. Esto significa, que a menudo se experimenta un colapso de las polaridades, tales como en situaciones de conflicto. Ninguna persona, ninguna situación se convierte en un "enemigo".
Entonces, los opuestos, en vez de fortalecerse, se debilitan. Y así es como comienzan a disolverse. Vivir así, es el comienzo del fin del mundo.
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