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martes, abril 11, 2017
Despertar la Conciencia
Normalmente, es imposible hacer voluntarios los sentimientos, en el sentido de poder originar nuestros propios estados de ánimo, porque tal como somos, estamos obligados a acomodar la función emocional a los reflejos espasmódicos dominantes del primer cerebro, también llamado cerebro reptil.
El sistema límbico tiene muy poca fuerza, o voluntad, ya que es el centro el centro instintivo el de mayor fuerza. Cuando el sistema límbico se transfiere al cerebro reptil, entonces es el sistema límbico el que tiene mayor fuerza y puede funcionar voluntariamente.
Cuando el cerebro reptil llegue a albergar el sistema límbico, este último compartirá la fuerza y autoridad del cerebro reptil, y por primera vez tendrá los medios para dirigir la maquinaria biológica humana en su totalidad.
Para empezar, debemos poner los arneses al centro instintivo y obligarlo a llegar a ser el centro mental, quitándole toda su actividad de centro motor, usando nuestra voluntad de atención para seguir intensamente cada movimiento del cuerpo.
El centro mental, residiendo ahora en el cerebro reptil, ya tendrá la fuerza y la voluntad orgánica necesaria para ejercer auténtica autoridad sobre toda el cuerpo. Éstos son los primeros gruñidos primitivos de la voluntad real.
La base de este trabajo es la disciplina. Si el centro mental del cerebro reptil dice, “Despiértate,” finalmente tiene la voluntad y la autoridad para ejercer su influencia sobre el cuerpo, y todo el cuerpo está obligado a obedecer.
Quita la atención del cuerpo de su normal fijación en el flujo asociativo de pensamientos pasajeros y en el diálogo interno, y colócala estrictamente en las actividades motoras del cuerpo. Éste es un ejercicio interno especialmente valioso cuando se llevan a cabo labores físicas... cavando zanjas, pintando, lijando, edificando, fregando los platos, cuidando de los niños... Por ejemplo, supongamos que sucede en este momento que tu cuerpo está usando el brazo derecho para levantar la taza para tomar café; observa al mismo tiempo como el cuerpo se apoya en la pierna izquierda, la pierna derecha mínimamente levantada; ahora el cuerpo está sonriendo y cambiando su peso a la pierna derecha.
En pocas palabras, usa la forma usual de la atención; pero en este caso, el sujeto de la atención es ahora exclusivamente la postura y los movimientos del cuerpo observad, excluyendo cualquier significado psico-emocional.
Normalmente, nuestros movimientos ocurren mucho antes de que los notemos, si es que alguna vez llegamos a ser verdaderamente conscientes de ellos, porque no estamos educados para asentar nuestra atención en los movimientos del cuerpo.
El cuerpo lleva a cabo en secreto la mayoría de sus actividades. El cuerpo bebe sin nuestra atención; come sin nuestra atención; incluso hace el amor sin nuestra atención. Ésta es la sanción que pagamos por permitir que el sistema límbico funcione como centro mental.
Después de haber mantenido nuestra atención en las actividades del cuerpo durante un rato, su rutina llega a ser evidente, y sus actividades parecen mucho menos arrolladoras. Después de haber transcurrido mucho tiempo, la aparentemente atareada y compleja actividad caprichosa de antes, llega a ser tediosamente previsible, porque de hecho, el cuerpo hace muy poco. Cuando por primera vez empezamos a observar seriamente, el cuerpo parece ser un remolino de actividad caótica.
Observa tu mano como si fuera un objeto extraño; pero al mismo tiempo, date cuenta de que es una parte automática del cuerpo; se enreda, se agita, todo por sí sola, sin tu dirección voluntaria.
Observa con asombro cómo, por sí solo, coge un tenedor; nota que ahora el cuerpo está sonriendo; la mano endereza el cuchillo y alisa la servilleta en la mesa. Y éstos sólo son los toscos movimientos de unas pocas partes del cuerpo, y sólo en el exterior superficial. ¿Cuándo lleva a cabo una rotación de la muñeca? ¿Qué músculos se usan?
Las diferentes combinaciones musculares producen movimientos variables. No sólo la mano, sino todo en el cuerpo está ligeramente afectado por las reverberaciones de cada movimiento. Con el tiempo deberíamos ser capaces de colocar nuestra atención con firmeza en todo lo que haga nuestro cuerpo.
¿Dónde reposa la tensión cuando el cuerpo está en reposo? Percibe el centro de gravedad del cuerpo mientras cambia. Nota de vez en cuando el centro de gravedad y dónde llegan a reposar los puntos de peso. ¿Dónde está tu mayor punto de peso? ¿Usas fuerzas para mantenerte en equilibrio? Supón que relajas totalmente toda tu musculatura, ¿qué pasa? Intenta calcular cuánta fuerza se ejerce para mantener tu cuerpo en esa postura; hazlo percibiéndolo.
La tensión sólo es mensurable en comparación con la relajación. Si nos falta la voluntad para relajar el cuerpo, no podemos usar la sensación para determinar la tensión exacta requerida para mantener una postura. La relajación y tensión deben llegar a ser voluntarias para cualquier observación seria del cuerpo.
Empezando con la postura del cuerpo en conjunto, como si estuvieras estudiando una estatua -enfocando primero en las manos, la máscara facial, el torso, los brazos y las piernas- intenta ver las actividades del cuerpo como una unidad completa. Por ejemplo, observa tus posturas sentado en una mesa, escribiendo en un cuaderno, paseando por un bar; empieza con las posturas y los movimientos más obvios y observables. Por ahora, hasta que seas muy habilidoso, olvídate de las fluctuaciones delicadas y sutiles...
El sistema límbico tiene muy poca fuerza, o voluntad, ya que es el centro el centro instintivo el de mayor fuerza. Cuando el sistema límbico se transfiere al cerebro reptil, entonces es el sistema límbico el que tiene mayor fuerza y puede funcionar voluntariamente.
Cuando el cerebro reptil llegue a albergar el sistema límbico, este último compartirá la fuerza y autoridad del cerebro reptil, y por primera vez tendrá los medios para dirigir la maquinaria biológica humana en su totalidad.
Para empezar, debemos poner los arneses al centro instintivo y obligarlo a llegar a ser el centro mental, quitándole toda su actividad de centro motor, usando nuestra voluntad de atención para seguir intensamente cada movimiento del cuerpo.
El centro mental, residiendo ahora en el cerebro reptil, ya tendrá la fuerza y la voluntad orgánica necesaria para ejercer auténtica autoridad sobre toda el cuerpo. Éstos son los primeros gruñidos primitivos de la voluntad real.
La base de este trabajo es la disciplina. Si el centro mental del cerebro reptil dice, “Despiértate,” finalmente tiene la voluntad y la autoridad para ejercer su influencia sobre el cuerpo, y todo el cuerpo está obligado a obedecer.
Quita la atención del cuerpo de su normal fijación en el flujo asociativo de pensamientos pasajeros y en el diálogo interno, y colócala estrictamente en las actividades motoras del cuerpo. Éste es un ejercicio interno especialmente valioso cuando se llevan a cabo labores físicas... cavando zanjas, pintando, lijando, edificando, fregando los platos, cuidando de los niños... Por ejemplo, supongamos que sucede en este momento que tu cuerpo está usando el brazo derecho para levantar la taza para tomar café; observa al mismo tiempo como el cuerpo se apoya en la pierna izquierda, la pierna derecha mínimamente levantada; ahora el cuerpo está sonriendo y cambiando su peso a la pierna derecha.
En pocas palabras, usa la forma usual de la atención; pero en este caso, el sujeto de la atención es ahora exclusivamente la postura y los movimientos del cuerpo observad, excluyendo cualquier significado psico-emocional.
Normalmente, nuestros movimientos ocurren mucho antes de que los notemos, si es que alguna vez llegamos a ser verdaderamente conscientes de ellos, porque no estamos educados para asentar nuestra atención en los movimientos del cuerpo.
El cuerpo lleva a cabo en secreto la mayoría de sus actividades. El cuerpo bebe sin nuestra atención; come sin nuestra atención; incluso hace el amor sin nuestra atención. Ésta es la sanción que pagamos por permitir que el sistema límbico funcione como centro mental.
Después de haber mantenido nuestra atención en las actividades del cuerpo durante un rato, su rutina llega a ser evidente, y sus actividades parecen mucho menos arrolladoras. Después de haber transcurrido mucho tiempo, la aparentemente atareada y compleja actividad caprichosa de antes, llega a ser tediosamente previsible, porque de hecho, el cuerpo hace muy poco. Cuando por primera vez empezamos a observar seriamente, el cuerpo parece ser un remolino de actividad caótica.
Observa tu mano como si fuera un objeto extraño; pero al mismo tiempo, date cuenta de que es una parte automática del cuerpo; se enreda, se agita, todo por sí sola, sin tu dirección voluntaria.
Observa con asombro cómo, por sí solo, coge un tenedor; nota que ahora el cuerpo está sonriendo; la mano endereza el cuchillo y alisa la servilleta en la mesa. Y éstos sólo son los toscos movimientos de unas pocas partes del cuerpo, y sólo en el exterior superficial. ¿Cuándo lleva a cabo una rotación de la muñeca? ¿Qué músculos se usan?
Las diferentes combinaciones musculares producen movimientos variables. No sólo la mano, sino todo en el cuerpo está ligeramente afectado por las reverberaciones de cada movimiento. Con el tiempo deberíamos ser capaces de colocar nuestra atención con firmeza en todo lo que haga nuestro cuerpo.
¿Dónde reposa la tensión cuando el cuerpo está en reposo? Percibe el centro de gravedad del cuerpo mientras cambia. Nota de vez en cuando el centro de gravedad y dónde llegan a reposar los puntos de peso. ¿Dónde está tu mayor punto de peso? ¿Usas fuerzas para mantenerte en equilibrio? Supón que relajas totalmente toda tu musculatura, ¿qué pasa? Intenta calcular cuánta fuerza se ejerce para mantener tu cuerpo en esa postura; hazlo percibiéndolo.
La tensión sólo es mensurable en comparación con la relajación. Si nos falta la voluntad para relajar el cuerpo, no podemos usar la sensación para determinar la tensión exacta requerida para mantener una postura. La relajación y tensión deben llegar a ser voluntarias para cualquier observación seria del cuerpo.
Empezando con la postura del cuerpo en conjunto, como si estuvieras estudiando una estatua -enfocando primero en las manos, la máscara facial, el torso, los brazos y las piernas- intenta ver las actividades del cuerpo como una unidad completa. Por ejemplo, observa tus posturas sentado en una mesa, escribiendo en un cuaderno, paseando por un bar; empieza con las posturas y los movimientos más obvios y observables. Por ahora, hasta que seas muy habilidoso, olvídate de las fluctuaciones delicadas y sutiles...
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