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CIENCIAS ETERNAS


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sábado, enero 14, 2023

Tu modo de pensar afecta directamente tu vida


¿Cómo puede tu mente
influir en situaciones importantes
para cambiar tu vida?


Si tienes los mismos pensamientos y sentimientos, seguirás creando la misma realidad de siempre
Si insistes en pensar y sentir de acuerdo con las circunstancias de tu vida, estás consolidando esa realidad en concreto.

Para cambiar, ve más allá del entorno, el cuerpo y el tiempo
La mayoría de la gente centra su vida en tres cosas: su entorno, su cuerpo y el tiempo. Además de centrarse en estos tres elementos, piensan de acuerdo con ellos. Pero para dejar el hábito de ser el mismo de siempre, debes pensar mucho más allá de las circunstancias de tu vida, trascender los sentimientos que has estado memorizando en tu cuerpo y vivir en una nueva línea del tiempo.
Si deseas cambiar, ten presente un yo idealizado, un modelo al que emular que sea distinto del «yo» que hoy existe en tu entorno, tu cuerpo y el tiempo.

Tus recuerdos moldean tu mundo interior
Los recuerdos de las experiencias que hemos tenido con las personas y las cosas en distintos lugares y momentos de nuestra vida es lo que denominamos nuestro entorno exterior.
Como tus pensamientos determinan tu realidad, si sigues teniendo los mismos pensamientos de siempre (que son producto y reflejo de tu entorno), seguirás creando la misma realidad día tras día. Tus pensamientos y sentimientos coinciden exactamente con tu vida exterior porque es tu realidad exterior —con todos sus problemas, condiciones y circunstancias— la que está influyendo en cómo piensas y te sientes en tu realidad interior.

Tus recuerdos habituales te “indican” que vuelvas a reproducir las mismas experiencias de siempre
Podría decirse que es el entorno quien nos controla la mente. Lo que te rodea define tu identidad, porque te identificas con todos los elementos de los que se compone tu mundo exterior. Y como observas la realidad con una mente igual a ello. Creas más de lo mismo.
Al responder con la misma configuración cerebral que coincide con lo que recuerdas, estás creando un nivel de mente idéntico al del pasado, porque tu cerebro está activando automáticamente los circuitos existentes para reflejar todo lo conocido y experimentado.
Reflexiona sobre ello: cuando piensas basándote en tus recuerdos del pasado, solamente puedes crear experiencias pasadas. Como todo lo que «conoces» en tu vida hace que tu cerebro piense y sienta de la misma manera de siempre, creando los resultados acostumbrados, sigues reafirmando tu vida tal como la conoces. Y como tu cerebro es igual que tú entorno, cada mañana tus sentidos te conectan a la misma realidad e inician el mismo flujo de conciencia.
Asocias el mundo exterior que conoces con quién crees ser, al recordarte a ti mismo en esta dimensión, en este tiempo y lugar en concreto.

Tus rutinas: conectando con tu yo pasado
La mayoría de las personas cada mañana, nos mantenemos conectados al yo del pasado siguiendo una rutina constante, actuando automáticamente.
¿Por qué esperas en el fondo que te ocurra algo distinto en la vida si cada día tienes los mismos pensamientos, actúas de la misma manera y sientes las mismas emociones?

Configurado para los tiempos difíciles
El uso de la palabra configurado, se refiere a que las agrupaciones de neuronas se han activado tantas veces de la misma manera que se han organizado en determinadas estructuras unidas por conexiones duraderas. Cuanto más se activan estas redes de neuronas, más se conectan en rutas estáticas de actividad. Con el paso del tiempo, sea cual sea el pensamiento, la conducta o el sentimiento que se repita, se volverá automático, un hábito inconsciente. Cuando el entorno influye en tu mente hasta este punto, tu hábitat se convierte en tu hábito.
Este inocente ciclo de respuesta hace que tu cerebro, y después tu mente, consoliden incluso aún más la realidad de tu mundo exterior.
Hablando en términos neuroquímicos, te apegas a las condiciones de tu vida. Y con el paso del tiempo, empiezas a pensar «de la misma forma de siempre», porque tu cerebro activa una serie limitada de circuitos que crean una huella mental en concreto. A esta huella se le llama tu personalidad.

Cómo adquieres el hábito de ser el mismo de siempre
Debido a esta habituación neural, las dos realidades, la de la mente interior y la del mundo exterior, parecen volverse casi inseparables. Esta situación se podría llamar rutina y todos caemos en ella, pero no sólo son tus acciones las que se vuelven repetitivas, sino también tus actitudes y tus sentimientos. En cierto modo, has adquirido el hábito de ser el mismo de siempre, eres esclavo de tu entorno. Tu forma de pensar va a la par con las condiciones de tu vida, y, por lo tanto, como observador cuántico, estás creando una mente que solamente refuerza estas circunstancias en tu realidad. Todo cuanto estás haciendo es reaccionar a tu mundo exterior, conocido y que no cambia.
Te has convertido literalmente en el efecto de las circunstancias exteriores de tu vida. Has dejado de controlar tu destino. No luchas ni siquiera contra la monotonía en la que tú y tu vida habéis caído. Y lo peor de todo es que no eres la víctima de una fuerza misteriosa e invisible que te ha metido en ese bucle repetitivo, sino que eres tú quien lo ha creado.

La buena noticia es que como tú lo has creado también puedes decidir salir de él.

El modelo cuántico de la realidad nos dice que para cambiar nuestra vida debemos cambiar nuestra forma de pensar, actuar y sentir. Debes cambiar tu estado del ser. Como nuestros pensamientos, sentimientos y conducta son, en esencia, nuestra personalidad, es ésta la que crea nuestra realidad personal. Así que para crear una nueva realidad personal, una nueva vida, debemos crear una nueva personalidad, convertirnos en otra persona. Para poder cambiar, debes pensar y actuar más allá de tus circunstancias presentes, más allá de tu entorno.

La grandeza es aferrarte a un sueño, al margen de tu entorno
Es posible pensar trascendiendo tu realidad presente. Cuando atesoras un sueño, una visión o un objetivo mucho mayor que uno mismo. Cuando crees en un destino que sea tan real en tu mente que empieces a vivir como si este sueño ya estuviera sucediendo. Quizá, no puedas verlo, oírlo, saborearlo, olerlo ni sentirlo, pero has de estar tan poseídos por él que actúes de acuerdo con esta posible realidad del futuro. Es decir, actuar como si tu visión interior fuera ya una realidad.
Cuando nuestra conducta coincide con nuestras intenciones, cuando nuestras acciones están de acuerdo con nuestros pensamientos, cuando la mente y el cuerpo actúan juntos, cuando nuestras palabras son coherentes con nuestras acciones, detrás de nosotros hay un poder inmenso.
Recuerda que debes dejar que la mente superior se ocupe del cómo ocurrirá.
La grandeza consiste en aferrarte a un sueño, independientemente del entorno donde vivas. Trascender el entorno está íntimamente ligado a trascender el cuerpo y el tiempo. No te puedes dejar influir por lo que esté acaeciendo en el mundo exterior (entorno), ni preocuparte el cómo te sientas o lo que te pueda suceder (cuerpo), ni cuánto vas a tardar en alcanzar tu sueño de libertad (tiempo). Simplemente has de saber que tarde o temprano todos estos elementos cederán a tus intenciones.

El repaso mental: cómo los pensamientos se convierten en la experiencia
La neurociencia ha demostrado que cambiamos nuestro cerebro —y por lo tanto de conductas, actitudes y creencias— al pensar de distinta manera (es decir, sin que cambie nada de nuestro entorno). Por medio del repaso mental (imaginar repetidamente que realizamos una acción), los circuitos del cerebro se reorganizan para reflejar nuestros objetivos.
Podemos hacer que nuestros pensamientos sean tan reales que el cerebro cambia como si la situación ya fuera una realidad física.
Nuestro cerebro, además de cambiar al pensar de distinta forma, no distingue el mundo interior mental de lo vivido en el mundo exterior. Aquello que pensamos se convierte en nuestra experiencia.
Esta idea es esencial para triunfar o fracasar en tus intentos de reemplazar algunos viejos hábitos (eliminar viejas conexiones neurales) con otros nuevos (generar nuevas redes neurales).
Tanto si adquirimos una habilidad física como una mental, todos empleamos cuatro procedimientos para cambiar nuestro cerebro: adquirir los conocimientos necesarios, recibir las instrucciones prácticas, prestar atención y la repetición.
El aprendizaje consiste en crear conexiones sinápticas. Las instrucciones ayudan al cuerpo a adquirir una nueva experiencia que enriquece al cerebro. Cuando además prestamos atención y repetimos la nueva habilidad adquirida una y otra vez, nuestro cerebro cambia.
Debido a nuestro desarrollado lóbulo frontal y a la capacidad exclusivamente humana de hacer que nuestros pensamientos sean más reales que ninguna otra cosa, el cerebro anterior es capaz de «bajar el volumen» del entorno exterior para procesar con determinación un único pensamiento. Esta clase de procesamiento interior nos permite involucrarnos tanto en nuestras imágenes mentales que el cerebro modifica sus redes neurales sin haber vivido la situación en la vida real. Cuando somos capaces de cambiar nuestra mente al margen del entorno y mantenemos tenazmente un ideal con sostenida concentración, el cerebro se adelanta al mundo físico.

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