PRIMER NIVEL – OJOS, OÍDO Y NARIZ
* EL SENTIDO DE LA VISTA (LOS OJOS)
La especie humana es óptica porque un tercio de sus vías nerviosas están destinadas a los ojos. El ojo, así como el oído y la nariz, pertenecen al primero de los siete niveles del modelo de percepción, siendo la sede de tres sentidos: la vista, el oído y el olfato.
Este nivel, en el nacimiento, debería ser integrado inmediatamente en un funcionalismo unitario porque de lo contrario el individuo, al carecer de contacto con la realidad, llega a falsos contactos, es decir a la disociación.
Si las funciones sensoriales no encuentran su plenitud desde el nacimiento, la percepción inicial será distorsionada por la huella dejada en la memoria por cualquier acontecimiento.
En el nacimiento las funciones sensoriales deberían integrarse y coordinarse lentamente.
Un individuo bloqueado en cualquier órgano sensorial del primer nivel, no permite que la energía fluya libremente más allá de ese bloqueo, esto permite que esa energía no expresada por los órganos sensoriales dispuestos para ello, llegue al hipotálamo, y se exprese a través de ahí, de manera instintiva y no refinada por el órgano sensorial que esté bloqueado.
La perturbación del estado de conciencia es la consecuencia de la disfunción del primer nivel; la conciencia es, en efecto, auto-percepción, y para tenerla es necesario que los estímulos sensoriales provoquen un sentimiento de excitación.
La ruptura entre sensación y percepción provoca el pánico, la interpretación errónea de la realidad, la confusión, la falta de orientación, la incoherencia, en definitiva, una imposibilidad de identificación, que determina la ausencia de identidad, pudiendo definir a este individuo como psíquicamente ciego y sordo.
El bloqueo del primer segmento es la reacción del recién nacido contra el ambiente de rechazo y destructividad que encontró al nacer.
El desarrollo psico-afectivo se caracterizará por diversas perturbaciones del comportamiento, llegando hasta crisis psicóticas de la pubertad y de la adolescencia.
Se trata de una personalidad psicótica caracterizada por una reactividad, el sujeto no es activo, creativo, sino que responde al medio y, en particular, a los estímulos visuales, con una predilección por la forma, en detrimento del fondo.
Con los ejercicios oculares del primer nivel permitimos llenar la carencia materna posibilitando, de este modo, la aparición del Yo.
La ansiedad y la agresividad no deberíamos separarlas, puesto que la ansiedad es una manifestación de agresividad negativa dirigida contra uno mismo y depende de una disfunción respiratoria causada por el bloqueo del diafragma. Recordemos que la agresividad es la manera de acercarse, de contactar: el primer nivel (ojos, oído y olfato) tiene precisamente en el nacimiento por función, tomar contacto con el mundo exterior gracias a los telerreceptores de los ojos, los oídos y de la nariz.
El feto percibe los sonidos como vibraciones, radicando en ello el contacto inicial con la realidad materna; el nacimiento, en la mayoría de los casos se vive como un traumatismo: la emoción existencial primaria del miedo deriva de este traumatismo y del trastorno de los telerreceptores.
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sábado, diciembre 09, 2006
Los Elementos de la Percepcion
Etiquetas:
Renacimiento,
Salud,
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