La mente, el espíritu y el alma se expresan y se manifiestan a través del cuerpo. Si fallamos en alguno de estos aspectos de nuestro ser es que no estamos completamente en nuestro cuerpo.
Al cuerpo lo tratamos como un instrumento o una máquina. Sabemos que si se quiebra o estropea tendremos problemas. Realmente no estamos identificados con nuestro cuerpo; de hecho, lo hemos traicionado y todas nuestras dificultades personales se derivan de esa traición, y lo mismo ocurre con los problemas sociales, de origen análogo en su mayor parte.
Naturalmente, estas restricciones no son voluntarias. Se desarrollan como medios para sobrevivir en un medio ambiente y en una cultura que merma o niega los valores corporales en aras del poder, del prestigio y de las posesiones. Sin embargo, aceptamos estas restricciones en nuestra vida al no querer pedirles cuentas, con lo que traicionamos a nuestro cuerpo. Además, perturbamos en el proceso el medio natural del que dependen nuestros cuerpos para su bienestar. También es evidente que la mayor parte de los individuos son inconscientes de las dificultades y trabas corporales con las que conviven, ya que se han convertido para ellos en una segunda naturaleza y constituyen en parte su modo habitual de ser en el mundo. De hecho, la mayor parte de la gente pasa por la vida con un presupuesto limitado de energías y sentimientos.
El objetivo del renacimiento es ayudar al ser humano a reconquistar su naturaleza primaria, que es la condición de la libertad, el estado de plenitud y la calidad de la hermosura. Libertad, plenitud y belleza son los atributos naturales de todo organismo. La primera consiste en la ausencia de trabas internas a la expansión de los sentimientos, la plenitud es la expresión de esta expansión y la belleza es la manifestación interior que genera dicha expansión. Son valores que denotan y evidencian un cuerpo y una menta sanos.
La naturaleza primaria del ser humano es estar abierto a la vida y al amor. El conservarse protegido, escudado en una armadura, desconfiado y aislado es la naturaleza de nuestra cultura. Adoptamos este procedimiento para protegernos de todo daño; pero, cuando estas actitudes se estructuran en la personalidad, constituyen un daño más grave y perjudican e imposibilitan más al individuo que el daño que tratan de evitar.
El renacimiento se propone ayudar a la persona a abrir su corazón a la vida y al amor. No es tarea fácil porque el corazón está protegido en su jaula con fuertes defensas psicológicas y físicas. Es preciso entender y trabajar sobre estas defensas para lograr nuestra meta. El alcance, la aventura, la excitación y la plenitud de vivir están más allá de las corazas de la persona.
El renacimiento es la aventura del descubrimiento de uno mismo. Se diferencia de otras terapias porque trata de entender la personalidad humana en función del cuerpo, mientras que las otras se concentran en la mente. Lo que le ocurre al cuerpo va a afectar a la mente, pero los procesos energéticos del cuerpo determinan lo que ocurre en la mente, lo mismo que lo que ocurre en el cuerpo mismo.
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