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CIENCIAS ETERNAS


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sábado, marzo 26, 2016

Las Primeras Etapas de la Vida

La psicología prenatal ofrece una optimista e ilimitada esperanza. Esperanza para los médicos pues les permitirá evitar muchas de las oportunidades perdidas de embarazo y nacimiento; esperanza para madres y padres, porque profundiza y enriquece la naturaleza del hecho de ser padres y, sobre todo, esperanza para el niño aun no nacido.
Éste es el principal beneficiario, muy distinto, mucho más consciente, receptivo y cariñoso de lo que nadie había imaginado, en el útero y durante el nacimiento merece un tipo de asistencia más sensible, nutritiva y humana de lo que recibe en la actualidad.

Proporcionar al recién nacido un entorno cálido, tranquilizador y humano plantea una diferencia, porque el niño es muy consciente de cómo nace. Percibe ternura, delicadeza y un trato cuidadoso, y responde a ellos del mismo modo que siente; de una manera totalmente distinta a las potentes luces, las señales eléctricas y la atmósfera fría e impersonal que tan a menudo se asocian con el nacimiento en la sala de partos de un hospital.

Lo más extraordinario de este conocimiento es que revela que el niño no nacido es un ser consciente, aunque su conciencia no sea tan profunda o compleja como la de un adulto. Es incapaz de comprender los matices de significado que el adulto puede dar a las palabras o gestos, sin embargo es sensible a matices emocionales excepcionalmente sutiles. Puede sentir y reaccionar no solo ante emociones amplias e indiferenciadas, como el amor y el odio, sino también ante complejos estados afectivos más matizados, como la ambivalencia y la ambigüedad.
Aun se desconoce el momento exacto en que sus células cerebrales adquieren esta capacidad. Algunos investigadores opinan que algo semejante a la conciencia existe desde los primeros momentos de la concepción. En lo que respecta al niño, se conoce con verdadera autoridad que desde el sexto mes de embarazo, prácticamente, en un sentido global es un ser humano fascinante capaz de aprender, oír e incluso recordar.

Nuestros gustos y aversiones, nuestros miedos y fobias ─en síntesis, todas las conductas definidas que nos convierten singularmente en lo nosotros mismos─ también son, parcialmente, producto del aprendizaje condicionado y el útero es el lugar donde se inicia este tipo específico de aprendizaje.
Sin duda alguna, la personalidad es mucho más que la suma de lo que aprendemos… dentro o fuera del útero, y puesto que al fin se han identificado algunas de las experiencias tempranas que modelan rasgos y características futuros, ahora una mujer puede influir activamente en la vida de su hijo desde antes del nacimiento.

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