CENTRO FÉNIX DE NATUROPATÍA
México - Tel. 2291 185 281
España - Tels. 680 53 75 56 - 965 78 63 38


Hola ! ! !

Más allá de las limitaciones impuestas por la percepción,
existe la certeza de ser lo que nunca perdimos.
El conocimiento de la conciencia de ser
es la única Libertad que tenemos.
Adelante, están invitados.

Bienvenid@s !!!

CIENCIAS ETERNAS


Algunas de las Imágenes que aparecen en este Blog, han sido sacadas de Internet.
Si alguien tiene derechos y quiere que no salgan en este espacio,
nos lo hacen saber y serán retiradas inmediatamente.




Mostrando entradas con la etiqueta Alineamiento Energético. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Alineamiento Energético. Mostrar todas las entradas

domingo, septiembre 06, 2020

4 Palabras que te hacen Ser más Persuasivo

Si le das una salida a la gente, es posible que simplemente decidan quedarse


Para tener un impacto, es esencial estar motivado. Sin embargo, no importa cuánta determinación poseas, nunca alcanzarás tu máximo potencial si no puedes motivar a otros a tomar medidas.
Deseoso de descubrir qué frases son capaces de persuadir efectivamente a los demás, el psicólogo del comportamiento, el Dr. Nicolas Guéguen de la Universidad del Sur de Bretaña, realizó una serie de pruebas para descubrir cómo podemos influir mejor en las personas que nos rodean.

Para su investigación, Nicolas se acercó a 640 personas en la calle en Francia y les pidió de varias formas diferentes que hicieran una donación para un hospital infantil.
Cuando le pidió a la gente que apoyara directamente a la organización benéfica, dijo: “Probablemente esté interesado en organizaciones para niños con problemas de salud. Me pregunto si podría ayudarnos haciendo una donación”, el 25 por ciento de las personas a las que se acercó Nicolás reaccionaron positivamente.
Sin embargo, cuando añadió las palabras -" Probablemente se negará "- antes de continuar pidiendo una donación, la tasa de cumplimiento saltó al 39 por ciento. Y no solo eso, sino que la cantidad de dinero que la gente donó a la organización benéfica también aumentó de 2,44€ a 2,50€. Puede que esto no parezca mucho. Pero si sumas todas las veces que podrías haber ganado unos centavos a lo largo de tu vida, esto equivale a muchos cucuruchos de helado adicionales.

Según los científicos del comportamiento, este aumento en la disposición de las personas a ayudar tiene sentido y respalda la teoría común en los círculos de psicólogos conocida como reactancia, que establece que la mayoría de las personas tienen una reacción adversa cuando se les impone una restricción.
Tómate un momento y piensa en cómo te sientes cuando te arrinconan y te presionan para tomar una decisión. Te hace sentir incómodo, ¿verdad? Te vuelves un poco aprensivo y piensas que la persona que tienes enfrente está tratando de venderte algo.
Es por eso que las palabras “Probablemente te negarás” son tan efectivas: le dan a la gente una salida. Las palabras hacen que las personas sientan que están actuando por su propia voluntad y que son ellos quienes tienen el control de su decisión.
Y no solo eso, las variaciones de las palabras “Probablemente te negarás” despiertan tu curiosidad. Estas palabras nos motivan a querer descubrir por qué alguien piensa que algo no es para nosotros.
Como seres humanos, a todos nos gustan las cosas diferentes. Sin embargo, uno de los lazos que nos une es que odiamos cuando nos dicen que no podemos o no queremos hacer algo. Si la gente quiere algo, es la libertad de elegir lo que pueden y no pueden hacer.

La próxima vez que intentes influir en alguien, dale una oportunidad a la frase "Probablemente te negarás". En lugar de pedirles a sus hijos que limpien su habitación, modifique el encuadre de tu demanda diciendo: "Probablemente te negarás, pero sería genial si ayudaras a tu mamá y a tu papá hoy recogiendo tus juguetes". "Y observa lo que pasa.
O la próxima vez que necesites que un compañero de trabajo haga algo por ti, intenta decir "Probablemente dirás que no a esto, pero me vendría bien tu ayuda para preparar este discurso" y tome nota de cómo responde.

El mundo está lleno de buenas ideas. Sin embargo, para que tus ideas vuelen, debes ser capaz de persuadir a otros para que apoyen tu causa.
"Probablemente te negarás..."
"Puede que esto no sea para ti..."
"Puedes marcharte en cualquier momento..."
"¿Conoce a alguien que pueda estar interesado en..."
"Puede que no seas la mejor persona para esto..."

Frases persuasivas como estas despiertan la curiosidad de la gente. No solo eso, sino que también puedes descubrir que, al dar a las personas una salida y la libertad de elegir, deciden quedarse y escucharte.

Autor: Michael Thomson
Fuente: Entrereneurs Handbook

Leer más...

jueves, julio 09, 2020

Comenzar de Nuevo

Cómo usar Shoshin para comenzar de nuevo y mantener la mente despejada

Cualquiera puede comenzar de nuevo cuando lo desee.


¿Cómo te sientes cuando, durante un desacuerdo, la otra persona se niega a tener en cuenta tus puntos de vista?
Es bastante frustrante, ¿no?
Nos ocupamos de esto todo el tiempo. Al crecer, aprendemos una forma específica de pensar, sentir y comportarse. Esto se basa en lo que nos enseñan o lo que observamos y probamos nosotros mismos. Si consideramos que el comportamiento o método de pensamiento es útil, adoptamos este comportamiento y lo inculcamos en nuestra personalidad durante años hasta que una creencia opuesta sea lo suficientemente fuerte como para hacernos cambiar nuestro comportamiento.

Considera un profesor que tuviste en la escuela. En clase, eran los profesores de la sala, en sentido figurado. Lo que decían era lo que valía, y cualquier opinión que los contradijera podría encontrarse con una feroz reprimenda u orden de abandonar la clase. La gente como esta, de hecho, es bastante peligrosa. No es el profesor, sino la forma en que te obligan a creer que lo que dicen es la única manera.
Aprendemos a dar respeto y diligencia al pasar nuestros años escuchando a nuestros profesores. Pero es esencial ver que lo que dijeron no es necesariamente la única forma de pensar, ni en ocasiones la correcta.
Con el tiempo, tus creencias y lo que aprendes de los demás forman un sistema que crea el personaje que ahora interpretas. Por ejemplo, si tienes padres que ven el dinero como "malo" o como un recurso negativo; es probable que cuando crezcas no te guste el dinero y tengas una relación negativa con él. Por el contrario, si tienes padres que ven el dinero como una herramienta para conectar a las personas con servicios valiosos, crecerás con la misma mentalidad y desarrollarás una relación positiva con los negocios, las finanzas y posiblemente incluso el espíritu empresarial.
Todo se reduce a qué creencias eliges adoptar.

La Historia de Shoshin
Shoshin viene del budismo zen que significa "mente de principiantes", y la cultura china y japonesa lo representan. El zen se traduce como "meditación", y proviene de los textos más antiguos del budismo, conocidos como Dhyana. Se trata de entrenar tu mente y eliminar las respuestas automáticas para vivir en un estado de perfecta ecuanimidad y conciencia.
El concepto de Shoshin es dejar de lado las creencias previas o las formas de pensar cercanas y aprender a vivir y respirar con apertura, una actitud positiva y un sentido de respeto por lo que no sabemos.
Ser así te ayuda a ver lo que antes no podías. Colocar la mente en una forma que te permitirá comenzar desde el principio. Nosotros, como individuos, nos sentimos atraídos por situaciones cómodas y familiares. Esto es lo que hace que nuestras mentes tengan creencias. Después, cuando sucede algo con lo que estamos familiarizados, ya vamos a saber cómo pensar y qué responder.

Pero aquí es donde comienzan a surgir problemas. El hecho de que nuestras mentes usen sus creencias para sugerir cómo se puede clasificar un problema, no significa que sea la única forma correcta. Incluso si funciona.
Cuando mejoramos en la comprensión de una información o habilidad y desarrollamos “experiencia”, bloqueamos rápidamente la información de los demás. Esto nubla nuestro juicio y nos hace creer que estamos aprendiendo. Pero en realidad, nuestras mentes están luchando contra cualquier información opuesta y seleccionando lo que queremos escuchar, o lo que nos ayuda a "evitar el dolor".


Debemos aprender a "disfrutar nuestros problemas". Son herramientas de retroalimentación, como me gusta llamarlas. Tenemos problemas en la vida para aprender una nueva lección. Es una oportunidad para crear algo nuevo y convertirte en un ser más excepcional, gracias a ello.


Aplicando Shoshin a tu Vida
Shoshin trabaja a través de la práctica diaria. Todo lo que necesitas son algunos pasos clave que debes seguir para que puedas comenzar a despejar tu mente y abrazar tu nuevo yo como principiante, con la frecuencia que desees.

Deja de lado la necesidad de hablar más que los demás.
Este concepto no solo se refiere a hablar activamente, sino también a los pensamientos en tu mente. Tenemos una tendencia a proporcionar nuestras opiniones y puntos de vista a quienes nos rodean para afirmar autoridad en temas específicos. Si eso es positivo o negativo, aún puede ser un obstáculo para nuestras mentes.

Si siempre estás hablando, ¿cuándo es el momento de escuchar realmente? Es más probable que hablemos para evitar que otros tengan la energía o el tiempo para oponerse o igualar nuestros argumentos.
En cambio, intenta dos cosas:
• Pasa la mayor parte del 80% de tu tiempo escuchando activamente y el 20% de tu tiempo hablando. Esto también te da tiempo para encontrar las mejores respuestas.
• Cuando se te ocurra un pensamiento pesimista y de mente cerrada, ordénate a ti mismo parar inmediatamente. Cambia el punto de vista negativo reemplazando lo que piensas con una declaración afirmativa clara sobre la persona o el sujeto, luego sonríe y déjalo ahí.

La segunda ha sido una de las principales razones por las que me he convertido en una persona más feliz en los últimos meses. Leí esto en un libro, y me hizo ver cuánta energía negativa realmente tengo dentro. Entonces, pasé mi tiempo obligándome a ser agradable con todos en mi cabeza y decirlo en serio. Porque eso es más importante que fingir y decir cosas más útiles cuando no lo dices en serio.

Deja partir la necesidad de pelear
A medida que pasa el tiempo y nos volvemos más sabios, nos damos cuenta de que no es necesario luchar siempre en cada pelea que nos encontremos. Lo que eso significa es que antes de comprometerse a una discusión o debate con alguien, pregúntate, ¿respetará esta persona su punto de vista o el de los demás? ¿Esto nos va a dar algún valor?
Nueve de cada diez veces, no lo hará.

Por lo tanto, evita desperdiciar energía en desacuerdos innecesarios con otros. Elimina la necesidad de intentar y "ganar". Combatir el impulso de corregir, oponerse o disipar tu argumento. Déjalo estar y concéntrate en lo que puedes aprender para mejorar tu vida o ser más feliz. No hay vergüenza en mirar en una dirección diferente y caminar de esa manera. Incluso si tienes razón, ¿qué valor a largo plazo realmente aporta a tu vida? No mucho.
La clave de los argumentos es evitarlos en primer lugar. Pero estas disputas no son un momento para vencer a la otra persona, es una oportunidad para aprender algo nuevo y probar la apertura de tu mente.

Esforzarse por más, un conocimiento más profundo
Muchos de nosotros preferimos hablar más de lo que nos gustaría escuchar. Tal vez estamos nerviosos, o simplemente queremos tanto la interacción social que preferiríamos mantener a la gente comprometida y escuchando todas las historias que tenemos que contar.
Si bien esto puede ser algo positivo, debemos desafiarnos más a menudo para estar más callados. En lugar de conversar con otros por el simple hecho de hacerlo, pídales más detalles. Conversa para entender en lugar de solo escuchar. Deja que la otra persona o información te lleve al siguiente nivel de comprensión. Hay una cantidad increíble para aprender, todo depende de cuánto estés dispuesto a escucharlo.

Acepta que no sabes absolutamente nada
Como dijo Shunryu Suzuki, solo olvida todo a veces. Regresa al principio y reinicia tu mente. Vuelve al comienzo de tu trabajo o pasatiempo donde era nuevo, y estabas más emocionado que nunca para empezar a aprender más. Mantén ese sentimiento contigo hasta el presente y úsalo para avanzar en tu comprensión de lo que quieres.
Si puedes aprender a darte cuenta de ti mismo y de tu mente, puedes elegir cuándo dejar ir la energía negativa, tus pensamientos y aportar ideas nuevas y frescas, y formas de pensar más positivas y efectivas. Todo comienza contigo.

Fuente: Medium

Leer más...

miércoles, julio 08, 2020

El Acto de Conocer

Por lo general, en el estado actual no encontramos equilibrio, uno no se conoce; y se empieza a sentir que hay que llegar a un momento de Presencia más completo. Se necesito ante todo tener una impresión ─lo más profunda posible─ de uno mismo. Es fácil darse cuenta de que casi nunca tenemos una impresión profunda, de que las impresiones son muy superficiales, tan superficiales que solo crean asociaciones superficiales que no dejan ningún recuerdo y no cambian nada, no transforman nada. Cuando en realidad las impresiones son una especie de alimento, aunque no comprendamos bien lo que quiere decir alimentarnos, ni lo que eso representa para nuestro ser.

Solemos ser pobres en materia de impresiones en nosotros mismos. Tenemos tan pocas que apenas tienen relevancia. Si verdaderamente se quiere conocer algo, estar seguro de ello, primero se necesita ser «conmovido» por el conocimiento. Se necesita ese conocimiento nuevo. Y se necesito ser «conmovido» por él tan fuertemente que se conozca en ese momento con todo lo que uno es; no solamente con la razón, sino con todo el ser. Si no se tiene suficiente de ese conocimiento, suficientes impresiones, no se puede tener ninguna convicción. Sin el conocimiento, sin el material, ¿cómo se va a evaluar las cosas, cómo se puede trabajar? No hay nada para dar un impulso en una dirección u otra. No hay posibilidad de actuar conscientemente. Lo primero que se necesita para una acción consciente es una impresión de sí mismo, tanto cuando se está solo, abierto a lo que se es, como cuando se está en la vida, cuando trata de no olvidar esa impresión completamente y ve cómo se pierde. Esas dos clases de impresiones son el mundo interior. Hasta que no se tenga una cierta cantidad de impresiones, no se puede ver más lejos, no se puede comprender más.

Normalmente consideramos las impresiones como algo muerto, fijas como una fotografía. Pero con cada impresión recibimos una cierta cantidad de energía, algo viviente que actúa sobre nosotros, que nos anima. Por un momento se tiene una impresión de sí mismo que es completamente diferente de la manera en que se experimenta en general. De repente se conoce algo real en uno, de una forma enteramente nueva, se recibe algo, se es animado por eso. Después se pierde, no se conserva. La impresión desaparece como si hubiese sido robada por un ladrón. En el momento en que más se necesita de ella para estar presente ante la vida, ya no se tiene el apoyo para no perdernos. Ahora se empieza a ver que las impresiones son un alimento. Una energía que se debe recibir y debe ser contenida.

Se necesita ver lo que a uno le molesta y comprender por qué es tan difícil recibir una impresión. No es porque no se quiera recibir. Es porque no se puede.Porque siempre se está cerrado, cualesquiera sean las circunstancias de la vida. A veces, quizá por un destello, se está abierto a la impresión, pero casi inmediatamente se suele reaccionar. La impresión se asocia automáticamente con otra cosa y se produce una reacción. Uno aprieta un botón y acto seguido viene un pensamiento, una emoción o un gesto.
No se puede evitar, ni siquiera se ve. Nuestra reacción nos ha separado de la impresión y de la realidad que ella representa. Ahí está la barrera, el muro. Al reaccionar, nos cerramos.

Lo que no se ve es que se pierde todo contacto con la realidad una vez que nuestras funciones habituales están al mando. Por ejemplo, sentimos que nuestro cuerpo está aquí. Sentimos el brazo izquierdo, tenemos la impresión del brazo izquierdo. Tan pronto esa impresión nos alcanza, se desata el pensamiento, que nos dice «el brazo... el brazo izquierdo». Y en el momento en que se piensa, se pierde. Al pensar en el brazo, creemos conocerlo. Confiamos más en el pensamiento sobre el brazo que en su existencia real. Pero el pensamiento sobre el brazo no es la realidad. Es lo mismo para la propia realidad. Tenemos la impresión de una vida en uno mismo, pero tan pronto se piensa en «soy yo», se pierde. Se interpreta el pensamiento por el hecho mismo. Creemos conocerlo y con esa credulidad, esa creencia en el pensamiento, ya no se tienen preguntas, ni interés para recibir esa impresión.

No se reciben las impresiones conscientemente. En consecuencia, uno no se conoce. Al mismo tiempo, se necesita esto por encima de cualquier otra cosa. Si no se puede recibir una impresión de sí mismo, nunca se tendrá ese recuerdo, esa posibilidad de conocer lo que se es. El momento de recibir una impresión es el momento de volverse consciente. Es el acto de ver.

Leer más...

viernes, junio 12, 2020

Estructura de las Emociones


Todos experimentamos emociones continuamente, pero si nos preguntan que son, en esencia, es probable que tengamos dificultades para explicarlo, porque describir lo que nos pasa por dentro cuando experimentamos emociones, es bastante difícil.
Para entender lo que es una emoción, lo mejor es experimentarla. Te sugiero que pienses en alguna emoción fuerte que hayas vivido. Pongamos como ejemplo algo que hemos experimentado muchos de nosotros: la caída en una montaña rusa. Mientras estamos subiendo hacia el punto máximo, valoramos que estamos en peligro y por lo tanto experimentamos miedo. Aunque estamos seguros que no va a pasar nada, la emoción no distingue entre realidad y ficción. Aunque la razón le diga a la emoción: “tranquila, que no pasa nada. No hay peligro”; la emoción sigue su curso haciendo caso omiso a las reflexiones de la razón.


En el momento crítico de la bajada se activa una taquicardia muy acusada, incontrolable, el estómago te da vueltas, las piernas te tiemblan, etc. Esta es la respuesta neurofisiológica de la emoción. Tomo conciencia de la emoción que experimento y le puedo poner un nombre: Miedo. Esta es la parte cognitiva, consciente de la experiencia emocional. Si analizamos con más detalle qué es lo que pasa al experimentar una emoción, lo podemos esquematizar en varias etapas: Acontecimiento y Valoración.
• En primer lugar, una emoción se activa a partir de un acontecimiento/estímulo, que puede ser externo o interno (un pensamiento, por ejemplo).
• Luego valoramos todo lo que llega a nuestros sentidos. Es un mecanismo innato, una especie de escáner que detecta cualquier acontecimiento o estímulo susceptible de activar la respuesta emocional.
• Las preguntas que nos desencadena el acontecimiento/estímulo que nos llega son básicamente tres:
¿Cómo afecta esto a mi supervivencia?
o ¿Cómo afecta a mi bienestar?
o ¿Cómo afecta a lo que más deseo en esta vida?

• Por último, valoramos el acontecimiento/estímulo como positivo o negativo y se activa la respuesta emocional.

Aún hay un poco más. Un mismo acontecimiento o estímulo puede ser valorado de forma distinta según las personas. Ante un gol en un partido de fútbol, unos seguidores se alegran y otros se entristecen. Ante un suspenso, un alumno puede experimentar rabia, otro tristeza y otro vergüenza. Esto pone en evidencia que: “La emoción no depende del acontecimiento en sí, sino de la forma que tenemos de valorarlo”.

En la estructura de una emoción se integran los dos primeros elementos esenciales: acontecimiento y valoración:
- EP: emociones positivas.
- EN: emociones negativas.

La Triple Respuesta Emocional
Una vez activada la respuesta emocional, se produce una triple reacción: neurofisiológica, de comportamiento y de conocimiento.

Neurofisiológica
Consiste en un conjunto de respuestas que producen cambios en ciertos neurotransmisores y secreciones hormonales que provocan alteraciones del tipo taquicardia, sudoración, vasoconstricción, cambio en el tono muscular, etc. Es todo el organismo el que responde ante una emoción y es esta respuesta neurofisiológica la que nos permite saber que estamos experimentando una emoción.

De Comportamiento
Nos permite identificar qué tipo de emoción estamos experimentado. Es lo que se denomina el lenguaje no verbal que se manifiesta por expresiones del rostro y el tono de voz, que son señales bastante precisas. Su control voluntario es posible, pero normalmente no le prestamos atención y expresamos espontáneamente las emociones que experimentamos. Pero esto se puede entrenar para exaltarlo (en caso de emociones positivas) o disminuirlo (si son negativas).
¿Qué importancia tiene? Nos permite saber que la expresión emocional se puede aprender a controlar; se puede regular a voluntad, con formación y entrenamiento.

De conocimiento
Consiste en que tomamos conciencia de la emoción que estamos experimentando y podemos etiquetarla por medio del lenguaje. Por ejemplo: “siento un miedo que no puedo controlar”; o bien decimos “no sé qué me pasa”, si nuestra educación emocional es limitada; por lo que conviene ampliar este conocimiento para saber etiquetar mejor las emociones como una forma de conocernos mejor a nosotros mismos. Entramos de lleno en el terreno del sentimiento, que es la conciencia de la emoción.



Lo importante de todo esto es que sobre cada uno de los componentes de la emoción podemos intervenir. Veamos cómo.
- Intervención sobre el componente neurofisiológico. Supone aplicar técnicas de relajación, como la respiración (una de las más eficaces), el control físico corporal, etc.
- Intervención sobre el componente de comportamiento. Supone adquirir habilidades sociales que nos lleven a lograr una expresión ajustada de la emoción.
- Intervención sobre el componente de conocimiento. Supone activar nuestra voluntad para regular nuestras emociones, alargando las positivas y acortando las negativas.

Predisposición a la acción
Cuando se dice que la emoción predispone a la acción, no significa que la acción tenga que producirse necesariamente. Vamos a verlo con dos ejemplos:
La acción se produce. El caso de un coche que viene a gran velocidad, mientras estamos cruzando un semáforo. En fracciones de segundo se produce lo siguiente: Veo el objeto (coche).
• Valoro que puede ser un peligro.
• Se activa la triple respuesta. Neurofisiológica (taquicardia, sudoración); de comportamiento (cara de susto); de conocimiento (tengo miedo).
Todo lo anterior, en su conjunto, nos predispone a la acción: en este caso huir para escapar del peligro.

La acción no se produce. Sentirse ofendido por un comentario realizado por otra persona y sentir la impulsividad de responder de forma violenta. Esta predisposición a la acción se puede regular de forma apropiada. Esto es muy importante. La acción impulsiva que tengo ganas de hacer no tiene por qué darse. Puedes regular tus emociones y dar una respuesta apropiada que no sea la respuesta impulsiva. Esto es poner inteligencia entre los estímulos que recibes y la respuesta que das.

Estructura de una Emoción
Esquema que integra todos los elementos esenciales de la estructura de las emociones: acontecimiento, valoración, triple respuesta y el filtro que supone la inteligencia emocional, antes de llegar a la acción. EP: emociones positivas. EN: emociones negativas.
Podemos concluir diciendo que una emoción es:
• Un estado de nuestro organismo.
• Generado como respuesta a un acontecimiento o estímulo externo o interno que es valorado como positivo (EP) o negativo (EN), lo que provoca una triple respuesta que, generalmente, predispone a la acción. Esta acción puede producirse o no, en función de la intervención de la inteligencia emocional.

Las Emociones como Rasgo de Personalidad
Las emociones son tan importantes en nuestras vidas que llegan a constituir rasgos de personalidad. Cuando pensamos en las personas que más conocemos, las vemos (entre otras muchas otras posibilidades) como: bondadosas, alegres, cariñosas, ansiosas, tristes, amables...
Es decir, asignamos como rasgo de personalidad dominante la emoción que esa persona manifiesta con más frecuencia. Esto significa que, sin ser conscientes de ello, vamos construyendo nuestra personalidad con la emoción o las emociones que exteriorizamos. Y los demás, nos ven de la forma que nosotros mismos transmitimos. Es importante que si deseamos que nos vean como realmente somos, tomemos conciencia de lo que acabamos de señalar.

Leer más...

viernes, mayo 08, 2020

El Bambú Japonés, una historia de Perseverancia

Es una historia bastante conocida, se trata del bambú japonés. Una planta no apta para impacientes. El agricultor planta la semilla, la abona y la riega. Hasta aquí todo normal.
La gran diferencia con otras plantas es que en los próximos siete años no vamos a ver absolutamente ninguna mejora, al menos a simple vista. Un agricultor impaciente o inexperto podría pensar que la semilla se murió o que eran infértiles, abandonando en su empeño.
Sin embargo, a partir del séptimo año y en un periodo de sólo seis semanas, la planta de bambú crece más de 30 metros. ¡Increíble!


Durante los primeros siete años, aunque no se ve nada por la superficie, el bambú está desarrollando un complejo sistema de raíces que le permitirán sostener el fuerte crecimiento después de esos siete años de vida.

Hoy en día vivimos en un mundo muy rápido, donde queremos todo "para ayer", queremos soluciones rápidas y triunfar rápidamente y sin esfuerzo. Y el éxito en cualquier actividad que realicemos es como el crecimiento del bambú, un crecimiento interno que lleva tiempo.
También podemos aprender de esta historia que en muchas ocasiones, en nuestro camino, nos encontraremos pérdidos y frustrados porque los resultados no llegan, o porque las cosas no están ocurriendo como queremos, o simplemente pensamos que no estamos avanzando. Pero la realidad es que sí está suciendo. Al igual que las raíces del bambú, mientras sigamos trabajando y esforzándonos, sin abandonar, algo estará ocurriendo dentro de nosotros, estaremos creciendo y madurando.
Al final, como el bambú, el éxito o los objetivos aparecen de forma rápida, pero detrás de todo ello tiene que haber un trabajo constante y perseverante. Lamentablemente, no hay atajos posibles.

Recuerda, si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá sólo estés echando raíces.

Fuente: Blog Opciones y Spreads

Leer más...

lunes, diciembre 16, 2019

La Actitud es nuestra Meta y a la vez nuestro Camino

Buscamos acercarnos a lo desconocido, abrir la puerta a lo que está escondido en nosotros y franquearla. Habría que someterse completamente a ese sentimiento de lo sagrado que hay en nosotros, pero solo lo podemos hacer parcialmente. Lo sagrado se manifiesta como conciencia interior y debe ser encontrado dentro. La verdad, la única verdad, está en la conciencia.
Todo lo que existe está constituido por tres fuerzas. La fuerza activa, la fuerza pasiva y la fuerza conciliadora. La fuerza que desciende es la que quiere volver a ascender. En el ser humano la cabeza se opone al cuerpo. La fuerza conciliadora es la voluntad que los une, que los relaciona. Todo viene del deseo de esa voluntad.

Cualquiera que sea el estado en que nos encontremos en este momento, cualquiera que sea el significado de la fuerza que manifestemos, las posibilidades más altas están escondidas tras la densa pantalla de nuestra pasividad, que se cree autosuficiente. Nuestro destino comienza cuando sentimos la llamada de otra fuerza y respondemos voluntariamente a ella. Es el primer acto voluntario. Nos hacemos disponibles a la realidad de una fuerza que cambia la razón de estar aquí. Estamos aquí para escucharla. No para esperar algo de ella, ni para apropiarnos de ella, sino para comprender el acto, la acción que creará una posibilidad de vida responsable.
Estamos aquí, pero estamos vacíos, sin meta real, sin sentido, sin razón de ser. Todo el tiempo estamos bajo una sugestión: lo que esperamos, lo que aguardamos, lo que debemos hacer, lo que todo eso quiere decir. Nuestras funciones son pasivas, están bajo influencia y a merced de todo lo que las toque. Nuestro pensamiento oye palabras que cree conocer y asocia inmediatamente en torno a esas palabras.

Las emociones, al acecho de lo que les gusta o no les gusta, niegan o son curiosas. Y nuestro cuerpo digiere o se abandona en su pesadez. Cuando debemos manifestarnos, expresarnos, reaccionamos a la impresión recibida, siguiendo la manera en que nuestros centros fueron educados. Solo vemos formas ─cosas y personas─ nunca fuerzas. Nunca respondemos a partir de una visión, de una comprensión de la realidad. Lo que es más verdaderamente en nosotros no aparece. Todos los acontecimientos interiores o exteriores parecen ser un sueño porque no nos sentimos verdaderamente alcanzados por ellos.

La energía de nuestra mirada es pasiva. Solo vemos lo que observamos a través de una imagen, de una idea. En consecuencia, no vemos realmente, no estamos en contacto directo con lo que vemos. La atención se mantiene pasiva por la idea. La imagen. No está libre. Reaccionamos a la idea y las cosas se repiten indefinidamente de la misma manera. Nuestro pensamiento reacciona automáticamente, compara y obedece al material acumulado a lo largo del tiempo. ¿Podemos tener un pensamiento más activo que no esté continuamente ocupado en extraer algo de su memoria? Tal pensamiento se mantendría delante del hecho, sensible, sin ningún juicio ni sugestión, sin ningún pensamiento. Se mantendría simplemente por la urgencia de conocer lo verdadero. Ese pensamiento sería como una luz. Podría activamente ver.

La sensación también es pasiva. Tenemos un sentir de nosotros mismos bajo una forma familiar que se repite, una forma que corresponde a nuestra manera habitual de pensar. ¿Podemos tener una sensación más activa, despierta por entero a la energía que recibe? Esa sensación sería un instrumento de conocimiento y, como ese pensamiento, no tendría como meta el poseer.

Cuando experimentemos a la vez ese pensamiento y esa sensación más activos, descubriremos una voluntad nueva, un sentimiento de urgencia por ser así. Solo en el momento en que aparece en nosotros esa intensidad ─de querer ver, de querer conocer lo que es─ es cuando despertamos a lo que somos enteramente. Despertamos para conocer lo verdadero, lo real... no para cambiar. La actitud ha cambiado. Es más consciente.
Podemos ver que si ese querer activo no está, recaeremos en el sueño. El deseo de conocer y de comprender prima sobre todo. No es solo una idea en la cabeza, o una sensación, o emoción particular. Nos pide todo al mismo tiempo. ¿Podemos aprender a escucharlo?

Leer más...

sábado, noviembre 23, 2019

El Esfuerzo Consciente

Para saber lo que nos anima a hacer un esfuerzo necesitamos una atención más consciente. Esa atención no puede ser mecánica, porque debe ser constantemente rectificada para que pueda ser perdurable. Habrá entonces alguien que vigile, y ese vigilante representará un estado de conciencia diferente.
Cuando uno se aparta de la vida para abrirse a sí mismo, en algún momento se siente pertenecer a un orden diferente. Recibe esa impresión y toma conciencia de ella. Ahora esa impresión va a formar parte de su Presencia. Está ahí para ayudarle, o bien relacionarle con un momento de esfuerzo y hacerle entrar en una asociación consciente, o bien la impresión se va a asociar inconscientemente y no le ayudará. Debemos hacerla aparecer conscientemente, asociándola con otra impresión. Entonces, debemos vigilar, con una atención voluntaria, para conservar una impresión consciente de uno mismo el mayor tiempo posible.

Hay momentos accidentales de recuerdo de sí debidos a impresiones conscientes o no conscientes. Esas impresiones demandan en nosotros, no sabemos cómo. Pero se nos escapan y se pierden porque no están relacionadas, no están asociadas intencionalmente. No tenemos ninguna actitud voluntaria acerca de ellas y solo nos pueden conducir a una reacción ciega. Necesitamos adoptar una actitud más consciente respecto a ellas. Al ver que de un momento a otro no somos lo mismo, se siente la necesidad de un punto de referencia, de medir esos estados diferentes en relación con algo que siempre permanece igual en nosotros. Todo nuestro trabajo gira alrededor de ese punto de referencia. Para nosotros representa la comprensión actual de lo que es ser un ser consciente.
Se necesita un sacrificio para conservar el sentimiento de Presencia que reconocemos en el momento del esfuerzo. Debemos aceptar renunciar intencionalmente a la voluntad ordinaria y hacerla servir. Todo depende de nuestra participación activa. En general enfatizamos demasiado la meta de no dejarse llevar, de no perder nuestro estado. Olvidamos hasta qué punto necesitamos ayuda. Confiamos en algo que nunca nos sostendrá y no le pedimos ayuda a lo más refinado que tenemos. Entonces nada nos sostiene y estamos desvalidos.

El sentimiento pasa por fases relacionadas con la atención. Al activarse, la atención adquiere algo más exquisito y es capaz de atrapar lo que pasa en otros niveles donde las vibraciones tienen una longitud de onda diferente. Cuando tenemos el sentimiento de Presencia estamos en relación con fuerzas superiores y al mismo tiempo con fuerzas inferiores. Estamos en el medio. No se puede tener una sensación de sí sin la participación de las fuerzas inferiores que trabajan en nosotros. Atención consciente significa algo que está entre dos mundos.
Lo que es difícil de comprender es que nada es posible sin esfuerzo consciente, y que el esfuerzo consciente está relacionado con la naturaleza superior. Solo la naturaleza inferior no puede llevarnos a la conciencia. Pero cuando despertamos y sentimos que pertenecemos a un mundo superior, esa no es sino solo una parte de nuestro esfuerzo consciente. Solo nos volvemos realmente conscientes cuando estamos abiertos a todas nuestras posibilidades superiores e inferiores. Solo hay valor en el esfuerzo consciente.

Leer más...

miércoles, noviembre 06, 2019

¿Podemos Volvernos Conscientes?

Estar presente es una cuestión de la conciencia, una percepción especial, independiente de la actividad mental. Es una percepción de uno mismo: ¿Quién es uno? ¿Dónde está? ¿Qué conoce? En el momento de ser consciente, solo existe la impresión inmediata de una percepción directa. Esto difiere mucho de lo que solemos llamar la conciencia, en la que hay una especie de reflejo que acompaña fielmente lo que se experimenta y lo representa en la mente. Cuando esa conciencia refleja el hecho de que pensamos o sentimos algo, se trata de una segunda acción que sigue como una sombra a la primera. Sin esa sombra, estamos inconscientes del pensamiento o del sentimiento original que permanece ignorado. . Si, por ejemplo, uno se siente enojado, fuera de sí, solo lo ve cuando el reflejo, como un testigo, se lo susurra. Este susurro sigue tan de cerca el pensamiento o el sentimiento que lo ha precedido, que creemos que son una sola y misma cosa. Pero no es así en realidad.

Volverse consciente es una cuestión de las energías y de su relación. Una energía está siempre controlada por otra más activa, más fina, que nos vivifica más, como un imán. La energía con la que vivimos, nuestros pensamientos, emociones y sensaciones es una energía pasiva, inerte, volcada hacia el exterior, suficiente para satisfacer nuestra vida instintiva. Pero nunca queda suficiente energía interiormente para un acto interior de percepción, de conciencia. Sin embargo, nos queda un cierto poder de atención, al menos en la superficie: el poder de apuntar en una dirección determinada y de mantenerse ahí. Aunque sea frágil, ese germen de la atención es el emerger de la conciencia de su campo subyacente. Debemos aprender a concentrarnos, a desarrollar una capacidad indispensable para preparar el terreno. Es lo primero que uno hace por sí mismo, sin depender de nadie.

El ejercicio de estar presente a uno mismo es el recuerdo de sí. Las funciones, en lugar de estar dirigidas hacia lo exterior, están vueltas hacia lo interior, para una toma de conciencia. Necesitamos darnos cuenta de que no podemos comprender nada si no nos podemos recordar. Recordarnos de nuestras más altas posibilidades significa recordarnos de a qué estamos abiertos cuando nos aquietamos. Recordarnos significa también estar presente de nuestra situación, del lugar donde estamos, las condiciones en las que estamos, la forma en que somos utilizados por la vida, cuán libre somos o no. No hay entonces lugar para el sueño. Tal vez no lograremos un estado satisfactorio, tal vez seremos derrotados en la lucha. No importa. Lo que importa es el momento en que nos esforzamos por estar presente. No siempre podemos reencontrar un estado mejor que traiga algo nuevo. Nos sentimos incapaces y llegamos a la conclusión de que no hay nada en nosotros sobre lo cual podamos apoyarnos. Pero eso no es verdad. Hay algo. Cuando estamos en un estado mejor, podemos ver que hay en nosotros todos los elementos necesarios para lograrlo. Los elementos de ese estado ya están ahí. Esto significa que las posibilidades siempre están aquí, en nosotros.

No obstante, lo que falta es saber lo que queremos. Es eso lo que obstaculiza nuestra voluntad de trabajar. Sin saber lo que queremos, no intentaremos ningún esfuerzo; dormiremos. Sin el interés para transformar algo, para volvernos hacia nuestras más altas posibilidades, no tendremos nada seguro sobre lo cual apoyarnos para trabajar. Debemos regresar una y otra vez a la pregunta: ¿qué es lo que yo quiero? Esa pregunta debe convertirse para nosotros en asunto de vida o muerte. Pero ese deseo de otra calidad no tiene fuerza alguna si proviene de nuestro yo ordinario. Nuestro deseo debe estar relacionado con algo completamente diferente, algo libre de querer obtener resultados. No debemos olvidar para qué queremos obtener un resultado. Esto debe ser para nosotros realmente asunto de vida o muerte: querer vivir de una cierta manera.

Leer más...

viernes, noviembre 01, 2019

La Necesidad de un Nuevo Conocimiento

Dependemos completamente de las influencias exteriores y estamos sometidos a las reacciones automáticas de nuestro funcionamiento. Es la esclavitud total. No hay ningún principio superior, ningún principio consciente en nosotros. El ser humano tiene la posibilidad de despertarse de ese sueño y el medio para ello es la atención.
En el sueño, la atención está apresada. Hay que liberarla y volverla en otra dirección. Es la fuerza activa opuesta a la fuerza pasiva, la lucha del sí y del no. Esta movilización de la atención es el primer cambio hacia la posibilidad del recuerdo.

Sin una atención diferente, uno solo puede ser autómata. Con una atención voluntariamente dirigida, uno va hacia la conciencia. Al dividir su atención, uno puede empezar a observarse. La observación de sí siempre debe estar relacionada con la idea de los centros, de su funcionamiento automático, de su falta de relación. Nuestros tres centros ─la mente, el cuerpo, el sentimiento─ trabajan con energías diferentes y su disposición determina las influencias que nos llegan.
Tal como somos, cada influencia produce el tipo de reacción que le corresponde. Las emociones negativas son una negación en un nivel muy bajo. Si nuestras reacciones están en un nivel bajo, lo que recibimos también está en un nivel bajo. Necesitamos aprender a obedecer a la ley que gobierna las fuerzas superiores y someter conscientemente nuestra voluntad a ellas. El momento de conciencia es un momento de voluntad.

Un nuevo conocimiento es necesario, un saber nuevo que pueda llevamos al conocimiento del hombre, a un cambio del ser, a la evolución. Sin esfuerzo y sin ayuda, la evolución es imposible. Requiere un esfuerzo consciente y una visión. El conocimiento es el conocimiento del Todo. Uno solo puede recibir fragmentos que después debe relacionar. Quizás entonces uno se vuelva capaz de encontrar su lugar justo en una comprensión total.
En el intento por estar presentes, necesitamos primero encontrar momentos cotidianos de retiro y recogimiento. Entonces, debemos llegar a ser capaces de tener momentos de observación de la identificación con la fuerza de la vida y de encontrar el lugar donde la atención puede estar entre los dos.

Leer más...

viernes, septiembre 27, 2019

Observarse a Sí mismo

Para comprendernos a nosotros mismos necesitamos ante todo una mente capaz de observar sin alterar nada. Eso requiere de una plena atención por nuestra parte. Y esa observación aparece cuando hay una necesidad real de conocerse, cuando la mente es capaz de rechazarlo todo y se limita solo a observar.
Nunca nos observamos en la acción. Nunca nos vemos funcionando mecánicamente ni nos damos cuenta de que es así como queremos funcionar. Necesitamos convencernos de las desorientaciones, de las experiencias y del saber que nos impiden observarnos. Esa clase de observación es el principio del conocimiento de uno mismo.
Cuando tratamos de pensar, de sentir cada pensamiento o cada emoción, nos ocurre que nuestra atención divaga por todas partes. Los pensamientos nunca terminan, las emociones no desaparecen y no llegamos a descubrir el sentido profundo de esos pensamientos o de esas emociones. Es necesario que todo el proceso se haga más lento, pero esta desaceleración no puede ser impuesta, sino nos crearía conflictos. Las imposiciones anulan el esfuerzo. No obstante, el hecho mismo de la observación desacelera el proceso.

El movimiento de las emociones se hace más lento cuando la atención se vacía de toda imagen, palabra o experiencia. Un pequeño instante ocurre antes de que aparezca la reacción bajo la forma de pensamiento o emoción, y entonces es cuando podemos verlos aparecer. Verlos de tal manera que conozcamos su realidad. Como nuestro único interés es ver, no detenemos los hechos que se producen y su contenido profundo nos es revelado. Estamos delante de un hecho. Por primera vez comprendemos lo que es un hecho: algo que no puedo cambiar, que no se puede evitar, algo que es. Aquí está lo real. La verdad se vuelve todopoderosa para nosotros. Un estado de atención es un estado en el cual todo saber se ha detenido y solo existe la búsqueda, ¿cómo se puede llegar a conocer algo viviente? Siguiéndolo. Para conocer el Yo, debemos seguirlo.

Observarse a sí mismo es necesario, pero esta práctica muchas veces ha sido mal comprendida. Normalmente, cuando observamos, hay un centro desde donde se realiza la observación y la mente proyecta la idea de observar. Pero la idea no es la observación; ver no es una idea, el acto de ver es una experiencia. No es fijar la mente sobre un objeto. El objeto es uno mismo vivo, un ser que necesita ser reconocido para vivir. No es un punto fijo que mira a otro. Es un acto total, una experiencia que solo se puede realizar cuando no hay separación entre lo que ve y lo que es visto. No hay un centro desde donde se hace la observación. Hay un sentimiento de un tipo especial, un deseo de conocer, un afecto que envuelve todo lo que se ve y no deja de interesarse por nada. Necesitamos ver. Cuando comenzamos a ver, se comienza a amar lo que vemos. Estamos en contacto con lo que vemos, intensamente, completamente. Ese conocimiento es el resultado de esta nueva condición. Despertamos a lo que somos y tocamos la fuente del verdadero amor, una cualidad del ser.

La verdad de lo que somos solo puede ser vista por una inteligencia en nosotros, una energía impecable que ve. Debe haber una relación muy precisa entre el pensamiento habitual y esa visión; una debe someterse a la otra; de otra manera, uno es tomado por el material del pensamiento. No puede haber ninguna contradicción, por pequeña que sea, en uno mismo; de lo contrario, no puedo ver. Una contradicción quiere decir, por un lado, la necesidad de conocer lo que uno es, y por otro, una mente que funciona sola, para ella misma; una emoción que trabaja sola, para ella misma; y tensiones que separan de una sensación. ¿Vamos a tratar de cambiar nuestro estado porque ayer tuvimos uno mejor?; o bien, en esta oscuridad y porque se siente, la necesidad de claridad, de visión, ¿se hace sentir? Si sentimos la necesidad de ver, un sentimiento que es completamente diferente, poco a poco las tensiones disminuyen por sí solas. Es abrirse a esa energía sin buscar alcanzar resultados. Debe haber una fuerza que el cuerpo perciba; de lo contrario, él no se abrirá. La energía se libera y aparece una realidad interior. Ya no hay contradicción. Ahora se ve... solo vemos.

Observarse sin conflicto es como seguir un torrente. Con una mirada que se anticipa al agua que se precipita, ver el movimiento de cada pequeña ola. Uno no tiene tiempo de formular, de nombrar, de juzgar. Ya no hay pensamiento. El cerebro se vuelve muy tranquilo, muy sensible, muy vivo, pero tranquilo. Puede ver sin distorsión. La observación silenciosa hace nacer la comprensión, pero esa verdad debe ser vista. El orden nace de la comprensión de lo que es el desorden.
Esa posibilidad de ser a la vez el caos y la presencia al caos es el conocimiento de otro orden de cosas.

Leer más...

lunes, julio 15, 2019

Razón, Emoción y Opinión

Los seres humanos actuamos en función de dos procesos mentales mutuamente superpuestos: el razonamiento lógico, organizado desde la corteza cerebral prefrontal, y los sentimientos que ese razonamiento origina, organizados desde la amígdala y otras estructuras del interior del cerebro. Ambas regiones cerebrales están interconectadas haciendo que nuestros razonamientos movilicen y cambien nuestros sentimientos y que éstos, a su vez, también influyan en nuestro modo de razonar y ver las cosas. Ninguna persona con un cerebro sano puede detener voluntariamente alguno de estos dos procesos y funcionar sólo con el otro. Es decir, no hay personas puramente racionales ni personas puramente emocionales. Somos seres racionales y emocionales a la vez.
Ese modo de funcionar del cerebro y la mente humana se pone especialmente de manifiesto cuando expresamos públicamente opiniones sobre cuestiones de cierta relevancia, pues con frecuencia nos volvemos esclavos de esas opiniones tratando de mantenerlas a toda costa incluso cuando sabemos que no están suficientemente justificadas.

El tratar de sostener opiniones depende mucho del carácter, los intereses y las experiencias previas de cada persona. Pero hay veces en que ni siquiera es necesario un interés especial en retener una opinión para que la tenacidad sea suprema en el aferrarse a ella, incluso cuando es difícilmente sostenible. ¿Por qué nos comportamos de ese modo? ¿Por qué nos cuesta tanto rectificar cuando nos equivocamos?
La explicación está en dicha interacción entre procesos racionales y emocionales de la mente humana. Sentir que los demás nos devalúan y que perdemos prestigio ante ellos al equivocarnos o ser contradichos puede llegar a ser muy doloroso. Algunos experimentos científicos han mostrado que la exclusión social activa ciertas regiones cerebrales que son las mismas que se activan cuando nos hacemos daño y sentimos dolor físico. Según la relevancia y contexto del asunto, la persona cuya opinión es cuestionada por argumentos consistentes puede pasarlo muy mal.

La reacción consiste entonces en forzarnos para tratar de encontrar fallas en los fundamentos de quien nos critica o contradice, o para hallar nuevos argumentos que revaloricen y avalen la propia opinión reduciendo el malestar que padecemos. Pocas conductas son más persistentes que las que buscan aliviar un malestar tan duro como el que resulta del daño al amor propio, y por eso no descansamos cuando eso ocurre tratando de recuperar como sea la autoestima perdida.
Pero la situación es diferente cuando en la intransigencia hay comprometidos intereses importantes, sean éstos económicos, políticos, morales o de intimidad personal. En estos casos, la autoestima y el prestigio personal y pueden caerse del pedestal, pues la anticipación de la nueva emoción negativa subyacente a las posibles consecuencias de no cambiar de opinión puede acabar imponiéndose y determinando el comportamiento de las personas.

La pelea dialéctica más que enfrentar razonamientos lo que generalmente enfrenta son las diferentes emociones que los propios razonamientos suscitan. Las emociones casi siempre acaban determinando nuestra conducta, aunque no nos demos cuenta. Pero, como dejó escrito el filósofo y sabio Marco Aurelio, activando la razón siempre podemos ver las cosas de otra manera y crear de ese modo nuevos e interesados sentimientos que al sintonizar con ella nos devuelvan la autoestima y el bienestar. No es que nos engañemos a nosotros mismos, es que esa es la naturaleza humana y a ella, irremediablemente, respondemos.

Fuente: Ignacio Morgado Bernal - catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencia y la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Autor de Emociones corrosivas: Cómo afrontar la envidia, la codicia, la culpabilidad y la vergüenza, el odio y la vanidad. Barcelona: Ariel, 2017.

Leer más...

miércoles, febrero 20, 2019

Vida Interior y Vida Exterior

Numerosos indicios nos hacen sentir que hay en nosotros dos naturalezas: una personal o individual, relativamente accesible a nuestros modos habituales de percepción; a la vez orgánica y psíquica (o animal y anímica); la otra, mucho más difícil de percibir, es experimentada como nuestra participación en algo más vasto que el individuo mismo, de manera que la denominamos espiritual, y aun universal; de hecho no sabemos bien cómo hablar de ella. La atención que el ser humano le presta es muy variable según cada quien y según los momentos de la vida; casi todos, sin embargo, deben reconocer que al menos en ciertos momentos han sentido dentro de sí mismos, al lado de su tendencia egocéntrica y personal, esa necesidad de infinito o "absoluto".

A partir del momento en el que una persona se vuelve de este modo hacia sí mismo, se interroga y se esfuerza por comprender tanto lo que es como lo que podría ser, va descubriendo que puede orientarse de dos maneras y tener, por así decirlo, dos tipos de "actividades", dos tipos de vida de sentido diferente. Una, enteramente orientada hacia lo externo, centrada, ante todo, en la eficiencia, la utilidad, el rendimiento del "individuo", en el marco de la sociedad a la que pertenece. La otra manera de orientarse, el otro tipo de "actividad", concierne a la vida interior: centrada, ante todo, en la "realización" de las posibilidades contenidas potencialmente en el individuo, el desarrollo de las facultades y cualidades propias que caracterizan su naturaleza humana. Esta manera de vivir, para quienes se consagran a ella, exige aún más tiempo y más cuidados, mayor formación, investigación, y estudios metódicos que los requeridos por la vida exterior.

Estas dos formas de vida pueden parecer a primera vista contradictorias, y lo son, en cierto modo. Es muy evidente, sin embargo, que cada una corresponde a una de las naturalezas del hombre y que un hombre completo debe vivir a la vez una y otra.
Estas dos naturalezas señalan la pertenencia del ser humano a dos grandes corrientes de igual importancia que atraviesan el universo existente y aseguran su equilibrio. Una es la corriente de creación que, originada en el nivel primario, fluye hacia las diversas formas de la manifestación y, desde este punto de vista, es una corriente involutiva; la otra es la que puede llamarse corriente de "espiritualización", pues, originada en las formas manifestadas, retorna al nivel primario, y es así una corriente de evolución. Por su doble naturaleza, y los dos aspectos de su vida, el ser humano pertenece a una y a otra siendo uno de los niveles de intercambio, un mediador entre estas dos corrientes. Quizá sea esta mediación la que marque su realización efectiva al mismo tiempo que le da su tercer aspecto.

En lo que a nosotros concierne de inmediato, en la vida exterior, conocemos —o creemos conocer— una de estas dos naturalezas, por la cual vivimos cotidianamente: nuestra naturaleza ordinaria. La vida la solicita sin cesar y sin cesar ella responde a la vida.
La otra naturaleza queda cada vez más olvidada tras ella, primero en forma de vida latente y adormecida, luego sumergida, ahogada en el inconsciente, y finalmente perdida. Mientras no está muy enterrada todavía, surge abruptamente, de vez en cuando, en momentos de lucidez, en los que de repente se nos impone (generalmente en los momentos difíciles) sin que sepamos de dónde nos viene. Esos momentos tienen un sabor tal que ya no nos dejan del todo tranquilos; por ellos guardamos el regusto de nuestra insuficiencia y la más o menos mala conciencia de haber sentido que no éramos lo que deberíamos ser. Pero no necesitamos en absoluto de tales momentos para vivir y si deseamos estar de nuevo tranquilos, no tenemos más que olvidarlos: lo que nos permitimos con la mayor facilidad, puesto que a nuestro alrededor, en la vida corriente, todo está hecho para ayudarnos a este olvido. Sin embargo, si un día una persona quiere ser ella misma plenamente, el restablecimiento del equilibrio perdido entre sus dos naturalezas y sus dos formas de vida es en verdad el primer trabajo necesario.

Una evolución interior y el trabajo que requiere sólo pueden ser llevados a cabo si están auténticamente motivados por la toma de conciencia de nuestras insuficiencias y nuestras fallas. Nunca nada es gratuito: la aceptación de este malestar inevitable es el primer tributo que la persona debe pagar para emprender la búsqueda de sí misma.
Quizá, en semejante búsqueda, uno corre el riesgo de oscilar entre la beatitud imbécil (que sería la ignorancia deliberada de dicho malestar) y un cierto masoquismo (que sería el darle un lugar excesivo a este malestar; ¿no lo han llamado algunos angustia metafísica?). La única actitud justa –ciertamente difícil─ es el reconocimiento exacto, con la esperanza de resolverlos, de nuestro malestar y nuestro conflicto interior tales como son.

Leer más...

martes, diciembre 25, 2018

Proyectos de Inmortalidad

La negación de la muerte aborda dos puntos esenciales:
1. Los humanos son únicos en cuanto a que son los únicos animales que pueden conceptualizarse y pensar abstractamente sobre sí mismos. Los perros no se sientan a pensar acerca de su carrera. Los gatos no piensan en sus errores pasados o se preguntan qué hubiera sucedido si hubieran actuado diferente. Los monos no discuten sobre sus posibilidades futuras, del mismo modo que los peces no van por ahí preguntándose si les parecerían más atractivos a otros peces si tuvieran una aleta más larga.

Como humanos, estamos bendecidos con la habilidad de imaginarnos en situaciones hipotéticas, podemos contemplar el pasado y el presente e imaginar otras realidades o situaciones donde las cosas podrían ser diferentes. Justo por esta habilidad mental única todos, en algún momento, nos volvemos conscientes de la inevitabilidad de nuestra propia muerte. Al ser capaces de conceptualizar versiones alternativas de la realidad, somos también los únicos animales que se imaginan una realidad sin nosotros.
Esta toma de consciencia causa lo que podríamos llamar “el terror de la muerte”, una ansiedad existencial profunda que subyace en todo lo que pensamos o hacemos.

2. El segundo punto tiene que ver con la premisa de que, en esencia, poseemos dos "yo". El primero es el yo físico, aquel que come, duerme, respira, llora... El segundo es el yo conceptual, nuestra identidad o cómo nos percibimos.
Todos somos conscientes, en cierto nivel, que nuestro yo físico eventualmente morirá, que esa muerte es inevitable y esa inevitabilidad —en cierto nivel inconsciente— nos aterroriza. Por ello, y para compensar nuestro miedo de la pérdida inevitable de nuestro yo físico, tratamos de construir un yo conceptual que viva eternamente. Ésta es la razón por la cual la gente se esfuerza tanto por poner sus nombres en los edificios, en estatuas, en las tapas de libros. Por eso nos sentimos impelidos a pasar tanto tiempo entregándonos a los demás, especialmente a los niños, con la esperanza de que nuestra influencia —que nuestro yo conceptual— vivirá más allá de nuestro yo físico; que seremos recordados, venerados e idealizados mucho después de que nuestro yo físico haya dejado de existir.

A estos esfuerzos los vamos a denominar “proyectos de inmortalidad”, porque permiten a nuestro yo conceptual vivir más allá del momento de nuestra muerte física. La civilización humana es básicamente el resultado de proyectos de inmortalidad: las ciudades, los gobiernos, las estructuras y las autoridades actuales fueron los proyectos de inmortalidad de hombres y mujeres que vivieron antes que nosotros. Son los remanentes de los yo conceptuales que no murieron. Nombres como Jesús, Mahoma, Napoleón y Shakespeare son tan poderosos hoy como cuando estuvieron vivos, si no es que más. Y ésa es la meta. Ya sea a través de dominar una forma de arte, conquistar una nueva tierra, acumular increíbles riquezas o simplemente tener una familia grande y cariñosa que seguirá por generaciones, todo el significado en nuestras vidas está moldeado por este deseo innato de nunca morir realmente. La religión, la política, los deportes, el arte y la innovación tecnológica son el resultado de los proyectos de inmortalidad de la gente. Las guerras, las revoluciones y los asesinatos masivos ocurren cuando los proyectos de inmortalidad de un grupo se friccionan contra los de otro grupo. Siglos de opresión y el derramamiento de sangre de millones se han justificado como la defensa de un proyecto de inmortalidad de un grupo contra el de otro.



Pero, cuando nuestros proyectos de inmortalidad fallan, se pierde el significado; cuando la pretensión de que nuestro yo conceptual viva más allá de nuestro yo físico no se percibe como posible o probable, el terror a morir —esa horrible y deprimente ansiedad— vuelve a contaminar nuestra mente. Un trauma puede causar esto, tanto como la vergüenza y el ridículo social. También puede ser causada por la enfermedad mental.
Nuestros proyectos de inmortalidad son nuestros valores. Son los barómetros de significado y valor en nuestra vida. Cuando nuestros valores fallan, también lo hacemos nosotros. En esencia, el miedo nos mueve a todos cuando le damos demasiada importancia a algo, porque otorgarle importancia a algo es lo único que nos distrae de nuestra realidad y de la inevitabilidad de nuestra propia muerte. El hecho de no darle importancia a las cosas es alcanzar un estado casi espiritual de aceptación de la impermanencia de la propia existencia. En este estado, uno es mucho menos proclive a quedarse atrapado en las diferentes formas de sentirse con derecho a todo.

No obstante, los proyectos de inmortalidad de la gente son el problema, no la solución; porque más que intentar implementar, a menudo a través de la fuerza letal, su yo conceptual alrededor del mundo, la gente debería cuestionar ese yo conceptual y sentirse más cómoda con la realidad de su propia muerte. Este es el “antídoto amargo” y hay que luchar mucho por aceptarlo conforme uno se enfrenta cara a cara con su propio final. Como quiera que sea, la muerte es inevitable.

Entonces, no deberíamos evitar esta comprensión sino intentar aceptarla lo mejor que podamos. Sólo cuando nos sentimos cómodos con el hecho de nuestra propia muerte —con ese terror, con esa angustia subyacente que motiva todas las ambiciones frívolas de la vida— entonces podremos elegir nuestros valores con más libertad, sin las ataduras de esta búsqueda ilógica de inmortalidad; sólo entonces podremos liberarnos de perspectivas dogmáticas peligrosas.

Leer más...

martes, noviembre 20, 2018

La Naturaleza del Aire que Respiramos

En el aire que respiramos, hay una parte que evoluciona y otra que involuciona. Sólo la parte que involuciona puede vivificar la esencia, el verdadero Ser. Ahora, esta parte involutiva sólo sirve a fines cósmicos generales. Esta parte beneficiosa del aire viene de la Fuente Original, y tú no serás capaz de asimilarla mientras no exista en ti un deseo consciente.
Para ser capaz de asimilarla, tienes que tratar de darte cuenta de tu propia razón de ser, así como la de aquellos que te rodean... Tú eres mortal y un día morirás. Aquello donde se centra tu atención, tu vecino, un familiar, ellos morirán también. No son nada, tanto ellos como tú: nulidad.
Hoy día, todo su sufrimiento es “sufrir en vano”, solo son emociones sin sentido, cólera, celos, resentimiento hacia otros...

Si se convierte para ti en un punto de referencia, el darte cuenta de la inevitabilidad de la muerte de ellos y de tu propia muerte, entonces aparecerá en ti un sentimiento de comprensión hacia los demás y podrás ser justo con ellos. Las manifestaciones que te disgustan tanto en los otros, aparecieron porque te sentiste herido profundamente por alguien , o porque tus propios sentimientos son muy sensibles.
Ahora, tú no llegas a ver esto. Pero, trata de ponerte -tu mismo- en la piel del otro; su vida tiene exactamente la misma importancia que la tuya, él sufre como tú, y como tú, él va a morir también. Si tratas siempre de sentir esto cada vez que tu atención se centra en alguien, y hasta que se convierta en un hábito; sólo entonces serás capaz de asimilar esa parte beneficiosa del aire que respiras y empezar a vislumbrar tu verdadero Ser. Todo ser humano tiene deseos y amores que le son costosos y que perderá al morir.

Leer más...

jueves, noviembre 15, 2018

La Esencia de la Atención

El “alma” necesita ser alimentada como el cuerpo necesita ser alimentado, la única diferencia es que el alma se alimenta de materias más finas, más sutiles. Tomamos y refinamos estas materias a través de la “atención dividida”, vigilándonos cuando percibimos el mundo a través de nuestros sentidos (mirando conscientemente a través de nuestros ojos). La energía de la atención divide la materia percibida. La “atención dividida”, es el intento por iniciar la actividad del alma.

El “alma” es nuestra herencia - nacemos funcionando adecuadamente con ella, pero la perdemos, nos olvidamos de ella, nos dormimos... Algo ha salido mal. Nuestra “atención”, que es la misma materia del alma, se aparta del alma por nuestras identificaciones. Si nos identificamos con materias externas o internas, sufrimos un desequilibrio y la pérdida de la “esencia de la atención”, que es la actividad de alma.

El objeto de nuestra atención no es tan importante como si estamos o no conscientes de nosotros mismos observándolo. Por ejemplo, podemos haber dividido la atención en funciones completamente internas, como observar nuestros centros emocionales e instintivos simultáneamente. Similarmente, podemos dividir nuestra atención entre lo externo, mientras mantenemos simultáneamente conocimiento de nuestro oído y vista. Y, en los momentos más altos de conciencia, podemos ser conscientes de todo esto y más.
Incluso mantener la conciencia de nosotros mismos escuchando música, requiere la atención dividida, sino perdemos la atención de nosotros mismos a menos que sea supervisado continuamente. Esto requiere un acto de “Voluntad”, y la “voluntad” pertenece al alma.

El “alma” y el “centro emocional” presentan símbolos, o formas que representan algo más. El mundo del espíritu puede verse simbólicamente por el alma a través de las formas del mundo. Esto es cuando el mundo deviene con significado vivo, cada cosa representa algo más profundo, su causa “final” en el sentido Aristotélico.

Leer más...

miércoles, noviembre 07, 2018

La Desintegración de la Falsa Personalidad

La falsa personalidad, siendo la consecuencia de la instalación foránea y puesto que es imaginaria, no existe realmente, aunque imaginamos que existe. Existe en sus manifestaciones, pero no como parte real de nosotros mismos. Es una combinación de "aspectos" que no tienen base real, pero actúan y producen ciertos efectos. Es mejor no tratar de definirla, porque se perderá el camino en palabras, y debemos tratar con hechos. Las emociones negativas existen; sin embargo, al mismo tiempo no existen, puesto que para ellas no hay un centro real. Lo mismo ocurre con la falsa personalidad. Es una de las desgracias de nuestro estado que estamos llenos de cosas inexistentes.


Se debe entender que no se puede empezar siquiera a trabajar en el nivel en que estamos; primero hay que cambiar ciertas cosas. Se puede descubrir qué se ha de cambiar solo como resultado de sus observaciones. A veces, esto se vuelve clarísimo, y sólo entonces empieza la lucha, porque la falsa personalidad empieza a defenderse.

Se debe entender que no conocemos a la falsa personalidad, y a fin de conocerla debemos observar. Todo lo que realizamos se cumple a expensas de la falsa personalidad y todo el trabajo que podemos hacer sobre nosotros mismos significa disminuir el poder de la falsa personalidad. Si empezamos a tratar de trabajar, dejando a la falsa personalidad al margen, a nada llegará cualquier esfuerzo.

La falsa personalidad es una combinación de todas las mentiras, apariencias y "aspectos" que nunca pueden ser útiles en ningún sentido en la vida, tal como las emociones negativas. Empero, la falsa personalidad dice siempre "yo" y se atribuye siempre muchas capacidades, como la voluntad, la conciencia de sí, etc., y si no se la controla, permanece como un obstáculo para todo el desarrollo del verdadero ser.

De modo que uno de los primeros y más importantes factores, al tratar de cambiar, es la división de uno mismo en "yo" y cualquiera que sea su nombre. Si no se efectúa esta división, si uno la olvida y continúa pensando en uno mismo del modo habitual, o si uno se divide de modo equivocado, el desarrollo del ser se detiene. El trabajo sobre uno mismo sólo puede progresar sobre la base de esta división, pero ésta debe ser la división correcta. A menudo, ocurre que hay personas que efectúan una división equivocada. A lo que les gusta de sí mismas lo llaman "yo", y a lo que les disgusta, o a lo que en su opinión es débil o malo, lo llaman falsa personalidad. Esta es una división absolutamente equivocada porque no cambia nada y uno sigue igual. Esta división equivocada es simplemente mentirse, que es lo peor que se puede hacer, porque en el momento en que uno se encuentra con la mínima dificultad, se verá así mismo enredado en una discusión interior y un entendimiento erróneo. Si uno usa una división equivocada, ésta no será confiable y fracasará en un momento de necesidad.

Para efectuar una desintegración correcta de la falsa personalidad, uno deberá entender qué es la mentira y qué es uno mismo. Por ejemplo, si uno dice que su objetivo es estar libre, primero de todo es necesario entender que uno no es libre. Si se entiende hasta qué punto no se es libre y si se formula el deseo de ser libre, entonces se verá en qué parte de uno mismo se quiere ser libre y qué parte no quiere. Esto sería un comienzo.

Leer más...

miércoles, octubre 31, 2018

Cómo Empezar a Distinguir la Realidad

No se puede. Pero se puede distinguir lo que es irreal, precisamente del mismo modo que distingue la verdad de la mentira. No hay necesidad de filosofía; hay que considerarlo simplemente.

Debemos empezar primero aplicando la discriminación a las cosas simples. La imaginación desempeña un papel importantísimo en nuestra vida, porque creemos en ella. Lo real puede crecer sólo a expensas de lo imaginario. Pero en la vida ordinaria, lo irreal crece a expensas de lo real.

Cuando entendemos qué es el verdadero ser, el cual es permanente, es cuando uno está consciente de sí mismo y se tiene control total sobre él, este es el trabajo. En la actualidad vivimos a través de una instalación foránea que se manifiesta a través de lo que se ha dado en llamar la falsa personalidad.

Sólo partiendo de un verdadero interés por trabajar en uno mismo, porque el "ser" real no puede crecer a partir de nada más. Al principio, usted se estudia, se observa, etc.; luego, después de algún tiempo, el "ser" aparecerá por un instante de tanto en tanto, pero no se podrá retenerlo y desaparecerá otra vez. Esto seguirá durante algún tiempo, y luego, en cierto momento, aparecerá y se quedará bastante tiempo para que se le reconozca y se le recuerde.

Este es el modo de todas las cosas nuevas: al principio llegan por momentos muy cortos, luego se quedan más tiempo. Es el modo natural del crecimiento, no puede ser de otra manera. También tenemos en nosotros demasiados impulsos de hábitos mecánicos de pensar y demasiadas otras cosas equivocadas. Aparece el "ser" real y es inmediatamente aplastado. Cuando se entiende más respecto de la falsa personalidad, se comprenderá que estamos rodeados por ella. No se puede ver nada sin los ojos de la falsa personalidad, no se puede oír sin los oídos de la falsa personalidad, ni hablar sin la voz de la falsa personalidad. Todo va a través de la falsa personalidad, y el primer paso es conocerla, porque entonces se sabrá cuánto de la vida ella ocupa.

Leer más...

lunes, agosto 27, 2018

Falsa Personalidad y Recuerdo de Si

El descubrimiento de la falsa personalidad empieza con la división de lo que creemos ser, no diciendo “yo” a todo. La palabra “yo” solo se puede usar en relación con la parte consciente de uno mismo: el deseo de trabajar, el deseo de entender, el darse cuenta de no entender, el darse cuenta del comportamiento compulsivo; a eso puede llamarse "yo". El "yo" empieza a crecer sólo en conexión con el acecho sobre las debilidades de uno mismo; de otro modo no puede haber cambio. El verdadero ser no sobreviene de repente. Todos los aspectos ilusorios de la personalidad desaparecen poco a poco, y el ser real crece gradualmente cada vez más vigoroso, principalmente a través del recuerdo de sí.
El verdadero ser debe crecer, pero no puede crecer cuando está todo cubierto con emociones negativas, identificación y otras cosas por el estilo. De modo que hay que empezar preparando el terreno para ello.

Es necesario entender qué es el recuerdo de sí, por qué es mejor recordarse, qué efecto producirá, etc. Además, al tratar de recordarse, es necesario conocer la idea de la división de los diferentes "aspectos de la personalidad", de modo que si uno se considera como uno solo —como una unidad— desde el principio), entonces el recuerdo de sí dará malos resultados e incluso puede tornar imposible el desarrollo.

La falsa personalidad destruye o deforma la memoria. Recordarse es una cosa que debe basarse en la función correcta. Al mismo tiempo que trabajar sobre eso, se debe trabajar sobre el debilitamiento de la falsa personalidad.

Uno no puede limitarse a hacer una cosa y no hacer otra. Todas son necesarias para crear la combinación correcta, pero primero se debe llegar el entendimiento de la lucha contra la falsa personalidad. Supongamos que uno trata de recordarse y no desea realizar esfuerzos contra la falsa personalidad. Entonces, todos sus rasgos entrarán en juego, y si uno trata de trabajar de este modo equivocado, puede hacer que uno esté más fuerte que antes, pero, en tal caso, cuanto más fuerte se vuelve uno, menor es la posibilidad de desarrollo. Limitarse antes del desarrollo: ese es el peligro.

Sólo una pequeña parte de nosotros quiere recordarse, y los otros aspectos de la personalidad, o "yoes", no lo quieren para nada. Es necesario hallarlas y ponerlas al descubierto, ver cuáles son útiles para este trabajo, cuáles son indiferentes y cuáles están tan dormidas que no saben nada sobre eso. El objetivo es tener control sobre los propios aspectos de la personalidad, para poder educar una u otra, para ordenarlas de cierto modo. El “ser” que tiene el control no será uno de estos que se tiene ahora. Esta idea de la formación del "ser" real es importantísima; no puede formarse accidentalmente. En la mayoría de los casos nos contentamos con una idea filosófica del "ser"; creemos que lo tenemos y no nos damos cuenta de que en realidad pasamos de un rasgo de la personalidad a otro.

Leer más...

martes, agosto 07, 2018

Los Estados de Conciencia

En términos generales, el hombre tiene posibilidad de cuatro estados de conciencia, que son: el sueño, el estado de vigilia, la conciencia de sí, y la conciencia objetiva.
Pero, aunque tiene la posibilidad de estos cuatro estados de conciencia, de hecho el hombre, no vive sino solamente en dos: una parte de su vida la pasa en el sueño y la otra en lo que se ha dado en llamar "estado de vigilia", aunque en realidad su estado de vigilia difiere muy poco del sueño. En la vida ordinaria, el hombre no sabe nada de la "conciencia objetiva" y no es posible ningún experimento en esta dirección.

El hombre se atribuye el tercer estado, o "conciencia de sí"; esto es, cree tenerlo, aunque en realidad sólo puede ser consciente de sí por muy raros destellos y aún entonces es probable que no lo reconozca, porque no sabe lo que ello implicaría si en realidad lo poseyera.
Estos “vislumbres de conciencia” vienen en momentos excepcionales, en estados altamente emocionales, en momentos de peligro, en circunstancias y situaciones muy nuevas e inesperadas; o algunas veces en momentos completamente ordinarios cuando no ocurre nada en particular. Pero en su estado ordinario o "normal", el hombre carece de todo control sobre ellos.

En cuanto a nuestra memoria ordinaria, o a momentos de memoria, en realidad sólo recordamos momentos de conciencia, aun cuando no nos demos cuenta de que esto sea así.
Observen su memoria. Notarán que recuerdan las cosas de manera diferente. Algunas cosas las recuerdan muy vívidamente, algunas muy vagamente, y otras no las recuerdan en absoluto. Solamente saben que sucedieron...

Se sorprenderán mucho cuando se den cuenta de qué poco es lo que recuerdan en realidad. Y esto sucede así, porque ustedes recuerdan sólo los momentos en que estuvieron conscientes. De manera que, con referencia al tercer estado de conciencia, podemos decir que el hombre tiene momentos ocasionales de conciencia de sí, que dejan recuerdos vívidos de las circunstancias en que se produjeron, pero no tiene dominio sobre ellos. Vienen y se van por sí mismos, estando controlados por circunstancias exteriores y asociaciones ocasionales o recuerdos de emociones.

Surge la pregunta: ¿Es posible adquirir el control sobre estos momentos fugaces de conciencia, el evocarlos más a menudo, y el mantenerlos por más tiempo, o aun el hacerlos permanentes? En otras palabras, ¿es posible llegar a ser conscientes?
Este es el punto más importante, y desde el mismo comienzo de nuestro estudio debemos comprender que este punto, hasta en teoría, ha sido totalmente olvidado por todas las escuelas modernas de psicología sin excepción.

Con los métodos adecuados y los esfuerzos apropiados el hombre puede adquirir el “control de la conciencia”, y puede llegar a ser “consciente de sí mismo”, con todo lo que esto implica. Y lo que esto implica, en nuestro estado actual, no nos lo podemos ni siquiera imaginar.
Sólo después de que se haya comprendido este punto, puede llegar a ser posible un estudio serio de la psicología.

Este estudio debe comenzar con la investigación de los obstáculos a la conciencia en nosotros mismos, porque la conciencia sólo puede comenzar a crecer cuando por lo menos algunos de los obstáculos son extirpados. El mayor de ellos es nuestra ignorancia de nosotros mismos, y nuestra equivocada convicción de que nos conocemos a nosotros mismos, al menos hasta cierto punto y de que podemos estar seguros de nosotros mismos, cuando en realidad no nos conocemos en lo absoluto ni podemos estar seguros de nosotros mismos ni siquiera en las cosas más pequeñas.

P.D. Ouspensky

Leer más...

domingo, febrero 25, 2018

Identificarse con la Parte que Nos Corresponde

"Todo lo que se hace conscientemente nos pertenece; lo que se hace mecánicamente se pierde..."


La vida se puede vivir conscientemente o mecánicamente. Hacer una cosa conscientemente significa que uno no se identifica: hacer la misma cosa mecánicamente significa que uno está identificado. Para comprenderlo tomemos el ejemplo que todos estamos aquí, en este mundo, con un papel que cada uno debe desempeñar. Imaginemos un actor, que en la escena esta ataviado de rey, de repente cree ser en realidad un rey, y sale a la calle con sus vestiduras y corona de rey. Lo que le ha ocurrido a la humanidad es algo parecido. Una vez despierta, cayó en el sueño. Y mientras la humanidad permanezca dormida nada se puede hacer para mejorar las cosas en la Tierra. El ser humano debe despertar de su sueño. Pero aunque la humanidad en su totalidad permanezca dormida y no pueda despertar, se puede intentar despertar individualmente del sueño y tener éxito. Tomar la propia vida conscientemente es una manera de empezar a despertar. Por ejemplo, si uno no cede a sus emociones negativas en un momento dado, por un lado se producirá una perdida y por el otro un beneficio. El aspecto inconsciente perderá fuerza y se producirá un beneficio en el lado consciente. Esta lucha siempre prosigue en una persona que entiende prácticamente el trabajo de despertar. Cuando no cede a sus reacciones mecánicas contra la vida y la gente, se produce un aumento de fuerza en el lado consciente.

Despertar es para aquellos que están vivos, y la vida les procura el material sobre el cual han de trabajar.
La vida es un cambiante calidoscopio de aconteceres, en continua transformación. Lo difícil es que la gente toma la vida y sus reacciones a la vida como si fuesen la misma cosa. Les cuesta entender que el mismo incidente en la vida exterior, tal como una tormenta, no es la misma cosa que su reacción inconsciente a ella, y no afecta a todos de la misma manera. Un evento en la vida suele producir diferentes reacciones en diferentes personas.
Pues bien, se debe trabajar sobre esas reacciones automáticas en uno mismo, practicando el no identificarse. Así se verá que no es exactamente el identificarse con la vida externa y su continua procesión de diferentes perturbaciones y complejidades sobre lo que uno debe trabajar, sino sobre la forma de tomar esos aconteceres y perturbaciones. Es decir, sobre la forma de reaccionar inconscientemente contra ellos.
Todo lo que nos sucede es nuestra parte y debemos hacerlo conscientemente, ocuparnos de ello conscientemente, y tomar lo que sobreviene como un trabajo, no identificándonos, recordándonos a nosotros mismos.

Algunas personas creen que la vida debe ser maravillosa. Pero la vida no puede ser así, porque siempre hay una Segunda Fuerza, una fuerza que se opone a lo que se desea. Las personas mal entrenadas por la vida creen tener derecho a la felicidad sin comprender que es preciso ganarla por un arduo trabajo sobre sí mismos. La gente así suele estar aun mas dormida de lo que están otros.

Leer más...