CENTRO FÉNIX DE NATUROPATÍA
México - Tel. 2291 185 281
España - Tels. 680 53 75 56 - 965 78 63 38


Hola ! ! !

Más allá de las limitaciones impuestas por la percepción,
existe la certeza de ser lo que nunca perdimos.
El conocimiento de la conciencia de ser
es la única Libertad que tenemos.
Adelante, están invitados.

Bienvenid@s !!!

CIENCIAS ETERNAS


Algunas de las Imágenes que aparecen en este Blog, han sido sacadas de Internet.
Si alguien tiene derechos y quiere que no salgan en este espacio,
nos lo hacen saber y serán retiradas inmediatamente.




Mostrando entradas con la etiqueta Espiral. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Espiral. Mostrar todas las entradas

domingo, enero 08, 2023

Las Creencias

La creencia es una “convicción”, algo de lo que estamos convencidos, algo en lo que creemos o tenemos fe.
Una creencia se compone de sentimientos e imágenes que generamos y de las cosas “que nos decimos” a nosotros mismos.

La fe es más bien un estado, una representación interna que dirige el comportamiento. Puede ser una fe que nos impulse hacia adelante, capacitadora, como la creencia en una posibilidad (la convicción de que vamos a triunfar en una cosa o conseguir otra), o una fe limitadora, que nos incapacita (la creencia de que no podemos, de que nuestras limitaciones evidentes son incorregibles y no las podemos superar).
Al creer que se puede lograr el éxito (con respecto a alguna meta fijada), se ha allanado mucho el camino, y se estará bastante más cerca de lograrlo.
Si por el contrario, al creer que no se puede lograr algo, es una indicación que llevará a la persona al fracaso.

Hemos de recordar que siempre tenemos razón tanto si pensamos que puede como si pensamos que no se puede. Ambas convicciones son poderosas. La clave es saber qué clase de creencias conviene tener, y cómo desarrollarlas.

La excelencia personal, comienza cuando nos damos cuenta que podemos elegir de manera consciente nuestras creencias; por lo tanto hemos de identificar aquellas que nos motiven, nos capaciten, nos acerquen a la excelencia.
Las creencias provienen de muchas fuentes: la educación, el ambiente en el que creció la persona, los modelos que sirvieron de guía a la persona, como los padres, hermanos, familiares, amigos, experiencias, etc.

Una técnica de PNL para cambiar Creencias Limitadoras
Muchas veces nos preguntamos por qué no obtenemos los resultados que queremos y nos desilusionamos, quedándonos sin ganas de volver a intentar aquello que queríamos alcanzar.
Es cuando nos metemos en un ciclo negativo, y en ese ciclo están implicadas nuestras creencias y la autoestima, que hay que revertir. Existe una manera de darse cuenta y revertir esto, a partir de un sencillo recurso de la Programación Neurolingüística, es entrar en el llamado Ciclo del Éxito.

Las creencias son la base de la autoestima. Creer en uno mismo, convencerse de que se es valioso como persona, abandonar la convicción de ser tímidos o inseguros, es lo que determina la propia autoestima... y el poder del éxito en nuestras vidas.
Por ello, la autoestima depende de las creencias que se tienen sobre uno mismo y sobre el mundo que nos rodea.

Las creencias son también la base de nuestro carácter, de nuestra manera de ver las cosas y de comunicar. Por lo tanto, se pueden aprender todas las técnicas de la PNL que se quiera, pero si se está convencido de que una persona es antipática o no te quiere, no podrás comprenderla y reflejarla para lograr sintonizar con ella.

Imagina que el punto de partida es una creencia potenciadora o limitante que tienes sobre ti. Por ejemplo, podrías decir con convicción que eres un excelente compañero de trabajo o un buen vendedor o cualquier aspecto particular: primero lo ves en tu mente, con tu imaginación… y ese proceso mental va a influir sobre la obtención de lo que quieras lograr.
La creencia positiva y potenciadora de ser excelente, te va a permitir acceder a recursos como la seguridad, la determinación, la capacidad de comunicar con entusiasmo y la motivación; y tus acciones serán consecuencia de esta creencia. También estarás transmitiendo a los demás tu convicción, tu creencia positiva y en consecuencia tus resultados se irán retroalimentando positivamente.
Esquema del ciclo del éxito: Creencias = Recursos = Acciones = Resultados...

El secreto de este mecanismo es partir de una convicción o creencia potenciadora, que encierra el mensaje de que puedes lograrlo; y desde ese punto de partida en adelante no puedes más que mejorar.
Esta técnica es muy útil para lograr excelentes resultados, tal como la programación neurolingüística nos dice, es bueno participar y mejor es obtener esos resultados reales que deseamos alcanzar en nuestra vida.
Se trata de que tus convicciones se vayan retroalimentando positivamente. Las creencias se fortalecen por sí solas en el mismo esquema del ciclo de éxito que indicábamos anteriormente:
Creencias = Recursos = Acciones = Resultados...

Las Creencias son la base de tus logros y de todo lo que crees ser. Las creencias no son verdaderas o falsas, no son acertadas o son equivocadas. Las creencias son limitadoras o potenciadoras: te llevan a alcanzar el éxito de lo que quieras lograr en la vida o a fracasar en el intento, y eso es lo que nos debe interesar.

Leer más...

martes, diciembre 27, 2022

Obediencia a la Autoridad


El psicólogo social norteamericano Stanley Milgram a raíz del holocausto provocado por los nazis, empezó a hacerse preguntas acerca de la obediencia a la autoridad y a plantearse si cualquier sujeto sería capaz de torturar y asesinar obedeciendo órdenes.
La obediencia a la autoridad es la tendencia que tienen las personas de complacer a personas en posiciones de autoridad. La evidencia psicológica indica que la gente suele respetar y seguir a las personas que perciben que tienen autoridad legítima.
Algunas de las conclusiones que Milgram obtuvo de este experimento es que no necesariamente los ejecutores tenían por qué tener un perfil de personalidad cruel. Aunque sí influía el grado académico en la obediencia final, siendo menos obedientes aquellas personas con mayor formación.

El experimento de Milgram no nos dice nada acerca de la capacidad del hombre para el mal, sino de su disposición a la obediencia. Esto no puede constituir en el fondo una crítica, dado que justamente la investigación de Milgram no fue sobre la capacidad para hacer el mal sino sobre obediencia a órdenes crueles.
El término obediencia (del latín oboedientia) indica el proceso que conduce de la escucha atenta a la acción, que puede ser duramente pasiva o exterior o, por el contrario, puede provocar una profunda actitud interna de respuesta.
El experimento Milgram fue un estudio de psicología social que llevó a cabo Stanley Milgram, psicólogo de la Universidad de Yale para estudiar el comportamiento de una persona para obedecer a las órdenes de la autoridad, aunque éstas entren en conflicto con su conciencia personal.

El experimento de Milgram representa uno de los experimentos de la Psicología social de mayor interés a la criminología a la hora de demostrar la fragilidad de los valores humanos ante la obediencia ciega a la autoridad.
La obediencia ciega es la que se presta sin examinar los motivos o razones del que manda.
Milgram razonaba que la proximidad física de la víctima (el alumno) podía constituir un factor importante de la obediencia... Así mismo, una autoridad con presencia física producía una obediencia mucho mayor (65%) que una autoridad ausente que daba sus órdenes por teléfono (21%).
La segunda es la teoría de la cosificación (agentic state), donde, según Milgram, la esencia de la obediencia consiste en el hecho de que una persona se mira a sí misma como un instrumento que realiza los deseos de otra persona y por lo tanto no se considera a sí mismo responsable de sus actos.

La variable dependiente del experimento fue la memoria, la obediencia, el daño y el aprendizaje.

Historia del famoso experimento conducido en 1961 por el científico Stanley Milgram para testear los límites de la obediencia a la autoridad en el ser humano: El Experimento de Milgram

Leer más...

domingo, abril 10, 2022

Teoría de la Estupidez de Bonhoeffer

En el capítulo más oscuro de la historia alemana, durante una época en que turbas incitadas tiraban piedras a las ventanas de tiendas de dueños inocentes, y mujeres y niños eran cruelmente humillados al aire libre; Dietrich Bonhoeffer, un joven pastor luterano, comenzó a hablar públicamente en contra de estas atrocidades.

Después de años de intentar cambiar la opinión de la gente, Bonhoeffer llegó a casa una noche y su propio padre tuvo que decirle que dos hombres estaban esperando en su habitación para llevárselo.
En prisión, Bonhoeffer comenzó a reflexionar sobre cómo su país de poetas y pensadores se había convertido en un colectivo de cobardes, ladrones y criminales. Eventualmente concluyó que la raíz del problema no era la malicia, sino la estupidez.

En sus famosas cartas desde la prisión, Bonhoeffer argumentaba que la estupidez es un enemigo del bien más peligroso que la malicia, porque mientras “uno puede protestar contra el mal; se puede denunciar y prevenir mediante el uso de la fuerza, ante la estupidez estamos indefensos. Ni las protestas ni el uso de la fuerza logran nada aquí. La razón cae en oídos sordos”.

Los hechos que contradicen el prejuicio de una persona estúpida simplemente no necesitan ser creídos y cuando son irrefutables, simplemente se dejan de lado como intrascendentes, como incidentales.
En todo esto, la persona estúpida está satisfecha de sí misma y, al irritarse fácilmente, se vuelve peligrosa al lanzarse al ataque.
Por eso, se requiere mayor cautela al tratar con una persona estúpida que con una maliciosa. Si queremos saber cómo sacar lo mejor de la estupidez, debemos tratar de comprender su naturaleza.
Esto es cierto, la estupidez, en esencia, no es un defecto intelectual sino moral. Hay seres humanos que son notablemente ágiles intelectualmente, pero estúpidos, y otros que son intelectualmente aburridos, pero todo menos estúpidos.

La impresión que se tiene no es tanto de que la estupidez sea un defecto congénito sino de que, en determinadas circunstancias, las personas se vuelven estúpidas o, mejor dicho, permiten que esto les suceda.
Las personas que viven en soledad manifiestan este defecto con menos frecuencia que los individuos en grupo. Y así parecería que la estupidez es quizás menos un problema psicológico que sociológico.

Se hace evidente que todo fuerte ascenso del poder, ya sea de carácter político o religioso, infecta de estupidez a gran parte de la humanidad. Casi como si se tratara de una ley sociológica-psicológica donde el poder de uno necesita la estupidez del otro.
El proceso en juego aquí no es que las capacidades humanas particulares, como el intelecto, fallen repentinamente. En cambio, parece que bajo el impacto abrumador del poder en ascenso, los humanos se ven privados de su independencia interior y, más o menos conscientemente, renuncian a una posición autónoma.

El hecho de que la persona estúpida sea a menudo testaruda no debe ocultarnos el hecho de que no es independiente. Al conversar con él, uno siente virtualmente que no está tratando en absoluto con él como persona, sino con eslóganes, consignas y cosas por el estilo que se han apoderado de él.
Está bajo un hechizo, cegado, maltratado y abusado en su propio ser. Habiéndose convertido así en una herramienta sin sentido, la persona estúpida también será capaz de cualquier mal, incapaz de ver que es malo.
Sólo un acto de liberación, no de instrucción, puede vencer la estupidez. Aquí debemos aceptar el hecho de que, en la mayoría de los casos, una liberación interna genuina se vuelve posible solo cuando la ha precedido una liberación externa.
Hasta entonces, debemos abandonar todo intento de convencer a la persona estúpida. Bonhoeffer murió debido a su participación en un complot contra Adolf Hitler en la madrugada del 9 de abril de 1945 en el campo de concentración de Flossenbürg, solo dos semanas antes de que los soldados de los Estados Unidos liberaran el campo.

“La acción no brota del pensamiento, sino de la disposición a la responsabilidad. La prueba definitiva de una sociedad moral es el tipo de mundo que deja a sus hijos”. Bonhoeffer dijo una vez.

Leer más...

viernes, septiembre 24, 2021

Reactancia Psicológica

Un ejemplo clásico de reactancia psicológica podría ser este: Recientemente, mientras limpiaba la mesa, le pregunté a mi hija si podía lavar los platos.
"Iba a hacerlo, papá", dijo. "Pero ahora que me lo has pedido, ya no quiero".

big>¿Qué es la reactancia psicológica?
La reactancia psicológica es nuestra reacción negativa instintiva a que nos digan qué hacer.

Es por eso que, cuando eras un adolescente y tu madre te dijo que te pusieras la chaqueta, no lo hiciste, solo porque te lo había dicho. Solo más tarde, cuando escuchabas el castañeteo de tus dientes por el frío, reconocías que deberías haber seguido el consejo de tu madre.
También es por lo que te enojas cuando tu jefe te pide que hagas una tarea, a pesar de que sabes, cuando lo piensas lógicamente, que la tarea es necesaria.

Casi todo el mundo tiene este reflejo mental negativo. Se activa cada vez que sentimos que nuestra autonomía está siendo amenazada. Esto no es intrínsecamente malo: si las personas son demasiado sumisas, son vulnerables a la manipulación. Pero la reactancia psicológica puede, a veces, evitar que hagamos las cosas que deberíamos hacer, a veces incluso las que queremos hacer. Lo más alarmante es que puede provocar un autosabotaje.
¿Cómo? Ese impulso instintivo de "¡No me digas qué hacer!" puede activarse incluso cuando eres tú mismo diciéndote qué hacer.
Esto es común cuando intentas hacer compromisos y cumplirlos mediante la construcción de un horario
Es posible que hayas programado un tiempo para algo que legítimamente deseas hacer, por ejemplo, hacer ejercicio o leer un libro de no ficción. Pero cuando llega el momento de hacer esas cosas según un horario fijo, es posible que sientas un poco de reactancia. Esto sucede porque, en ese momento, no parece que estés decidiendo qué hacer. Más bien, eres tu yo del pasado dando órdenes a tu yo del presente. Uf, ¿quién se cree ese tipo que es?

Los psicólogos nos dicen que esta paradoja es la razón por la que a menudo podemos ser hipócritas: decimos que haremos algo, pero cuando llega el momento, no lo hacemos.


¿Cómo podemos evitar la reactancia psicológica?

Afortunadamente, ahora que comprendemos la teoría de la reactancia psicológica, podemos disminuir su poder. En lugar de escatimar compromisos debido a un sentimiento instintivo, se puede cambiar la perspectiva sobre la situación concreta.

Aquí hay un truco: para desarmar la reactancia psicológica, cambia la forma en que te hablas a ti mismo. En lugar de pensar que "tienes que" hacer algo, dite a ti mismo que "puedes" o incluso que "mereces" hacerlo.
Al cambiar el diálogo, se empodera. Ahora estás a cargo. No te dicen qué hacer, estás eligiendo hacer tiempo para algo que te importa. De esta manera, tu libertad no se ve amenazada; se está ejercitando.

Combatir la reactancia psicológica requiere práctica, pero vale la pena aprender a lidiar con este sentimiento incómodo que con demasiada frecuencia nos desvía del camino.
Intenta cambiar la forma en que manejas la reactancia y, hasta entonces, hagas lo que hagas, no compartas este artículo.

Leer más...

lunes, agosto 23, 2021

Preocupaciones Humanas

Nos preocupamos por todo lo que puede salir mal,
pero esto rara vez sucede. Sin embargo,
sufrimos cada complicación imaginada como si fuera real.


Parece ser que la naturaleza de los seres humanos es preocuparse. Nos preocupamos por el dinero, la carrera profesional, las relaciones, la salud, etc. Si es importante para ti, puedes preocuparte por eso. La realidad es que el 85% de las preocupaciones nunca ocurren. Afortunadamente, las investigaciones de la Universidad de Cornell nos han proporcionado una visión fascinante de la preocupación. Llevaron a cabo un estudio que siguió a las personas durante un tiempo prolongado y descubrieron que el 85 por ciento de lo que preocupaba a la gente nunca sucedía.

Pero hay más, del 15 por ciento de las preocupaciones que se materializaron, el 79 por ciento de las veces, las personas manejaron esos problemas mejor de lo que pensaban. Incluso informaron haber aprendido algo valioso de la experiencia. Si hacemos los cálculos, nos daríamos cuenta que no hay nada de qué preocuparse el 97 por ciento de las veces.

Así es, el 97% de las cosas que nos preocupan o nunca suceden, o las manejamos y posiblemente aprendemos algo valioso en el proceso. Solo el 3 por ciento de las veces las preocupaciones de la gente resultaron estar bien fundadas. ¡Solo 3%! Obtengo mejores rendimientos en mis inversiones en el mercado de valores que en mis preocupaciones, y una de esas preocupaciones es, irónicamente, el mercado de valores.

Ahora, quizás quieras preocuparte por tus preocupaciones innecesarias.

¿Saber esto nos hace preocuparnos menos? No. De hecho, ahora te puede llegar a preocupar que haya algo mal en ti porque sigues preocupándote a pesar de saber que es una mala inversión de tu tiempo. Así que hemos de suponer que no se puede escapar de la preocupación.

Cuando te des cuenta de que estás preocupado, trata de utilizar esa información para convencerte de que el tiempo y la energía que estás dedicando a preocuparte es una mala inversión. Luego busca algo más en lo que pensar o hacer, algo que te proporcione una mejor tasa de retorno. No es un método perfecto pero, a pesar de ser preocupante, ayuda.

Leer más...

sábado, enero 09, 2021

Conseguir lo que Quieres Sin Caer en Trampas Predecibles

Hay dos tipos de persona en este mundo. Hay personas que se centran en la forma en que debería funcionar el mundo y hay personas que se centran en cómo funciona realmente el mundo.
Aquellos que se centran en la forma en que debería funcionar el mundo a menudo se encuentran sufriendo por ello. Ignoran la naturaleza humana y otras personas los toman por sorpresa. Miran el mundo con una lente idealista y nunca avanzan porque no comprenden la realidad.
Los que saben cómo funciona realmente el mundo son los que salen adelante porque entienden lo que impulsa a las personas, saben persuadir, saben qué decir y cuándo decirlo.
No se tiene que usar el poder, la persuasión y la estrategia para propósitos malvados. Irónicamente, son las personas que no aprenden a usar el poder, la persuasión y la estrategia las que se hacen un flaco favor a ellos mismos y a otras personas.

“Entiende esto: la sociedad quiere asignarte un rol. Tan pronto como aceptas ese papel, estás condenado".

Somos manipulados por la sociedad desde que éramos niños para vivir ciertos caminos en la vida. Se hacen esto porque se necesita mantener a la mayoría de la gente en una posición de debilidad y complacencia para mantener la actual estructura de arriba hacia abajo de la sociedad.
Combate esto eligiéndote a ti mismo. Haces lo que quieres hacer.

“No aceptes los roles que la sociedad te impone, forjando una nueva identidad, una que llame la atención y nunca aburre a la audiencia. Conviértete en el dueño de tu propia imagen en lugar de dejar que otros la definan por ti. Incorpora dispositivos dramáticos en tus gestos y acciones públicas: tu poder aumentará y tu personaje parecerá más grande que la vida".

¿Cómo conseguirlo? Concéntrate en las cosas que te atrajeron a una edad más temprana: son tus predilecciones naturales.
• Utiliza tus experiencias pasadas y el trabajo que has realizado como base. Toma esas habilidades y combínalas con tus intereses.
• Elige un camino en el que concentrarte y naveguea por ese camino sin desviarte demasiado hasta que domines tu actividad.

La ley para caminar en tu día a día: "Piensa como quieras pero compórtate como los demás. Si haces una demostración de ir contra los tiempos, haciendo alarde de tus ideas poco convencionales y formas poco ortodoxas, la gente pensará que solo quieres atención y que los desprecias. Encontrarán una manera de castigarte por hacerlos sentir inferiores. Es mucho más seguro mezclarte y nutrir el bien común. Comparte tu originalidad solo con amigos tolerantes y aquellos que seguramente apreciarán tu singularidad".

A menudo, cuando escuchas una opinión con la que no estás de acuerdo o estás cerca de alguien que tiene una visión del mundo que no compartes, solo sonríe, asiente y no discutas. Aprende a ser un camaleón social. Esto no te hace falso. Te hace inteligente. Algunos osos simplemente no vale la pena pincharlos.
La forma más fácil de poner en práctica esta ley es no diciendo mas de lo necesario. Cuando intentas impresionar a la gente con palabras, cuanto más dices, más vulgar pareces y menos control tienes. Incluso si estás diciendo algo banal, parecerás original si lo haces vagamente. Las personas poderosas impresionan e intimidan diciendo menos. Cuanto más digas, más probabilidades tendrá de decir algo tonto.

¿Alguna vez notaste cómo la gente parece hablar debido a una sensación de ansiedad? ¿Como si tuvieran que hablar o de lo contrario se sentirían demasiado incómodos para estar en el momento presente?
Piense en todos los pequeños sentimientos inconscientes que captas cuando escuchas a la gente hablar y has de saber que te están analizando exactamente de la misma manera.

Nueve de cada diez veces es mejor callar la boca ¿por qué? Porque, entonces, puedes escuchar. Puedes obtener mucha más información cuando no te preocupan tus propias palabras. La gentetle dirá lo que quiere si solo escuchas. Podrás verlos como realmente son si les prestas atención. Puedes permanecer con tus buenas formas, no fingiendo, sino modelando lo mejor que puedas para los rasgos que les gustan. Todo esto es más fácil si no te distraes con tu propia verborrea.

Leer más...

sábado, enero 02, 2021

Auto-Sabotaje

Por qué te auto-saboteas aunque sepas lo dañino que es...
y lo que puedes hacer al respecto.



El autosabotaje es fascinante. Como muchos otros fenómenos psicológicos, saber cómo funciona no te protege completamente contra él. De ningún modo. Esa es la batalla de superación personal en pocas palabras: tratar de anular tus emociones para que la lógica dirija el espectáculo. Pero esas emociones son dolorosas. Te observas en medio de sabotear algo y sabes que te sentirás muy mal después de haber terminado, pero no puedes evitar hacerlo de todos modos.
Este es el purgatorio en el que tenemos que vivir con los resultados de nuestras acciones. Te diste un atracón y ahora te sientes mal. Te saltaste el trabajo del proyecto paralelo para tomar algo y ahora te despiertas a la mañana siguiente deseando poder revertir el tiempo y tomar la decisión correcta. Tienes el corazón roto después de la ruptura de una relación que en el fondo sabías que nunca debiste haber tenido para empezar.
Nos colocamos estas pequeñas trampas, sabiendo en el fondo que son trampas, caemos en ellas, nos castigamos por caer en ellas en primer lugar y atravesamos un ciclo aparentemente infinito de autolesiones. Realmente somos bastante extraños y crueles con nosotros mismos. ¿Entonces por qué lo hacemos?

Simple, contradictorio y mortalmente preciso
Una vez que te das cuenta de esto, tu vida puede cambiar por completo: obtienes un nivel perverso de satisfacción de la autolesión. El auto-sabotaje proporciona ciertas emociones que nos ayudan a sobrellevar y navegar por la vida, aunque de una manera contraproducente. Con el tiempo, se llega a amar emocionalmente la propia imagen desordenada de uno mismo, confirmada por el autosabotaje, incluso si lógicamente se quisiera cambiar.
Obtenemos ciertas recompensas por nuestros comportamientos negativos. Tenemos motivaciones perversas, pero motivaciones al fin y al cabo. Tú también. Vivimos según el "principio de pago". Cada vez que te encuentres tomando malas decisiones, pregúntate "¿cuál es la recompensa?".
Obtener la recompensa de la comodidad con la propia imagen distorsionada de uno mismo. Tener inseguridades, pero al menos nos hemos acostumbrado a ellas. Tener que cambiar el comportamiento y estar a la altura de nuestro potencial significa que tienes que enfrentarte a una serie de problemas e inseguridades aún por conocer. Estos pueden ser aún más profundos porque es posible que no haya ningún lugar adonde ir desde ese punto: esforzarse y fallar.

¿Cuál es la recompensa?
Las personas permanecen en malas relaciones y continúan eligiendo malas parejas porque obtienen la recompensa de confirmar su identidad como alguien que no merece amor, a menudo un mapa mental creado en la infancia. Piensa en eso por un minuto. En un nivel profundo, muchos de nosotros estamos impulsados por la necesidad de exacerbar nuestro propio odio hacia nosotros mismos porque es todo lo que sabemos. Los seres humanos pueden desear el castigo. No crees que mereces buenas relaciones porque has cometido muchos de tus propios errores. Algunas personas obtienen la recompensa de la "emoción" en relaciones que en última instancia son inestables. Es un tratado completo para el que no tenemos tiempo.
Las personas fingen que no quieren más por sus vidas porque obtienen la recompensa de ser mártires. Cuando ves a alguien actuando de manera escandalosa, obtiene su recompensa en forma de atención. Con las redes sociales y la máquina de indignación de cebo de clics que ha creado, esto solo empeorará. Las personas se están volviendo adictas a la dopamina al enfatizar su victimización.
El principio de recompensa ayuda a comprender el comportamiento, así como el comportamiento de los demás. En lugar de pensar que lo sabes todo y burlarte del comportamiento de otros, pregúntate: "¿Qué está obteniendo esta persona con esto?" Además, puedes hacerte la misma pregunta cuando cometas errores.

Eres "el diablo que conoces"
¿Cuál es la principal recompensa que se obtiene saboteándose a uno mismo? Tener la oportunidad de seguir siendo tú. Casi todos los caminos hacia una vida que no quieres vivir conducen a la preservación del ego y la identidad.
Digamos que te consideras una víctima total en todos los aspectos. ¿Por qué querrías mantener esa identidad? Simple, porque si tuvieras que cambiar tendrías que admitir que desperdiciaste una gran parte de tu vida sintiéndote de una manera que no tenías que sentir. Eso suele ser el truco para todos nosotros.
No queremos admitir que hemos perdido el tiempo. Además, hay algo doloroso en inflar el pecho y seguir fallando. Te derrotas a ti mismo antes de empezar, para evitar el dolor de la derrota real.
Prefieres permanecer igual por el resto de tu vida que hacer lo que sea necesario para cambiar: erradicar totalmente tu yo actual. Para cambiar de verdad, tienes que morir.
Tienes que acabar con tus viejos sistemas de creencias, mapas mentales, elementos profundamente arraigados de programación social . Y esta muerte se excluye admitiendo que te engañaron, admitiendo que necesitas comenzar de nuevo desde un lugar humilde , admitiendo que en realidad no sabes mucho.

Actualiza tu software
Todo en la vida puede verse a través de la lente de incentivos, recompensas, patrones, etc. Cuanto menos uno se considere un agente racional y cuanto más se considere una especie de software, mejor serás capaz de cambiar tu vida.
Tienes que encontrar una manera de cambiar tu programación, cambiar tus ganancias y darte una recompensa que sea mejor que la extraña historia de amor que tienes con el autodesprecio. Por lo general, encontrar tu propósito... sirve para ese propósito.
¿Cómo lo logras? Bueno, cuanto más cerca estés de tus fortalezas, tus gustos y tus predilecciones profundamente arraigadas, mejor. Sin embargo, además de encontrar y trabajar en tu propósito, el éxito proviene simplemente de hacer este cambio mental que es realmente difícil de hacer. A menudo, el verdadero dolor puede causar este cambio. Pero a menudo, las personas experimentan un nivel de dolor que aún no alcanza ese umbral. Es un dolor sordo, ansiedad de bajo nivel que duele lo suficiente como para ser una molestia constante, pero no lo suficientemente aguda como para anular la recompensa de poder dar sentido a sus vidas.
Lo mejor que puedes hacer es intentar fabricar esa clara comprensión de que, de muchas maneras, estás desperdiciando tu vida. Date cuenta de que no es dramático pensar que estás desperdiciando tu vida. Luego, cambia tu pago.
Cuando sigues el camino menos transitado, obtienes una recompensa que se puede sentir mucho mejor de lo que se puede explicar. Te sientes poderoso. La mayoría de la gente no puede ejercer su fuerza de voluntad sobre la realidad, pero tú puedes.
Sientes que tienes este secreto que pocos pueden entender. Sientes un profundo nivel de orgullo porque no decepcionaste a la versión idealista juvenil de ti mismo. No hay mejor recompensa.

Autor: Ayodeji Awosika
Fuente: Mind Cafe

Leer más...

viernes, noviembre 06, 2020

Personalidad Codiciosa

La codicia, como la define el neurobiólogo Ignacio Morgado en su libro “Emociones corrosivas”, es un afán excesivo de dinero y riquezas (productos lujosos). Pero también se puede codiciar el éxito social, poder, sexo, protagonismo, etc. El abanico de la codicia es amplio y generoso. A esta emoción corrosiva han acudido los grandes pensadores para referirse a ella.
“En el mundo hay todo lo necesario para satisfacer las necesidades del hombre, pero no lo suficiente para satisfacer su codicia.” Mahatma Gandhi

“La riqueza material es como el agua salada, pues cuanto más se bebe más sed da”. Para el codicioso, “suficiente, nunca es suficiente”. Esto explica que la codicia esté detrás de casi todo lo malo que conocemos. La codicia es la madre de la corrupción.

La codicia según las religiones
Para la religión católica se trata de un pecado capital, madre de todos los demás pecados, raíz de todos los males. En el islam, está prohibida, directamente. En el budismo es uno de los tres venenos que crea el karma malo. Los budistas creen que la codicia está basada en una errada conexión de lo material con la felicidad.

La personalidad del codicioso es un cóctel explosivo
Por su espíritu socialmente competitivo, el codicioso está motivado a conseguir cosas a expensas de los demás y a su deseo de tener más se une la frustración por no conseguirlo. Es egoista y siente envidia al comparar lo que tiene con lo que tienen otros. No es de extrañar que con todo esto el codicioso suela sentirse insatisfecho con su vida al tener casi siempre la sensación de no poder controlarla y que tenga comportamientos irracionales, sobre todo cuando sus deseos no se cumplen.
Algo a favor de nuestro personaje. Puede disfrutar de su riqueza, se la gasta, e incluso, la comparte. El avaro, por el contrario, acumula, es tacaño, gasta lo menos posible y casi nunca comparte. Hagámonos, si nos apetece, amigo de un codicioso, pero nunca de un avaro.


¿Es la codicia es una enfermedad mental?
La medicina ha tratado de responder a esta pregunta con experimentos bien diseñados entre trabajadores del mundo financiero USA y en los que se utilizaron desde técnicas clásicas como el electroencefalograma a otras más modernas como la resonancia magnética funcional.
Se trató de probar la asociación codicia-colesterol-disminución de la serotonina cerebral, hipótesis muy bien planteada ya que el mundo financiero y, en general, el mundo occidental es un gran consumidor de estatinas o hipolipemiantes para disminuir los niveles de colesterol en sangre. Otra línea de investigación trató de probar la relación codicia-disminución de la oxitocina cerebral. Desgraciadamente, los resultados no fueron concluyentes en ninguna de las dos líneas de investigación.


La psiquiatría y la psicología han tratado de aportar pistas para explicar este grave trastorno de la personalidad y en la respuesta al por qué somos codiciosos apuntan a una multifactorialidad que abarca desde la herencia biológica hasta un entorno pobre en recursos que genera un mecanismo adaptativo bastante predecible: tener recursos contrarresta el sentimiento de incertidumbre en relación con el futuro ya que “si uno tiene mucho, se preocupa mucho menos que si tiene poco”.
Los científicos afirman que la codicia es una enfermedad mental basada en una errónea conexión de lo material con la felicidad. Que tiene grados y que hay que admitir su inevitabilidad (al menos en algún grado menor), en la mayoría de las personas. Desde el punto de vista ético y moral, no existen dudas de que es la madre de la corrupción política y el motor de otras metas como el deseo de éxito y reconocimiento social, disfrute del poder, sexo, protagonismo, etc.

¿Cómo se desarrolla la codicia?
Nuestro ego es el motor que la alimenta. Y es seguro que estaremos influenciados por todo el entorno que no para incansablemente de bombardearnos con noticias que siempre expresan resultados extraordinarios: facilidad, rapidez para ganar dinero, planes B que funcionan, etc. Y sientes codicia: el deseo desmedido de conseguir dinero.
Este error destruye tus finanzas. Asumes un riesgo, para devolverlo después. La codicia te bloquea mentalmente y no te deja ver otras cosas. Y no lo ves, porque sólo percibes lo que apoya tu compromiso con la irracionalidad (“el pelotazo”) aunque en tu fuero interno sabes que no es lógico pensar que con una acción vas a tocar el cielo. Debes poner límites a esto; debes utilizar la lógica para evitar la trampa. Nos dejamos llevar por la codicia, que sólo ve dinero y éxito: poder presumir de inteligencia y riqueza; lo máximo. La codicia ha ocupado el lugar de nuestras reglas de gestión.
Lo grave en esta situación no es la pérdida de dinero que podamos sufrir sino la pérdida de confianza que es algo bastante más difícil de recuperar. Y aún puede ser peor. La venganza es el combustible que nos empuja a la acción y nos nubla el juicio y aquí interviene de nuevo y de forma decisiva nuestro ego.

¿Cómo insuflar lógica es este sentimiento de venganza?
Es necesario que no soseguemos utilizando alguna técnica para interferir positivamente en tu estado emocional. Es necesario que creemos un “espacio en nuestra mente” para observarnos y respondernos a la pregunta: ¿Qué puede haber detrás de este sentimiento de venganza? Y detrás, hay todo lo ya dicho antes sobre dinero, esfuerzo, trabajo e ilusión. Pero esto es irracional, es decir, un pensamiento que no cuestionamos y damos por válido nada más se presenta en nuestra mente.
Quieres vengarte porque no aceptas algunos hechos. No aceptas que te mueves en el plano de la incertidumbre, de la impredecibilidad, de la imposibilidad de controlar. No aceptas que es sólo la expresión de una probabilidad que puede ser positiva o negativa.

Conclusiones
- No es verdad que debas ganar, es verdad que quieres ganar, pero no que debas.
- El resultado (futuro) depende de la expresión de una probabilidad. Puede suceder cualquier cosa y no depende de ti hacer que suceda lo que quieres.
- Sí depende de ti manejar el riesgo y tener consistencia emocional.
- Los resultados que obtienes, no hablan de ti, de tu valor como persona, que está indudablemente ligado, es intrínseco, al hecho de ser.
- Ante la tentación de la codicia, sosiégate, regula la carga emocional y arroja luz a la irracionalidad. En definitiva, acepta la naturaleza del negocio, de la actividad de emprendimiento en la que participas.

Leer más...

domingo, septiembre 06, 2020

4 Palabras que te hacen Ser más Persuasivo

Si le das una salida a la gente, es posible que simplemente decidan quedarse


Para tener un impacto, es esencial estar motivado. Sin embargo, no importa cuánta determinación poseas, nunca alcanzarás tu máximo potencial si no puedes motivar a otros a tomar medidas.
Deseoso de descubrir qué frases son capaces de persuadir efectivamente a los demás, el psicólogo del comportamiento, el Dr. Nicolas Guéguen de la Universidad del Sur de Bretaña, realizó una serie de pruebas para descubrir cómo podemos influir mejor en las personas que nos rodean.

Para su investigación, Nicolas se acercó a 640 personas en la calle en Francia y les pidió de varias formas diferentes que hicieran una donación para un hospital infantil.
Cuando le pidió a la gente que apoyara directamente a la organización benéfica, dijo: “Probablemente esté interesado en organizaciones para niños con problemas de salud. Me pregunto si podría ayudarnos haciendo una donación”, el 25 por ciento de las personas a las que se acercó Nicolás reaccionaron positivamente.
Sin embargo, cuando añadió las palabras -" Probablemente se negará "- antes de continuar pidiendo una donación, la tasa de cumplimiento saltó al 39 por ciento. Y no solo eso, sino que la cantidad de dinero que la gente donó a la organización benéfica también aumentó de 2,44€ a 2,50€. Puede que esto no parezca mucho. Pero si sumas todas las veces que podrías haber ganado unos centavos a lo largo de tu vida, esto equivale a muchos cucuruchos de helado adicionales.

Según los científicos del comportamiento, este aumento en la disposición de las personas a ayudar tiene sentido y respalda la teoría común en los círculos de psicólogos conocida como reactancia, que establece que la mayoría de las personas tienen una reacción adversa cuando se les impone una restricción.
Tómate un momento y piensa en cómo te sientes cuando te arrinconan y te presionan para tomar una decisión. Te hace sentir incómodo, ¿verdad? Te vuelves un poco aprensivo y piensas que la persona que tienes enfrente está tratando de venderte algo.
Es por eso que las palabras “Probablemente te negarás” son tan efectivas: le dan a la gente una salida. Las palabras hacen que las personas sientan que están actuando por su propia voluntad y que son ellos quienes tienen el control de su decisión.
Y no solo eso, las variaciones de las palabras “Probablemente te negarás” despiertan tu curiosidad. Estas palabras nos motivan a querer descubrir por qué alguien piensa que algo no es para nosotros.
Como seres humanos, a todos nos gustan las cosas diferentes. Sin embargo, uno de los lazos que nos une es que odiamos cuando nos dicen que no podemos o no queremos hacer algo. Si la gente quiere algo, es la libertad de elegir lo que pueden y no pueden hacer.

La próxima vez que intentes influir en alguien, dale una oportunidad a la frase "Probablemente te negarás". En lugar de pedirles a sus hijos que limpien su habitación, modifique el encuadre de tu demanda diciendo: "Probablemente te negarás, pero sería genial si ayudaras a tu mamá y a tu papá hoy recogiendo tus juguetes". "Y observa lo que pasa.
O la próxima vez que necesites que un compañero de trabajo haga algo por ti, intenta decir "Probablemente dirás que no a esto, pero me vendría bien tu ayuda para preparar este discurso" y tome nota de cómo responde.

El mundo está lleno de buenas ideas. Sin embargo, para que tus ideas vuelen, debes ser capaz de persuadir a otros para que apoyen tu causa.
"Probablemente te negarás..."
"Puede que esto no sea para ti..."
"Puedes marcharte en cualquier momento..."
"¿Conoce a alguien que pueda estar interesado en..."
"Puede que no seas la mejor persona para esto..."

Frases persuasivas como estas despiertan la curiosidad de la gente. No solo eso, sino que también puedes descubrir que, al dar a las personas una salida y la libertad de elegir, deciden quedarse y escucharte.

Autor: Michael Thomson
Fuente: Entrereneurs Handbook

Leer más...

viernes, julio 10, 2020

Cómo Aprovechar tu Vida

“No nos ahogamos al caer al río, sino al permanecer sumergidos en él”


El río es todo lo que parece una excusa temporal hoy pero que no desaparecerá mañana.
Al principio, no parece que estés a la deriva. Solo lo dejas ir un poco. Estas flotando. El río te lleva. Es agradable. Cómodo. Las cosas pasan. El tiempo pasa. Seguirá pasando.
Finalmente, el río conduce a un río más grande. Estás en un terreno nuevo. Nunca has visto este lugar antes. ¿Dónde puedes llegar a tierra? ¿A dónde llevará este río?
Pronto, ya no sabes lo que está por venir. No puedes ver lo que sigue. El río podría convertirse en una cascada. Podría lanzarte por un acantilado. Te quedarás sumergido para siempre.

No habrá un gran choque al final. Solo una mirada arrepentida por la ventana. Un pariente de visita. "Oh sí, eso. Nunca lo hice. No puedo decirte por qué".
Todos los ríos desembocan en el mar. Si no subes hacia la superficie, si no comienzas a nadar, ahí es a donde vas. Nadie vendrá a salvarte. No obtendrás una extracción. Nadie te va a obligar a escribir tu libro o pedirte que se case contigo o ser una buena madre. Ningún niño de 15 años te responderá en la cita de un libro.

La única forma de no desperdiciar tu vida es hacer tu mejor esfuerzo para no desperdiciar hoy. Escribe una oración. Toma una decisión difícil. Atiende el teléfono.
Todos caemos al río de vez en cuando. Pero no podemos quedarnos sumergidos en él. No dejes que los pequeños remordimientos se acumulen en silencio. Da un paso cada día. Golpea hacia la superficie.
No eres un soldado, y ningún informe breve puede salvarte. Ninguna misión independiente definirá tu legado. No esperes una oportunidad de redención. Redímete con tus acciones.
Renuévate todos los días.

Autor: Niklas Göke

Fuente: Medium

Leer más...

miércoles, julio 08, 2020

El Acto de Conocer

Por lo general, en el estado actual no encontramos equilibrio, uno no se conoce; y se empieza a sentir que hay que llegar a un momento de Presencia más completo. Se necesito ante todo tener una impresión ─lo más profunda posible─ de uno mismo. Es fácil darse cuenta de que casi nunca tenemos una impresión profunda, de que las impresiones son muy superficiales, tan superficiales que solo crean asociaciones superficiales que no dejan ningún recuerdo y no cambian nada, no transforman nada. Cuando en realidad las impresiones son una especie de alimento, aunque no comprendamos bien lo que quiere decir alimentarnos, ni lo que eso representa para nuestro ser.

Solemos ser pobres en materia de impresiones en nosotros mismos. Tenemos tan pocas que apenas tienen relevancia. Si verdaderamente se quiere conocer algo, estar seguro de ello, primero se necesita ser «conmovido» por el conocimiento. Se necesita ese conocimiento nuevo. Y se necesito ser «conmovido» por él tan fuertemente que se conozca en ese momento con todo lo que uno es; no solamente con la razón, sino con todo el ser. Si no se tiene suficiente de ese conocimiento, suficientes impresiones, no se puede tener ninguna convicción. Sin el conocimiento, sin el material, ¿cómo se va a evaluar las cosas, cómo se puede trabajar? No hay nada para dar un impulso en una dirección u otra. No hay posibilidad de actuar conscientemente. Lo primero que se necesita para una acción consciente es una impresión de sí mismo, tanto cuando se está solo, abierto a lo que se es, como cuando se está en la vida, cuando trata de no olvidar esa impresión completamente y ve cómo se pierde. Esas dos clases de impresiones son el mundo interior. Hasta que no se tenga una cierta cantidad de impresiones, no se puede ver más lejos, no se puede comprender más.

Normalmente consideramos las impresiones como algo muerto, fijas como una fotografía. Pero con cada impresión recibimos una cierta cantidad de energía, algo viviente que actúa sobre nosotros, que nos anima. Por un momento se tiene una impresión de sí mismo que es completamente diferente de la manera en que se experimenta en general. De repente se conoce algo real en uno, de una forma enteramente nueva, se recibe algo, se es animado por eso. Después se pierde, no se conserva. La impresión desaparece como si hubiese sido robada por un ladrón. En el momento en que más se necesita de ella para estar presente ante la vida, ya no se tiene el apoyo para no perdernos. Ahora se empieza a ver que las impresiones son un alimento. Una energía que se debe recibir y debe ser contenida.

Se necesita ver lo que a uno le molesta y comprender por qué es tan difícil recibir una impresión. No es porque no se quiera recibir. Es porque no se puede.Porque siempre se está cerrado, cualesquiera sean las circunstancias de la vida. A veces, quizá por un destello, se está abierto a la impresión, pero casi inmediatamente se suele reaccionar. La impresión se asocia automáticamente con otra cosa y se produce una reacción. Uno aprieta un botón y acto seguido viene un pensamiento, una emoción o un gesto.
No se puede evitar, ni siquiera se ve. Nuestra reacción nos ha separado de la impresión y de la realidad que ella representa. Ahí está la barrera, el muro. Al reaccionar, nos cerramos.

Lo que no se ve es que se pierde todo contacto con la realidad una vez que nuestras funciones habituales están al mando. Por ejemplo, sentimos que nuestro cuerpo está aquí. Sentimos el brazo izquierdo, tenemos la impresión del brazo izquierdo. Tan pronto esa impresión nos alcanza, se desata el pensamiento, que nos dice «el brazo... el brazo izquierdo». Y en el momento en que se piensa, se pierde. Al pensar en el brazo, creemos conocerlo. Confiamos más en el pensamiento sobre el brazo que en su existencia real. Pero el pensamiento sobre el brazo no es la realidad. Es lo mismo para la propia realidad. Tenemos la impresión de una vida en uno mismo, pero tan pronto se piensa en «soy yo», se pierde. Se interpreta el pensamiento por el hecho mismo. Creemos conocerlo y con esa credulidad, esa creencia en el pensamiento, ya no se tienen preguntas, ni interés para recibir esa impresión.

No se reciben las impresiones conscientemente. En consecuencia, uno no se conoce. Al mismo tiempo, se necesita esto por encima de cualquier otra cosa. Si no se puede recibir una impresión de sí mismo, nunca se tendrá ese recuerdo, esa posibilidad de conocer lo que se es. El momento de recibir una impresión es el momento de volverse consciente. Es el acto de ver.

Leer más...

viernes, mayo 08, 2020

El Bambú Japonés, una historia de Perseverancia

Es una historia bastante conocida, se trata del bambú japonés. Una planta no apta para impacientes. El agricultor planta la semilla, la abona y la riega. Hasta aquí todo normal.
La gran diferencia con otras plantas es que en los próximos siete años no vamos a ver absolutamente ninguna mejora, al menos a simple vista. Un agricultor impaciente o inexperto podría pensar que la semilla se murió o que eran infértiles, abandonando en su empeño.
Sin embargo, a partir del séptimo año y en un periodo de sólo seis semanas, la planta de bambú crece más de 30 metros. ¡Increíble!


Durante los primeros siete años, aunque no se ve nada por la superficie, el bambú está desarrollando un complejo sistema de raíces que le permitirán sostener el fuerte crecimiento después de esos siete años de vida.

Hoy en día vivimos en un mundo muy rápido, donde queremos todo "para ayer", queremos soluciones rápidas y triunfar rápidamente y sin esfuerzo. Y el éxito en cualquier actividad que realicemos es como el crecimiento del bambú, un crecimiento interno que lleva tiempo.
También podemos aprender de esta historia que en muchas ocasiones, en nuestro camino, nos encontraremos pérdidos y frustrados porque los resultados no llegan, o porque las cosas no están ocurriendo como queremos, o simplemente pensamos que no estamos avanzando. Pero la realidad es que sí está suciendo. Al igual que las raíces del bambú, mientras sigamos trabajando y esforzándonos, sin abandonar, algo estará ocurriendo dentro de nosotros, estaremos creciendo y madurando.
Al final, como el bambú, el éxito o los objetivos aparecen de forma rápida, pero detrás de todo ello tiene que haber un trabajo constante y perseverante. Lamentablemente, no hay atajos posibles.

Recuerda, si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá sólo estés echando raíces.

Fuente: Blog Opciones y Spreads

Leer más...

sábado, noviembre 09, 2019

El Vigilante

Uno debe llegar a saber si es consciente o no de sí mismo en un determinado momento y debe reconocer todos los niveles de esa conciencia. Su presencia o ausencia puede así ser probada por un acto interior de observación.
Nos enfrentamos a algo desconocido. Estamos frente a un misterio, el misterio de la Presencia. Debemos sentir que no podemos pretender conocer ese misterio con nuestros medios ordinarios. Si comprendemos, al menos mentalmente, lo que significaría estar presente, con todos los elementos de nuestra Presencia, y no solo con la cabeza, la sensación o las emociones, tal vez no estaríamos aun verdaderamente presentes, pero estaríamos en busca de una dirección común. ¿Quién está presente? ¿Presente a quién? ¿Quién ve a quién? Ahí está todo el problema.

Para observarse hace falta una atención diferente de la atención ordinaria. Emprender la lucha del que vigila. Buscar que haya en nosotros un vigilante estable. Alguien que vigile. Solo el que vigila está activo. El resto de nosotros mismos está pasivo. El que vigila debe recibir una impresión del estado interior tratando de tener, al mismo tiempo, un sentido del Todo. Debemos aprender a ver que el verdadero Yo no está ahí, y que el personaje toma el poder y hasta pretende ser el único que existe. Uno tiene poder sobre el otro. Es necesario invertir los roles.
El peligro está en que no nos damos cuenta de que los roles vuelven a cambiarse. Necesitamos poner atención; pero, en realidad, lo que necesitamos es conocer nuestra falta de atención. La observación de uno mismo enseña cómo concentrarse mejor y fortalece la atención. Nos hace ver que no nos recordamos a nosotros mismo, que no vemos el estado de sueño en que nos encontramos. Estamos fragmentados; nuestra atención está dispersa y no tiene ninguna fuerza disponible para ver. Cuando despertamos, hacemos un esfuerzo por liberar una atención suficiente, capaz de oponerse a esa dispersión y verla. Es un estado más voluntario. Ahora hay alguien que vigila y ese vigilante es un estado diferente de conciencia.

Sin embargo, debemos recordar siempre que no sabemos lo que somos y que todo el problema es saber quién está presente. La observación de uno mismo por parte del pensamiento habitual, con la separación entre el observador y lo que es observado, no hace más que reforzar la ilusión del yo. Comenzamos a ver dos aspectos, dos naturalezas en nosotros mismos: una naturaleza superior, relacionada con un mundo, y una naturaleza inferior, relacionada con otro mundo. ¿Qué es lo que somos? No somos ni lo uno ni lo otro. Participamos de una naturaleza divina y de una naturaleza animal. El hombre es doble. No se ha unificado. Es solo una promesa de hombre hasta que pueda vivir con sus dos naturalezas presentes en sí mismo, sin retirarse a una u otra. Si se retira a su parte más elevada, se aleja de sus manifestaciones y no puede ya evaluarlas. El hombre que siempre vigila es aquel que se recuerda a sí mismo en las dos direcciones y tiene sus dos naturalezas siempre enfrentadas.

Leer más...

miércoles, noviembre 06, 2019

¿Podemos Volvernos Conscientes?

Estar presente es una cuestión de la conciencia, una percepción especial, independiente de la actividad mental. Es una percepción de uno mismo: ¿Quién es uno? ¿Dónde está? ¿Qué conoce? En el momento de ser consciente, solo existe la impresión inmediata de una percepción directa. Esto difiere mucho de lo que solemos llamar la conciencia, en la que hay una especie de reflejo que acompaña fielmente lo que se experimenta y lo representa en la mente. Cuando esa conciencia refleja el hecho de que pensamos o sentimos algo, se trata de una segunda acción que sigue como una sombra a la primera. Sin esa sombra, estamos inconscientes del pensamiento o del sentimiento original que permanece ignorado. . Si, por ejemplo, uno se siente enojado, fuera de sí, solo lo ve cuando el reflejo, como un testigo, se lo susurra. Este susurro sigue tan de cerca el pensamiento o el sentimiento que lo ha precedido, que creemos que son una sola y misma cosa. Pero no es así en realidad.

Volverse consciente es una cuestión de las energías y de su relación. Una energía está siempre controlada por otra más activa, más fina, que nos vivifica más, como un imán. La energía con la que vivimos, nuestros pensamientos, emociones y sensaciones es una energía pasiva, inerte, volcada hacia el exterior, suficiente para satisfacer nuestra vida instintiva. Pero nunca queda suficiente energía interiormente para un acto interior de percepción, de conciencia. Sin embargo, nos queda un cierto poder de atención, al menos en la superficie: el poder de apuntar en una dirección determinada y de mantenerse ahí. Aunque sea frágil, ese germen de la atención es el emerger de la conciencia de su campo subyacente. Debemos aprender a concentrarnos, a desarrollar una capacidad indispensable para preparar el terreno. Es lo primero que uno hace por sí mismo, sin depender de nadie.

El ejercicio de estar presente a uno mismo es el recuerdo de sí. Las funciones, en lugar de estar dirigidas hacia lo exterior, están vueltas hacia lo interior, para una toma de conciencia. Necesitamos darnos cuenta de que no podemos comprender nada si no nos podemos recordar. Recordarnos de nuestras más altas posibilidades significa recordarnos de a qué estamos abiertos cuando nos aquietamos. Recordarnos significa también estar presente de nuestra situación, del lugar donde estamos, las condiciones en las que estamos, la forma en que somos utilizados por la vida, cuán libre somos o no. No hay entonces lugar para el sueño. Tal vez no lograremos un estado satisfactorio, tal vez seremos derrotados en la lucha. No importa. Lo que importa es el momento en que nos esforzamos por estar presente. No siempre podemos reencontrar un estado mejor que traiga algo nuevo. Nos sentimos incapaces y llegamos a la conclusión de que no hay nada en nosotros sobre lo cual podamos apoyarnos. Pero eso no es verdad. Hay algo. Cuando estamos en un estado mejor, podemos ver que hay en nosotros todos los elementos necesarios para lograrlo. Los elementos de ese estado ya están ahí. Esto significa que las posibilidades siempre están aquí, en nosotros.

No obstante, lo que falta es saber lo que queremos. Es eso lo que obstaculiza nuestra voluntad de trabajar. Sin saber lo que queremos, no intentaremos ningún esfuerzo; dormiremos. Sin el interés para transformar algo, para volvernos hacia nuestras más altas posibilidades, no tendremos nada seguro sobre lo cual apoyarnos para trabajar. Debemos regresar una y otra vez a la pregunta: ¿qué es lo que yo quiero? Esa pregunta debe convertirse para nosotros en asunto de vida o muerte. Pero ese deseo de otra calidad no tiene fuerza alguna si proviene de nuestro yo ordinario. Nuestro deseo debe estar relacionado con algo completamente diferente, algo libre de querer obtener resultados. No debemos olvidar para qué queremos obtener un resultado. Esto debe ser para nosotros realmente asunto de vida o muerte: querer vivir de una cierta manera.

Leer más...

viernes, noviembre 01, 2019

La Necesidad de un Nuevo Conocimiento

Dependemos completamente de las influencias exteriores y estamos sometidos a las reacciones automáticas de nuestro funcionamiento. Es la esclavitud total. No hay ningún principio superior, ningún principio consciente en nosotros. El ser humano tiene la posibilidad de despertarse de ese sueño y el medio para ello es la atención.
En el sueño, la atención está apresada. Hay que liberarla y volverla en otra dirección. Es la fuerza activa opuesta a la fuerza pasiva, la lucha del sí y del no. Esta movilización de la atención es el primer cambio hacia la posibilidad del recuerdo.

Sin una atención diferente, uno solo puede ser autómata. Con una atención voluntariamente dirigida, uno va hacia la conciencia. Al dividir su atención, uno puede empezar a observarse. La observación de sí siempre debe estar relacionada con la idea de los centros, de su funcionamiento automático, de su falta de relación. Nuestros tres centros ─la mente, el cuerpo, el sentimiento─ trabajan con energías diferentes y su disposición determina las influencias que nos llegan.
Tal como somos, cada influencia produce el tipo de reacción que le corresponde. Las emociones negativas son una negación en un nivel muy bajo. Si nuestras reacciones están en un nivel bajo, lo que recibimos también está en un nivel bajo. Necesitamos aprender a obedecer a la ley que gobierna las fuerzas superiores y someter conscientemente nuestra voluntad a ellas. El momento de conciencia es un momento de voluntad.

Un nuevo conocimiento es necesario, un saber nuevo que pueda llevamos al conocimiento del hombre, a un cambio del ser, a la evolución. Sin esfuerzo y sin ayuda, la evolución es imposible. Requiere un esfuerzo consciente y una visión. El conocimiento es el conocimiento del Todo. Uno solo puede recibir fragmentos que después debe relacionar. Quizás entonces uno se vuelva capaz de encontrar su lugar justo en una comprensión total.
En el intento por estar presentes, necesitamos primero encontrar momentos cotidianos de retiro y recogimiento. Entonces, debemos llegar a ser capaces de tener momentos de observación de la identificación con la fuerza de la vida y de encontrar el lugar donde la atención puede estar entre los dos.

Leer más...

lunes, octubre 28, 2019

La Primera Iniciacion

Cuando entramos en contacto con el mundo, simultáneamente se forma una imagen de nosotros mismos. Estamos apegados a esa imagen de tal manera que la confundimos con nosotros mismos y buscamos afirmarla y protegerla. Somos esclavos de esa imagen; y como estamos tan apegados a ella y absorbidos por sus reacciones, no tenemos ya atención disponible para saber que somos algo diferente.

Tal como somos, no reconocemos nada mas allá de nosotros mismos, ni afuera ni en nosotros... En teoría tal vez, pero no en la realidad. De manera que no tenemos una referencia con la cual medirnos y vivimos únicamente de acuerdo con los «me gusta» o «no me gusta». Solo nos apreciamos a nosotros mismos y vivimos pasivamente según lo que nos agrada. Esa apreciación de nuestro yo nos ciega. Es el mayor obstáculo para una vida nueva. La primera exigencia para un trabajo en dirección a la conciencia de sí es cambiar esa apreciación, lo cual solo puede suceder si vemos en nosotros mismos algo que antes no habíamos visto. Y para ver tenemos que aprender a ver. Esa es la primera iniciación a la conciencia de ser.

Intentamos vernos tal como somos en un estado de identificación; intentamos experimentarnos como somos cuando estamos identificados. Necesitamos conocer la enorme dimensión de la fuerza que está detrás de la identificación y de su movimiento irresistible. Esa fuerza que nos sostiene en la vida no quiere el recuerdo de sí. Ella nos arrastra hacia la manifestación y rechaza el movimiento hacia el interior.

Al vernos en la identificación vemos que estamos en la vida. Pero si recordamos nuestras posibilidades más altas, nos perdemos y rechazamos lo que somos en la vida. Ese rechazo nos impide conocerla. Hay que ser astutos para atraparnos sin cambiar nada, sin cambiar nuestro deseo de manifestarnos. Necesitamos vernos como una máquina arrastrada por todos los procesos que aparecen: los pensamientos, los deseos, los movimientos. Necesitamos conocernos como autómatas, estar presente cuando funcionamos automáticamente. ¿Quiénes somos en la vida? Tenemos que experimentarlo y tener una impresión de ella más consciente.

Para hacer frente a la fuerza de la identificación, tiene que haber algo presente, algo que presencie, una atención estable, libre, que aspire a otro nivel. Ese esfuerzo proviene de algo que no forma parte de nuestros medios ordinarios. Necesitamos de cierta voluntad y de un deseo que nuestra personalidad ordinaria no conoce. El yo ordinario debe ceder su puesto. A fuerza de mantener la atención y no olvidarnos de mirar, tal vez un día podremos ver. Si vemos una vez, podremos ver una segunda vez, y si esto se repite, ya no seremos capaces de no ver.

Para observar, tenemos que luchar. Nuestra naturaleza ordinaria rechaza la observación de uno mismo. Necesitamos preparar, organizar nuestra lucha contra el obstáculo, retirarnos un poco de la identificación ─hablar, imaginar, expresar emociones negativas─ para poder observar. Una lucha consciente exige una elección y una aceptación. No es nuestro estado el que debe dictar esa elección. Debemos elegir la lucha por estar presente y aceptar que el sufrimiento aparecerá. No hay lucha sin sufrimiento. La lucha es inaceptable para nuestra naturaleza inferior. Eso la perturba. Por eso es tan importante recordar lo que uno quiere: el sentido de nuestro trabajo y de nuestra Presencia. Si nos negamos a satisfacer un hábito, por ejemplo de comer o de sentarnos de una cierta manera, no estamos luchando para cambiar ese hábito. Y cuando tratamos de no expresar las emociones negativas, no estamos luchando en contra de las emociones mismas, o para destruir su expresión. Es una lucha contra nuestra identificación, de forma que la energía, que de otra manera se desperdiciaría, sirva al trabajo. No luchamos contra algo. Luchamos por algo.

Leer más...

lunes, octubre 14, 2019

Dónde está nuestra Atención

Uno no se da cuenta de cuán pasivo es, siempre arrastrado por los acontecimientos, las personas y las cosas. Empezamos un trabajo con mucho interés, conscientes de nuestra meta. Pero al cabo de cierto tiempo, el impulso se debilita, vencidos por la inercia. La comprensión disminuye y uno siente la necesidad de algo nuevo que restaure el entusiasmo, la vida. De esa manera, nuestro trabajo interior avanza por etapas y depende siempre de fuerzas nuevas. Esto está determinado por una ley. Hay que desechar la idea de que el avance se realiza en forma continua y en línea recta. Hay etapas en las que la intensidad disminuye y, si uno no quiere recaer es necesaria la aparición de una fuerza más activa.
El hombre pasivo en nosotros, el único que conocemos, es el que recibe toda nuestra confianza. Pero, mientras permanezcamos pasivos, nada nuevo ocurrirá. Hay que volverse activos en relación con nuestra inercia, en relación con el trabajo pasivo de nuestras funciones. Si queremos cambiar, tenemos que buscar en nosotros al hombre nuevo, el que está escondido; es decir, el del recuerdo, el que tiene una fuerza que solo puede ser dirigida por su voluntad y a quien hay que hacer crecer gradualmente, paso a paso. Uno debe ver que es posible un estado más intenso, más activo.

Hemos de reconocer que en nuestro estado habitual la atención no está dividida.Cuando uno se abre a lo exterior, está naturalmente interesado. La atención va hacia allá. No se puede impedir. Si la fuerza de atención está completamente ocupada, estamos perdidos en la vida, identificados. Toda la capacidad de estar presente se pierde. Nos perdemos, perdemos nuestro propio rastro, el sentimiento de uno mismo, nuestra existencia pierde su sentido. Entonces, el primer cambio requerido es una separación en la que la atención se divide. Nuestro esfuerzo debe ser siempre claro: estar presente, que es el comienzo del recuerdo de sí. Cuando la atención se divide, estamos presentes en dos direcciones, tan presentes como se pueda. Nuestra atención se dirige en dos direcciones opuestas y nosotros estamos en el medio. Es el acto del recuerdo de sí. Queremos mantener una parte de nuestra atención sobre la conciencia de pertenecer a un nivel superior y, bajo esa influencia, tratar de abrirnos al mundo exterior.

Hay que hacer un esfuerzo para permanecer relacionados, un esfuerzo de atención. Tratar de conocer realmente lo que somos. Luchando por seguir estando presente, a la vez con un sentimiento de uno mismo que se vuelve hacia una calidad mejor y con un sentimiento ordinario ligado a nuestra persona. Queremos ver y no olvidar nuestra pertenencia a esos dos niveles. Debemos ver dónde está nuestra atención, ¿dónde está nuestra atención cuando nos recordamos a nosotros mismos? ¿Dónde está nuestra atención en la vida? El orden solo puede nacer cuando entramos en contacto directo con el desorden. No estamos en el desorden; somos el estado de desorden. Si miramos lo que somos realmente, vemos el desorden. Y donde hay un contacto directo, hay una acción inmediata. Comenzamos a darnos cuenta de que nuestra Presencia está donde está nuestra atención.

Leer más...

miércoles, octubre 09, 2019

El Deseo de Estar Presente

El verdadero "Yo" viene de la esencia. La esencia de lo que somos es un "querer ser" y desarrollar la esencia que somos viene después con un "querer ser capaz de ser". La esencia está formada por las impresiones asimiladas en la infancia hasta los cinco o seis años, cuando se produce una ruptura entre la esencia y la personalidad. Para continuar su desarrollo, la esencia debe volverse activa a pesar de los obstáculos provenientes de la presión ejercida sobre ella por la personalidad. Necesitamos el recuerdo de nosotros mismos para que sea la esencia la que pueda volver a recibir las impresiones. Solo en un estado consciente se puede apreciar la diferencia entre la esencia y la personalidad.

Por lo común las impresiones son recibidas de forma automática. La personalidad reacciona con pensamientos y emociones que dependen de su condicionamiento. Esas reacciones al ser automáticas, las impresiones no son transformadas porque una personalidad como esa está muerta. Para ser transformadas, las impresiones deben ser recibidas por la esencia. Eso requiere un esfuerzo consciente en el momento de su recepción. Eso requiere un sentimiento definido, un sentimiento de amor por el ser, por estar presente.
Hay que responder a las impresiones, no desde el punto de vista de la personalidad, sino desde el punto de vista del amor por estar presente. Eso transformará nuestra forma de pensar y de sentir.

La primera necesidad es tener una impresión de nosotros mismos. Comienza por una lucha cuando surge la pregunta sobre uno mismo. Por un instante hay una pausa que permite que nuestra atención cambie de dirección, regrese hacia uno y entonces la pregunta nos toca. Esa energía trae una vibración como si en nosotros resonara una nota, un sonido que hasta ahora no vibraba. Es muy tenue, muy fina, pero, sin embargo, se comunica con nosotros. Se siente. Es una impresión que se recibe. Todas nuestras posibilidades están ahí. Si vamos a abrirnos a la experiencia de Presencia, eso va a depender de la manera en la cual recibimos la impresión.

No se comprende suficientemente el momento de ese enfrentamiento, de la recepción de la impresión y por qué es tan importante. Uno no ve la necesidad de verse en la vida, porque la oposición de la impresión nos arrastra. Si no hay nadie en el momento en que la impresión es recibida, se reacciona automática, ciega, pasivamente, y uno se pierde. Hemos de negarnos totalmente a aceptar la impresión que tenemos de nosotros mismos, tal como somos en ese momento. Al pensar, al reaccionar, al interponernos a la recepción de esa impresión, nos cerramos. Imaginamos lo que somos. No conocemos la realidad. Somos prisioneros de esa imaginación, de la mentira de ese falso "yo". Habitualmente buscamos despertarnos por la fuerza, pero no lo conseguimos. Podemos y debemos aprender a despertar, a abrirnos conscientemente a la impresión de uno mismo y a ver lo que somos en el momento mismo. Será un encuentro para despertarse, un encuentro traído por la impresión que recibimos. Eso nos pide una libertad de estar en movimiento y de no interrumpirlo.

Para tener el deseo de estar presente, debemos darnos cuenta de que no estamos ahí, de que estamos dormidos. Debemos comprender que estamos encerrados en un círculo de pequeños intereses, de avidez, en el cual el "yo" está perdido. Y seguirá perdido si no podemos relacionarnos con algo superior. La primera condición es conocer en uno una calidad diferente, por encima de lo que es ordinariamente. Entonces la vida podrá cobrar un sentido nuevo. Sin esa condición no puede haber trabajo. Se debe recordar la existencia de otra vida y al mismo tiempo conocer la vida que llevamos. Eso es despertar. Despertamos a estas dos realidades.
Se debe comprender que por uno mismo, sin una relación con algo más elevado, no somos nada, no podemos nada. Por uno mismo solo podemos estar perdidos en ese círculo de intereses; no tenemos ninguna cualidad que nos permita escapar de él. Para eso tendríamos que sentir nuestra absoluta nulidad y empezar a sentir la necesidad de ayuda. Debemos experimentar la necesidad de relacionarnos con algo superior, de abrirnos a otra cualidad.

Leer más...

sábado, septiembre 28, 2019

La Fuerza de la Vida

El hombre sigue siendo un misterio para sí mismo. Siente nostalgia de lo duradero, de la permanencia, de lo absoluto; ya que todo lo que constituye su vida es temporal, efímero, limitado. Aspira a un mundo que le sobrepasa, aunque presiente que le podría ser dado participar en él. El hombre busca una idea, una inspiración, que podría ayudarlo a moverse en esa dirección. Esa idea surge en él como una pregunta: «¿Quién soy yo?» ... «¿Quién soy yo en este mundo?» Si esas preguntas llegan a ser suficientemente vivas, puede dirigir su vida. Él no puede responderlas. No sabe con qué responder. No tiene ningún conocimiento propio que le permita enfrentar esas preguntas. Pero siente que tiene que atenderlas. Se pregunta lo que él es. Ese es el primer cambio en el camino. Quiere abrir los ojos. Quiere despertar.


Uno quiere vivir, estar en la vida. Desde el nacimiento, algo en nosotros busca afirmarse en el mundo exterior. Uno quiere devorar el mundo. No quiero ser devorado. Quiere ser siempre el primero, y muy pronto encuentra la resistencia del mundo. A partir de ahí, ese impulso fundamental de autoafirmación asume formas muy curiosas; por ejemplo, la autocompasión o la negación a manifestarse.
Queremos vivir; estar de acuerdo con la vida. Hacemos esfuerzos para vivir y esa misma fuerza mantiene la vida del cuerpo. Queremos algo y cuando ese deseo aparece, esa fuerza está aquí. Nos empuja hacia la manifestación. A lo largo de la vida, en todo lo que hacemos, buscamos afirmar esa fuerza. Todos los actos, por pequeños que sean, son una afirmación. Detrás de cada afirmación sin duda hay algo verdadero. Esa fuerza en nosotros es irreprimible.
Sin embargo, no sabemos sobre qué se apoya la afirmación. Creemos estar afirmándonos a nosotros mismos y estamos identificados con esa fuerza. Pero ella no es nuestra, aunque este en nosotros. Al afirmarla como propia, no nos separamos de ella, pero al querer atribuirnos su poder, interrumpimos su acción. De esa manera, creamos hechos que nos retienen en un mundo privado de la acción de esa fuerza. Y nuestro yo se hace pesado e inerte.

Necesitamos ver lo insignificantes que somos respecto a la fuerza de vida. Siempre queremos poseer. El niño quiere tener. El adulto quiere ser. Ese deseo constante de tener crea el miedo y la necesidad de ser reconfortado. Algo necesita crecer y ser, algo que relaciona el Todo con una fuerza superior.
Solo hay una fuente de energía. Desde que nuestra energía es llamada hacia una dirección u otra, aparece una fuerza. La fuerza es una energía en movimiento. Toma direcciones diferentes, pero la fuente es la misma. La fuerza de vida, la fuerza de la manifestación siempre está en movimiento. Debe fluir. Estamos completamente despojados y somos arrastrados por ella, y siempre lo estaremos si no nos volvemos hacia otra parte de nosotros mismos.

Leer más...

lunes, julio 15, 2019

Razón, Emoción y Opinión

Los seres humanos actuamos en función de dos procesos mentales mutuamente superpuestos: el razonamiento lógico, organizado desde la corteza cerebral prefrontal, y los sentimientos que ese razonamiento origina, organizados desde la amígdala y otras estructuras del interior del cerebro. Ambas regiones cerebrales están interconectadas haciendo que nuestros razonamientos movilicen y cambien nuestros sentimientos y que éstos, a su vez, también influyan en nuestro modo de razonar y ver las cosas. Ninguna persona con un cerebro sano puede detener voluntariamente alguno de estos dos procesos y funcionar sólo con el otro. Es decir, no hay personas puramente racionales ni personas puramente emocionales. Somos seres racionales y emocionales a la vez.
Ese modo de funcionar del cerebro y la mente humana se pone especialmente de manifiesto cuando expresamos públicamente opiniones sobre cuestiones de cierta relevancia, pues con frecuencia nos volvemos esclavos de esas opiniones tratando de mantenerlas a toda costa incluso cuando sabemos que no están suficientemente justificadas.

El tratar de sostener opiniones depende mucho del carácter, los intereses y las experiencias previas de cada persona. Pero hay veces en que ni siquiera es necesario un interés especial en retener una opinión para que la tenacidad sea suprema en el aferrarse a ella, incluso cuando es difícilmente sostenible. ¿Por qué nos comportamos de ese modo? ¿Por qué nos cuesta tanto rectificar cuando nos equivocamos?
La explicación está en dicha interacción entre procesos racionales y emocionales de la mente humana. Sentir que los demás nos devalúan y que perdemos prestigio ante ellos al equivocarnos o ser contradichos puede llegar a ser muy doloroso. Algunos experimentos científicos han mostrado que la exclusión social activa ciertas regiones cerebrales que son las mismas que se activan cuando nos hacemos daño y sentimos dolor físico. Según la relevancia y contexto del asunto, la persona cuya opinión es cuestionada por argumentos consistentes puede pasarlo muy mal.

La reacción consiste entonces en forzarnos para tratar de encontrar fallas en los fundamentos de quien nos critica o contradice, o para hallar nuevos argumentos que revaloricen y avalen la propia opinión reduciendo el malestar que padecemos. Pocas conductas son más persistentes que las que buscan aliviar un malestar tan duro como el que resulta del daño al amor propio, y por eso no descansamos cuando eso ocurre tratando de recuperar como sea la autoestima perdida.
Pero la situación es diferente cuando en la intransigencia hay comprometidos intereses importantes, sean éstos económicos, políticos, morales o de intimidad personal. En estos casos, la autoestima y el prestigio personal y pueden caerse del pedestal, pues la anticipación de la nueva emoción negativa subyacente a las posibles consecuencias de no cambiar de opinión puede acabar imponiéndose y determinando el comportamiento de las personas.

La pelea dialéctica más que enfrentar razonamientos lo que generalmente enfrenta son las diferentes emociones que los propios razonamientos suscitan. Las emociones casi siempre acaban determinando nuestra conducta, aunque no nos demos cuenta. Pero, como dejó escrito el filósofo y sabio Marco Aurelio, activando la razón siempre podemos ver las cosas de otra manera y crear de ese modo nuevos e interesados sentimientos que al sintonizar con ella nos devuelvan la autoestima y el bienestar. No es que nos engañemos a nosotros mismos, es que esa es la naturaleza humana y a ella, irremediablemente, respondemos.

Fuente: Ignacio Morgado Bernal - catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencia y la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Autor de Emociones corrosivas: Cómo afrontar la envidia, la codicia, la culpabilidad y la vergüenza, el odio y la vanidad. Barcelona: Ariel, 2017.

Leer más...